sábado, 5 de febrero de 2011

Multiculturalismo, un fracaso.

El primer ministro británico, David Cameron, ha sentenciado que el multiculturalismo ha fracasado en Reino Unido porque la política de tolerancia de los anteriores gobiernos laboristas ha convertido a los jóvenes en objeto vulnerable del radicalismo islámico.

En su primer discurso como jefe de Gobierno sobre las causas del terrorismo que anida en las sociedades occidentales, pronunciado en el marco de la conferencia de seguridad de Munich, el dirigente conservador ha subrayado que el Estado debe confrontar y no confraternizar con las organizaciones islámicas que se muestran ambiguas ante los derechos humanos universales, incluidos los de las mujeres y el respeto a otros credos. "Necesitamos menos de la tolerancia pasiva de los últimos años y más de un liberalismo muscular activo", ha afirmado.

El diagnóstico de Cameron sobre la necesidad de "construir un sentido de identidad nacional y local más fuerte" está en la misma línea de las críticas que la canciller alemana, Angela Merkel, lanzó cuatro meses atrás contra la resistencia a integrarse que presentan ciertos sectores de la comunidad musulmana de su país. El multiculturalismo ha supuesto "una fracaso completo" en Alemania, dijo la canciller.

Las palabras de Cameron han sido criticadas desde sectores musulmanes de la sociedad británica que se sienten victimizados y por representantes de la oposición laborista a causa de su coincidencia en el tiempo con una marcha de la ultraderechista Liga para la Defensa de Inglaterra, que ha congregado a tres millares de activistas en las calles de Luton. Esa localidad, próxima a Londres y una de las más deprimidas del Reino Unido, es escenario habitual de enfrentamientos entre jóvenes de origen paquistaní afectos a las proclamas del Islam radical y grupos de tinte neofascista.

Allí residió Taimour Abdulwahab al Abdaly, el refugiado iraquí que el pasado diciembre se inmoló con una bomba en el centro de Estocolmo. Luton también fue la última escala de los terroristas que sembraron la muerte en el transporte público de Londres en 2005. Los cuatro miembros de esa célula que perpetró la primera oleada de atentados aquel verano en la capital británica eran ciudadanos británicos que nacieron y se criaron en Reino Unido.

A esa realidad ha aludido David Cameron cuando ha anunciado un escrutinio más severo sobre los grupos musulmanes que utilizan subvenciones públicas para difundir el mensaje del islamismo radical. "Juzguemos a esas organizaciones de la forma adecuada ¿Creen en los derechos humanos fundamentales, en la igualdad de todos ante la ley, en la democracia? ¿Alientan la integración o el separatismo?", ha planteado el primer ministro británico.

Aunque el político tory ha intentado trazar una clara distinción entre el islam como religión y lo que describió como "extremismo islamista", su discurso no fue bien acogido por el Consejo Musulmán Británico. "Confiábamos en que el nuevo gobierno de coalición (conservadores y liberaldemócratas) aportaría un cambio de énfasis en la política antiterrorista, pero de nuevo la comunidad musulmana es tratada como el centro del problema y no como parte de la solución", manifestó su secretario general, Faisal Hanjra.

El diputado laborista por Luton Richard Howitt, que intervino en la contramanifestación organizada en la ciudad frente a la marcha de la Liga para la Defensa de Inglaterra, ha declarado que el ataque de Cameron contra el multiculturalismo "supone una rendición ante la ideología de extrema derecha que no distingue entre las ideas moderadas y las fundamentalistas y socava el respeto y cooperación entre la gente de diferentes confesiones".

Para el primer ministro, sin embargo, los esfuerzos de integración deben de ir acompañados de una actuación muchos más severa ante los grupos radicales: "Europa -ha concluido en Munich- debe saber reconocer lo que pasa en el interior de las fronteras de nuestros propios países".

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