El domingo pasado fue ejecutada una mujer afgana por adúltera. El mismo juez que la sentenció a la pena de muerte se encargó de darle tres tiros en la cabeza.
Los Talibanes la encontraron culpable de tener relaciones sexuales ilícitas, siendo viuda, razón por la cual la juzgaron de inmediato y la sometieron a la humillación pública de recibir en la espalda doscientos latigazos.
Esto sucedió en la Provincia de Badghis, situada al noroeste de Afganistán.
La mujer se llamaba Bibi Sanubri y estaba embarazada al momento de ser ejecutada por el juez.
Elevo mi más enérgica protesta y manifiesto mi indignación por este hecho deleznable, una víctima más de la violencia machista inspirada en postulados religiosos anacrónicos.
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