La Brenda llegó anoche para recabar la respuesta a su petición de casamiento que me hizo en días pasados. Ella está empeñada en contraer matrimonio antes de que finalice el año, y me da la impresón que le da lo mismo hacerlo con cualquier hombre que ella desee.
Nunca he entendido esa obsesión de La Brenda, por casarse de blanco y salir de la iglesia tomada del brazo "del hombre de su vida". Lo poco que sé de su historia amorosa, refiere una relación con un hombre que es el padre de su único hijo, relación que tuvo lugar cuando ella era una jovencita de veinte años y él también andaba por los veintidos. Noviazgo que duró escasamente un año, y cuando ella resultó embarazada el muchacho huyó despavorido hacia los Estados Unidos, jamás supo de él. Tampoco su hijo pregunta por el paradero de su progenitor. El hijo de La Brenda es un hombre de treinta años, que también se fue a trabajar a los Estados Unidos en calidad de migrante ilegal. Ella sabe que su amado hijo, Luis, vive en San Francisco, California.
El asunto es que La Brenda está ahora conmigo, ansiosa por saber qué he pensado sobre el matrimonio con ella. Confirmé que no ha comprado un boleto de avión para ir a Guatemala, lo cual me tranquiliza bastante. Ya que a mi familia no les agrada esta clase de sorpresas, del tipo: "ya llegué y, ¿qué creen?, les presento a mi novia Brenda.
Estoy ahora en el hotel Nikko, que tanto le agrada a La Brenda, ya hicimos el amor desaforadamente, y ahora hemos podido platicar más relajadamente sobre nuestro futuro como pareja. Ella me ha traído algunos regalitos para mis hermanas y sobrinas, cosas caras pero de buen gusto, así es La Brenda de generosa con la gente que quiere y ama.
Le he dejado entrever mi posición sobre la boda, y es muy clara, no pienso casarme por quinta vez, ya no. En todo caso, le propongo una relación de amasiato o concubinato, que es lo moderno, lo de hoy. NO le gustó nada el plateamiento, hizo caras de desaprobación, frunció el ceño y la boca, fue una mueca de disgusto.
Me cuenta La Brenda que tiene planeado, en breve un viaje a Paris, para visitar la casa matriz de la empresa de cosméticos que ella representa en América Latina y de paso tomarse un par de semanas de vacaciones. Obviamente me invita con todos los gastos pagados, pero yo le argumenté que necesito ver mis asuntos en Guatemala, porque tengo ya tres meses en México y simplemente ya es hora de retornar.
El pleitazo al final, fue por la doble negativa: a casarme y a irme con ella a Paris.
Quedamos firmemente en platicar a su regreso de Francia, a finales de agosto.
La extraño demasiado, es una buena mujer ansiosa por casarse y ser feliz en pareja, pero yo estoy en otro canal, en el del disfrute de mi soltería.
Los proyectos nuestros chocan entre sí...
Espero con fervor su regreso a México, a ver cómo viene la dama voluptuosa de regreso de Paris, y volver a negociar la relación de pareja.
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