Maribel nació en el seno de una familia acomodada de la ciudad de México, era la menor de nueve hermanos. Y como coreresponde a alguien de su alcurnia, posee apellidos compuestos, dobles, que son los que identifican a la aristocracia mexicana. Ellos son los distinguidos Espinosa de los Monteros.
Entre la alta burguesía mexicana, y la de cualquier nación, suelen vincularse no solamente por intereses económicos sino también por amistad, por eso era frecuente que los Espinosa de los Monteros fueran muy seguido a la casa de campo de los Corcuera y Elizondo. Los Corcuera y Elizondo poseían una inmensa propiedad rural en una de las regiones boscosas más hermosas del centro del país, donde solían pasar vacaciones y fines de semana, y donde sus catorce hijos se la pasaban de maravilla; nadaban, montaban a caballo, practicaban el tiro al arco y el infaltable paseo a la montaña más cercana.
Maribel tenía en la familia de los Corcuera y Elizondo a varias niñas cercanas a su edad, con quien ella deseaba jugar cada vez que iba la casa de campo. Solamente ahí convivían las niñas con Maribel, era el único contexto válido.
Maribel al nacer tuvo una insuficiencia respiratoria, que le hizo padecer un leve retraso mental todo el resto de su vida; hablaba lentamente, se movía con torpeza, en la escuela no avanzaba nada, se reía de todo.
La familia de Maribel buscaba la oportunidad de llevar a la niña a la casa de campo de los Corcuera y Elizondo, para que se relacionara con aquel montón de niños y , al menos, jugaran un rato con ella, mientras los padres se desentendían un momento en otros asuntos de adultos.
En realidad sucedía siempre lo mismo, llegaba Maribel y los otros niños desaparecían del entorno y la dejaban solita en el bosque privado. Bajo el pretexto de ese famoso juego llamdo de "las escondidillas". Le gritaban a Maribel: "búscanos, acá estamos", se oían las vocecillas a lo lejos.
Maribel se quedaba quieta varias horas, sentada viendo el horizonte, sin preocuparse de seguir el juego, mientras los otros niños se iban de excursión fuera de la casa de campo y volvían hasta muy avanzada la tarde. Todos se habían olvidado de Marible, hasta sus propios padres.
Así transcurrió la vida inútil de Maribel, desde la infancia hasta la adolescencia, siempre mirando al infinito con la mirada perdida. Obviamente, Maribel siempre fue el centro de las bromas y burlas sin fin de sus amigos y compañeros de escuela.
Un día, durante unas vacaciones de verano, en la casa de campo de los Corcuera y Elizondo, llegaron como invitados de honor la familia de los Pérez-Izunza, también con doce hijos, todos pequeños todavía. César era uno de los hijos problema de esa familia, tenía la misma edad que Maribel, era esquizofrénico.
Las familias de Maribel y la de César, vieron la posibilidad de un noviazgo entre ellos e hicieron todo lo posible por que se "enamoraran". Maribel y César empezaron a salir juntos en México y en los viajes a la casa de campo de los Corcuera y Elizondo.
Las familias de ambos enamorados, decidieron hacer un pacto de alianza entre las familias, casarlos y que vivieran esa experiencia el tiempo que fuera necesario.
Solamente, que las familias acordaron también, que a Maribel había que ligarles las trompas para que no resultara embarazada. todos estuvieron de completo acuerdo y armonía.
El día de la boda llegó, los novios se veían guapísimos, como todos los novios del mundo, muy bien arregladitos, ella se veía radiante y él muy serio.
A la luna de miel se fueron los padres de ambos, para compañarlos todo el tiempo.
La relación de pareja fue extraña, ninguno de los dos trabajaba, los mantenían sus respectivas familias en lo económico, y su vida era vacía y aburrida, veían la televisión todo el día y toda la noche, ambos eran insómnes. Las comidas se las preparaban, en turnos alternos, las familias.
Al cabo de siete años de relación Maribel y César, ya no se soportaban, no se odiaban, simplemente se repelían uno al otro, ya no dormían juntos.
Hasta que un fin de semana, César harto de todo, le dijo a Maribel: "Mary, qué te parece si nos vamos al espacio a dar una vuelta". Ella le dijo con entusiasmo: "Sí, vamos"
Ese fin de semana pidieron permiso a los Corcuera y Elizondo para que les prestaran la casa de campo, les dijeron que sí pero que no habría nadie más que ellos en esa enorme residencia. Ellos aceptaron y se fueron gozosos.
Esa mañana se preparon para una larga caminata por la montaña, llevaban comida y agua suficiente en las mochilas. Escalaron la montaña durante tres horas, al llegar a la cima, las miradas de ellos nunca se encontraron, se perdían en la infinitud del horizonte.
Sin decir palabra alguna, César tomó de la mano a su esposa Maribel, y juntos saltaron al vacío...
No hay comentarios:
Publicar un comentario