Es una especie de asamblea de hombres sólos, son 33, y se preguntan muchas cosas fundamentales acerca de la vida y de la muerte.
¿Quiénes de ustedes tienen miedo de morir? Silencio absoluto.
¿Por qué a nosotros nos sucede esta calamidad? Silencio absoluto.
Yo creo que dios no existe, ¿ustedes qué piensan? Silencio absoluto.
Yo siento que me ahogo, me falta el aire para respirar, ¿ustedes no sienten lo mismo que yo? Silencio absoluto.
Yo quiero estar en otro sitio, no aquí, ¿ustedes también? Silencio absoluto.
Creo que he perdido la fe, aunque nunca fui un hombre de fe, ¿ustedes no han perdido la fe? Silencio absoluto.
Yo tengo hambre, mucha hambre, ¿ustedes no? Silencio absoluto.
Yo quiero llorar de impotencia y de rabia, ¿cómo es posible que esto nos ocurra a nosotros? Silencio absoluto.
En esta gran oscuridad, me puedo imaginar que así será el fin del mundo, ¿ustedes no? silencio absoluto.
Tengo mucha sed, quiero beberme un río completo, ¿ustedes no? Silencio absoluto.
Quiero ver a mi mujer y a mis hijos, ¿ustedes no? Se oyó un coro en voz baja, si, si, si, si, si, si, si, si, si, si, si...
Estas son las preguntas que se siguen haciendo todos los días, 33 mineros chilenos sepultados en el fondo de una mina de oro, a 700 metros de profundidad, y que saldrán a la superficie hasta la navidad.
Oremos por ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario