Yo estoy orgulloso de mi apellido Salguero, me parece que es de origen gallego, y en Guatemala somos muchos parientes que vivimos por el Oriente del país.
Mi tío Filomeno Salguero, que en paz descanse, pudo formar un batallón de soldados, casi todos parientes suyos, que fue reclutando por Zacapa, Jutiapa, Jalapa y Santa Rosa, para formar el “Ejército de Liberación Nacional”, que ayudó al coronel Carlos Castillo Armas a combatir el comunismo, allá por 1954.
Los Salguero somos campesinos y ganaderos, en su gran mayoría. Aunque debó reconocer que hay algunos parientes que se han dedicado al comercio en general.
Mención aparte, merecen aquellos Salguero que están en las filas de la Policía Civil Nacional, y ,otros, en el glorioso Ejército chapín.
Como somos gente brava, valientes, y no le tenemos miedo a nada ni a nadie, ahora mis parientes son contratados como seguridad personal de las familias adineradas de Guatemala, después de haber sido dados de baja de las corporaciones policiacas y militares. Seguimos aferrados a las armas de fuego, nos encanta el olor a pólvora y la adrenalina que produce traer en el cincho una escuadra o un revólver automático.
Yo, por poner un caso, desde que era un niño de unos siete u ocho años, mi papá me dio una pistola y diez balas para que empezara a practicar el tiro al blanco. En el patio de mi casa, al fondo, puse varias botellas de vidrio en fila, y las rompí todas a pura bala.
Y así son mis primos también, los de Cuilapa y los de Jutiapa, patojos buenos para las armas, también mis primas saben disparar al cuerpo.
Yo estoy orgulloso de mi familia de la cual provengo, me enseñaron a trabajar y a ser valiente, y además todos los Salguero nos ayudamos cada vez que podemos y nos piden auxilio económico o les quitamos del camino a alguien estorboso.
A mi me busca mucho la familia porque he podido progresar, sin decir que soy muy rico. Es cierto que acabo de comprar un caballo de pura sangre, que me costó trescientos mil dólares en efectivo. Pero vale la pena, le tengo entrenador y veterinario, y lo saco a pasear a las ferias de las ciudades de Oriente, acabo de estar en la feria anual de Barberena, y otros compas también, traían buenos caballos de raza. Es como un concurso de belleza, pero de animales.
Mi negocio tiene que ver México. Hace algunos años, me vinieron a visitar unos rancheros de allá, del norte de México, creo que de Chihuahua, quienes me propusieron un bonito negocio.
Tengo una finca ganadera, grande, con buenos pastizales y tengo ganado de engorda tipo cebú, que vendo a los rastros mexicanos de la frontera, en canal.
Mi finca “El Porvenir” está situada a unos pocos kilómetros de la frontera de Guatemala con Honduras. Está medio escondida, entre las montañas. No sé cómo estos rancheros mexicanos me localizaron y me dijeron que si quería entrarle a un buen negocio, rentable, sin hacer nada. La oferta era tentadora: ganar plata y no tener que hacer nada, ¡! pues genial ¡¡
Les dije: “yo soy Alfonso Salguero y estoy a sus órdenes. En qué puedo servirles”. Ellos, me pusieron enfrente de mí, un portafolio negro retacado de billetes de cien dólares. Y, se fueron, no sin antes decirme que necesitaba que les adaptara una pequeña pista para avionetas, con luces a lo largo de la pista de setecientos metros. Todo ese trabajo había que tenerlo listo para dentro de quince días.
Llamé a todos mis primos de la región para que me echaran una mano en ese proyecto. Acudieron muchos de ellos, que estaban desempleados y que solo sabían matar.
En quince días teníamos preparada la pista para las avionetas de los mexicanos, con sus luces azules a lo largo de la pista, eso sí intermitentes. Conseguí un trascabo y una aplanadora con un compadre de Esquipulas, quien me hizo un precio de risa por el alquiler de la maquinaria por una semana.
Los vuelos nocturnos de las avionetas se hicieron muy frecuentes en mi finca, apenas aterrizaban, descargaban los bultos, bien empaquetados, calculo yo como de una tonelada en total. Y, luego se iban de inmediato. Al día siguiente un tráiler de grandes dimensiones, refrigerado, cargado con bananos, colocaba la mercancía en un doble fondo, y se iban.
Los pagos en dólares que yo recibía cada mes, superaban mis expectativas de ganadero próspero de esa región. Me estaba volviendo loco de tanto dinero en efectivo del cual podía disponer de inmediato.
