Los viajes constantes a Paris, tiene a La Brenda un tanto aburrida, ya compró todos los accesorios para su vestido de novia, además las hijas de su prometido, cual chaperonas incómodas, no la dejan ni a sol ni a sombra.
La Brenda se pudo zafar de sus futuras hijastras, y se largó sola al cine principal de Vitoria, la ciudad de su futuro marido, y próximo sitio de residencia de esa pareja de enamorados otoñales.
La película que a La Brenda le llamó poderosamente la atención se llama: "Cartas a Julieta", y ese día era casualmente el estreno en España. Ella sin saber o imaginarse el tema de la película, se introdujo en la sala armada con un combo de palomitas en un envase gigante de cartón y un vaso de casi dos litro de Coca Cola, su bebida favorita. Ella es golosa en todo sentido, pero la Coca Cola le puede fascinar, naturalmente mejor la de dieta.
Al iniciar la película se da cuenta La Brenda que es una historia de amor inspirada en los "amantes de Verona", o sea Romeo y Julieta. Ella no sabe mucho de literatura y jamás ha leído nada del tal William Shakespeare, autor inglés de la famosa tragedia amorosa de estos jóvenes italianos, que mueren de amor.
Me cuenta por teléfono, durante una larga conversación, toda la trama de la película, con un llanto atravesado en la garganta de la emoción que le produce la historia de unos enamorados. Ella, una mujer inglesa, que vuelve a Verona a buscar al amor de su vida un italiano que conoció cuando era una jovencita y él también.
La casa que supuestamente habitó Julieta en aquellas épocas, tiene un mítico balcón en el primer piso y da a la callejuela estrecha, donde Romeo se ocultaba para espiarla. Hoy hay una estatua de bronce de Julieta al pie de ese balcón, para deleite de los turistas que llegan por miles a Verona en verano.
Lo que La Brenda no sabe, y no tiene porque saberlo, es que hay una nueva tradición que consiste en que las mujeres enamoradas que visitan Verona, escriben cartas dirigidas a Julieta y las depositan en el alto muro de piedra de su casa, pegadas con cinta adhesiva, esperando una respuesta a sus misivas. Diariamente, se dejan pegadas en el muro unas ciento cincuentas cartitas de amor. la cuales son recogidas todas las tardes por un grupo de mujeres que dan respuestas a las mujeres que viven y sufren el amor romántico.
Yo le había contado a La Brenda, una experiencia similar que observé en Roma en aquellos años cuando vivía en el Trastevere, me di cuenta que los jóvenes, principalmente las chicas habían tomado un puente sobre el río Tíber, para colocar pequeños candados metálicos, en cantidades industriales para simbolizar su amor a la pareja amada; los barandales de hierro forjado de ese famoso puente lucián impresionantes con tal cantidad de candaditos cerrados, que las autoridades romanas respetaban. El origen de esa costumbre reciente, tenía que ver con una novela en la cual los amantes jóvenes, protagonistas de esa novela, se juraron amor eterno, simbolizandólo con un candado que colocaron juntos en ese puente.
Volviendo a La Brenda, me cuenta que la dama inglesa acompañada de su nieto, enmprende la aventura de encontrar a su viejo prometido de la adolescencia, para lo cual indagan elposible paradero del tal Luciano barbieri, del cual hay unos cuarenta señores que llevan ese nombre en la región de la Toscana. Había que ir descartando uno a uno, hasta llegar al verdadero principe italiano, el sueño de la dama inglesa.
La película, dice La Brenda, transcurre en esa bella región del norte de Italia, que en alguna época fue romana, luego austriaca, y posteriormente dominio de Milán. Eso no me lo comenta La Brenda, eso lo digo yo.
El caso, es que la dama inglesa y su nieto, recorren toda esa región de buenos vinos y olivares, buscando al verdadero Luciano, aquel chico de ojos azules y mirada penetrante, que ella recordaba vagamente. Habían pasado largos cincuenta años.
La dama inglesa estaba decidida a jugarse la vida por encontrar al amor juvenil, dice La Brenda, entre sollozos.
Casi al finmal del largo recorrido por la Toscana, la dama inglesa pierde la esperanza de hallar a su, ahora, viejo enamorado. Cuando por fin llegan a un rancho vitivinícola de lujo, y ella ve a un joven identíco a su Luciano, el de sus sueños, le pregunta ¿tú eres Luciano? Sí, afirma el joven, pero evidentemente se trataba del nieto de aquel otro Luciano. El parecido era asombroso.
Alñ fin aparece montado en un brioso corcel negro, el tal Luciano, viejo, guapetón, barba cana, cerrada y una elegancia en el vestir, como si fuera modelo de Versacce.
Se apea del caballo y se dirige a la dama inglesa y le pregunta: ¿Tú eres Claire? Sí responde ella, viéndolo a los ojos, ambos lloran de la emoción y se abrazan tiernamente.
Me dice la Brenda, negrito lindo, no me lo vas a creer: ellos planean una boda, ya que ambos eran viudos recientes. ¿No te emociona esto, mi amor? ¿No te parece que bien podría ser nuestra historia más adelante?
Me preocupa La Brenda y sus ocurrencias. ¿Pensará acaso que su José Ignacio Urquiola se le morirá en sus brazos muy pronto, o qué? Es un viudo, pero por lo que ella me cuenta el hombre está fuerte y sano. Ella ya logró que le hicieran varios chequeos médicos (colesterol, corazón, trigliceridos, sida, herpes, diabetes, etcétera). La Brenda es una mujer sumamente precavida, inclusive ya tiene varios seguros de vida a su nombre.
No hay duda "Cartas a Julieta", es una película que conmovió fuertemente a La Brenda, ella tan dura y tierna a la vez. Ahora sí le pegó la emoción, porque casi el cine no le agrada, siempre que ibamos juntos se ponía a dormir plácidamente, hasta roncaba, después de despacharse sus palomitas y su Coca Cola. Antes de caer en un sueño profundo, me alcanzaba a decir: "negrito lindo, luego me la cuentas, plis".
Me preocupa demasiado el aburrimiento que le embarga a La Brenda, porque ella es una mujer de acción, y medio me insinuó que quiere venir a Guatemala, por una razón antropológica, según ella. Esta fascinada con las "profesías Mayas" y el anuncio que en el año 2012 el mundo se acabará según lo pronosticaron los antiguos habitantes de Guatemala. "Negrito, vives en una tierra de sabios y magos, yo quiero conocer allá."
Le digo en broma a La Brenda: "los mayas de Guatemala se la pasan de shopping en los Malls, ya nadie quema copal ni sacrifican gallinas y riegan con sangre las piedras antiguas."
No me importa, yo quiero verte antes de casarme con el tal José Ingnacio Urquiola, sentir lo de la señora inglesa de la película, al encontrar a su viejo amor.
Ah, qué joder de La Brenda con esa historia de vernos antes de casarse.
Yo paso...
Si viene la Brenda, al fin la conoceré, espero poder invitarla almorzar, si me la prestas. Tu escritura es tan buena que siento conocer a la Brenda.
ResponderEliminarWOW!!! Impresionantes historias (todas las de La Brenda), me he quedado sin palabras y como sabrás, eso en un antropólogo es algo difícil de lograr...
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