Ser zapatista en España
Marcos Roitman Rosenmann
En España nos
encontramos con una situación peculiar. La izquierda institucional se
divide continuamente. Durante el último año han aparecido partidos que
se desgajan de Izquierda Unida, para seguir, curiosamente, en su seno.
No hay quien entienda. Se declama la unidad y la cohesión, pero se
practica la división. Los problemas se acrecientan y la soluciones no
llegan. Prima el protagonismo y el ansia de poder. En ocasiones
mediocre, provinciano y caciquil, donde sólo se discute el nombre del
próximo secretario general o regional, y no los principios, el proyecto y
la obligación ética y política de elaborar un programa de acción abajo y
a la izquierda.
El paraguas de la ineficacia es muy grande; en él se protegen las
mafias internas. Las mafias despliegan sus malas artes para mantener y
acrecentar, si es posible, el control de los mandos. El militante joven
recibe un aprendizaje nefasto. Para tener protagonismo debe medrar en la
organización. Pertenecer a un grupo, tener padrinos y callar a tiempo.
La organización parece campo de batalla. Sus afiliados viven de reyerta
en reyerta. Todo se negocia en la mesa de restaurantes de gourmet, entre
café y café y anécdotas. Así se reparten el pastel. La secretaría
general para mí, internacional para vosotros, organización ya veremos.
Lo importante, la financiación. Puesto clave: tesorero. Esta realidad no
creo que sea muy distinta en Francia, Alemania, Chile, México o Italia.Las izquierdas que se han apalancado al interior del sistema han decidido convertirse en el pepito grillo de las inmoralidades del capitalismo. Pero han renunciado a los sueños de construir otro mundo. Un mundo donde quepan todos los mundos, donde la dignidad, la ética, el sentido democrático de mandar obedeciendo sea el principio que abra las ventanas para una vida en libertad, justicia social, equidad y democracia. Simplemente quieren obtener un porcentaje de alcaldes, diputados, senadores. Entre más, mejor. Así se hace ruido y se logran más votos.
En el último comunicado del EZLN, firmado por el subcomandante Marcos, ¿No los conocemos? Aparecen 10 principios sobre los cuales es posible reconocer a un no zapatista. Entre ellos destacan: si se quiere un cargo, nombramiento, homenajes, premios; si se tiene miedo; si se vende, rinde o claudica; si se toma muy en serio a sí mismo; si no se provoca escalofríos al verlo; si no da la sensación de que dice más con lo que calla; si es un fantasma de los que se desvanecen. Lo cierto es que tiene razón. Por ello, ser zapatista traspasa fronteras en el campo del pensar y del actuar de la izquierda cuyo objetivo es destruir, digo bien, destruir los mecanismos de dominación y explotación del capital que niegan la condición humana.
Ser zapatista en España no supone reproducir esquemas. No se trata de hacer solidaridad. Es una actitud, una forma de vida, una manera de actuar. Un comportamiento. Hoy, seña e identidad de todos cuanto abajo y a la izquierda, indignados, con digna rabia, anticapitalistas, excluidos y marginados, pueblos originarios, luchan y resisten al capitalismo. Su silencio en México es el nuestro en España. Su dignidad en México, la nuestra en España. Sus esperanzas en México, las nuestras en España. Son fortaleza contra la injusticia, la corrupción, la felonía y la traición. Nada nos separa, todo nos une. En eso consiste ser zapatista en España.
Pero el zapatismo es vilipendiado por quienes se sienten dueños de la verdad, del mundo y la única izquierda posible. En este ataque se busca su aniquilación, por medio de agresiones, provocaciones y actos de sabotaje. Sus comandantes son caricaturizados, descalificados y considerados lugartenientes del subcomandante Marcos, a la vez satanizado. Toda una parafernalia destinada a provocar desánimo en quienes militan en el zapatismo. Ataques espurios, vacuos, que al fin y al cabo acaban revirtiéndose hacia quienes los fomentan. Su uso demuestra incapacidad política de responder a las propuestas de autonomía, paz, justicia social, democracia, dignidad y libertad, levantada por el EZLN. No hay duda. Militar en el zapatismo es un orgullo y un deber. Hay que seguir siendo zapatista. No se puede dejar de serlo en este momento. Ni renuncia ni desaliento.
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