Yo no preguntaba nada a los mexicanos que me frecuentaban con el dinero cada cierto tiempo. Simplemente, me llamaba la atención que los primeros vuelos eran de pequeños aviones, después siguieron vuelos de aeronaves un poco más grandes pero que eran capaces de aterrizar en pistas cortas. Yo, como si soy previsor, alargué cuatrocientos metros más la pista y la iluminación. Y los mexicanos me lo agradecieron infinitamente, con más dólares por supuesto.
Nunca ví a los pilotos de las aeronaves, aterrizaban, y yo ya tenía lista mi gente para descargar los bultos, y enseguida levantaban el vuelo rumbo al sur.
Así llevo ya varios años de ayudar a mis amigos mexicanos, simplemente dejándolos aterrizar sus aviones en mi finca, y yo ya logré juntar varios millones de dólares.
Mi familia, mi esposa y mis hijas, están muy orgullosas de mi, les doy todo lo que necesitan para vivir felices. Pero casi no las veo porque mi trabajo es muy demandante, casi todas las noches llegan los aviones a la finca, y yo soy el responsable de que nada falle.
Mi hija mayor, Jessica Salguero Salguero, se apellida doblemente Salguero porque me casé con mi prima Concepción Salguero, quien me regaló tres princesas maravillosas: la Jessica, la Nancy y la Shirley. Pues, mi princesita Jessica cumple quince años, y quiero hacerle una fiesta inolvidable.
La Jessica quiere que le traiga a su fiesta de quince años, a Vicente Fernández, el papá de Alejandro “el potrillo”, pero mis amigos mexicanos dicen que ya tiene compromisos para esas fechas de la fiesta de mi chiquita linda. De cualquier modo, ya contraté al Mariachi Várgas de Tecalitlán, Jalisco, a un ballet folklórico, un mago, un cómico, y a un par de jovencitos cantantes que salen en la televisión de allá. Solo el elenco artístico lo integran más de cuarenta personas de México, más los técnicos e ingenieros de sonido e iluminadores.
Mi hija se merece eso y más.
Saben cómo llegarán a la fiesta? Pues, directamente volaran a la finca, y de ahí los trasladarán hacia Jutiapa en varios autobuses de lujo que renté, que hasta tiene baños sanitarios, televisión, café y galletas.
La fiesta tendrá lugar en mi casa de Jalapa, la cual ya se acondicionó para recibir a los quinientos invitados, que mi hija y mi esposa seleccionaron desde hace un año. Muchos son parientes nuestros, pero otros son amigos y amigas de mis hijas.
Estos eventos necesitan ser planeados por profesionales, así fue como dimos con una empresa mexicana que nos recomendaron los rancheros de Chihuahua, y toda está cuidado al detalle.
El banquete se contrató en la ciudad de Guatemala, ya tuvimos varias degustaciones, de las que mi esposa se hizo cargo, junto con mi madre y mi suegra. Los vinos y la champaña ya están en la cava que construí recientemente. Pero como mi familia bebe cerveza Gallo, ya contraté el servicio de barriles al por mayor, los buenos vinos y el tequila será para brindar con los amigos mexicanos que ya ofrecieron asistir a la fiesta de mi niña.
Toda la fiesta se llevará a cabo en los jardines de mi casa, no quiero que los invitados entren a la casa, ni siquiera a los baños, porque ya tendrán servicios sanitarios en el extremo del jardín. Tengo muchas cosas de valor en las salas y en las habitaciones.
El helipuerto está acondicionado, así como un parqueo techado para más de cien automóviles, con sus respectivos “valet parking” para acomodar los autos en forma ordenada.
Hoy están mis hijas con mi esposa en Nueva York de compras, quieren impresionar a los invitados con la ropa de moda en Estados Unidos.
Mi preocupación es la siguiente, y no soy paranoico ni mucho menos, pero ando con chaleco antibalas por la inseguridad en Guatemala, ya ven ustedes cómo anda suelta la delincuencia; pero últimamente la policía guatemalteca y el Ejército han circulado muy cerca de mi fina “El Porvenir”, haciendo preguntas a mi gente sobre las actividades que realizo y queriendo saber mi paradero.
La fiesta de los quince años de mi princesita, es una ocasión propicia para que me tiendan una trampa y me quieran atrapar, a mí y a mis amigos mexicanos, por eso hemos decidido no aparecernos por ahí ese día, y que me perdone mi princesita linda porque su papi no estará con ella bailando el vals, que tantas veces ensayamos en la finca.
Los Salguero somos una familia guatemalteca como tantas otras…
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