En México tuvimos un partido político hegemónico, el Partido Revolucionario Institucional, PRI, durante casi ochenta años en el poder, hasta que iniciando el siglo XXI fue derrotado por el conservador partido de derecha Partido Acción Nacional, PAN, en unas elecciones extraordinarias por el alto índice de participación ciudadana en las urnas. La sociedad pedía a gritos un cambio radical en el estilo de gobernar, por ello logró ganar la presidencia un personaje que prometió sacar al PRI de Los Pinos (residencia presidencial), además de otras promesas que el país requería con urgencia.
Sin embargo, la llegada al poder de Vicente Fox, un antiguo gerente de la Coca Cola, fue un fiasco, un rotundo fracaso en la conducción del gobierno, fue un político inepto con escaso sentido de lo que debe ser un jefe de estado.
Después de Vicente Fox, del cual se sigue dudando sobre sus capacidades intelectuales y emocionales, ya que se sabe ahora siempre estuvo dopado para contener su depresión manifiesta, llegó al poder otro miembro de su partido político, Felipe de Jesún Calderón, en unas elecciones que quedarán manchadas de corrupción y fraude, y con la sombra permanente de dudas sobre su legitimidad.
La ineptitud para gobernar es evidente en este gobierno de derecha, el cual no ha podido resolver los problemas urgentes de la nación: desempleo, inseguridad, vivienda, educación y salud.
En vistas de la futura elección presidencial, los comicios celebrados ahora para elegir gobernadores, presidentes municipales y diputados locales, se tornó en una suerte de pulso entre los principales partidos políticos de México: PRI, PAN y PRD (Partido de la Revolución Democrática, de tendencia de izquierda), arrojando resultados inesperados para el PRI que pensaba que arrasaría en todos los estados en los cuales habría elecciones.
El PRI, perdió tres importantes gubernaturas que tradicionalmente eran de su dominio y propiedad patrimonial: Puebla, Oaxaca y Sinaloa. Por efecto de una alianza entre partidos de derecha e izquierda.
Las alizanzas políticas en México están permitidas por las leyes electorales vigentes, sin embargo el unirse el PAN con el PRD para evitar que el PRI continúe dominando la escena política nacional, es un acto a todas luces indígno para los que militan en las organizaciones democráticas de izquierda.
Teniendo postulados ideológicos diametralmente opuestos, el PAN y el PRD, cómo es posible que transen sus postulados esenciales para alcanzar cuotas de poder importantes para sus dirigencias nacionales, pero son incapaces de postular una alianza en favor de las demandas populares.
Al final de cuentas, todos los partidos políticos en México representan variantes mínimas de un modelo económico neoliberal. El absurdo total para un partido de izquierda que en el siglo pasado representó unos ideales de justicia, democracia y libertad, que ahora abandonan en aras de una alianza indígna con la derecha retrógrada de este país.
El absurdo de los absurdos políticos, por ejemplo, es el Partido Verde que su bandera es "la pena de muerte", y que se vende al mejor postor para ir en alianzas convenientes, casi siempre con el PRI, ya que si se lanza sólo a las elecciones perdería el registro por escasa votación a su favor.
La decepción de los viejos militantes de izquierda es mayúscula, después de los espectaculos bochornosos que ofrecen las alianzas entre derechas e izquierdas.
Hay que refundar los viejos socialismos. crear nuevos partidos políticos con jóvenes militantes...
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