Las niñas, a diferencia de los niños, aprenden los ritos de la seducción al sexo opuesto desde muy chicas, su padre será su primer ensayo de seducción abierta y amorosa.
las niñas seducen al papá, para experimentar su poder de seducción frente a la rivalidad de la madre, se trata ni más ni menos de quitarle la pareja a esa otra mujer, la madre, y de ahí se entabla una lucha que durará toda la vida.
Una niñita de dos años "sabe" intuitivamente qué le agrada al padre para conseguir lo que desea.
La coquetería es algo aprendido en la primera infancia de las niñas, la madre es su principal instructora, nada más que la madre ignora que todos esos trucos que le enseña a la hija serán usados en su contra, cuando la hija pretenda "casarse" con su padre, o sea con la pareja de aquella.
Lo principal que aprende la niña en el campo extenso de la seducción es a "esperar pasivamente" a que el hombre, por naturaleza cazador y aventurero, se aproxime a ella y pueda mostrarle sus atributos seductores.
El aprendizaje elemental sobre el arte de la seducción, lo saben bien todas las niñas del mundo, se fundamenta en la coquetería que incluye una variedad de estrategias para ser atractivas a la mirada masculina. Algunas cuestiones esenciales: el cabello largo (cuidado), cuerpo con curvas, ojos grandes y expresivos, una sonrisa linda con una dentadura perfecta, unas manos en movimiento, un caminar cadencioso (los zapatos de tacón alto lo facilitan), ropa sencilla pero adecuada a las circunstancias.
La posmodernidad ha cambiado algunos patrones de la seducción femenina, como por ejemplo a ya no esperar pasivamente el acercamiento masculino; ellas ahora salen de cacería, como si fueran varones en pos de la presa. Las mujeres del siglo XXI están hartas de esperar y que no ocurra nada interesante a sus alrededores, porque los varones se han retirado a sus madrigueras y no quieren salir a cazar, mejor se meten al facebook y esperan como pescadores pasivos a ver quién pica el enzuelo.
La agresividad femenina se puede observar en que ahora son ellas las que sacan a bailar a los hombres, las que piden los números teléfónicos de los hombres que les gustan, las que pasan por ellos a sus casas y los van a dejar al finalizar las citas, las que pagan las cuentas de sus galanes, etcétera.
Una mujer seductora es aquella que trae el cabello limpio y bien peinado, las uñas cuidadas, las manos lisas, un maquillaje del rostro sobrio, depiladas (es una exigencia de ellas, de ellos), una ropa que deje ver su cuerpo, los accesorios adecuados, no sobrecargarse de objetos colgantes, y un dispositivo infalible: un guiño de ojo y una sonrisa derrite a cualquier varón atento.
Las mujeres no tiene que tener discurso alguna para convencer, ya que lo único que se pide de ellas es que sepan escuchar las palabras de los hombres en acción, ellas solamente se deben limitar a sonreír y ya. Ya habrá tiempo después para saber qué piensan sobre la vida y sobre ellas mismas. En una primer a instancia eso no es necesario.
Una mujer llena de títulos universitarios y doctorados asusta a cualquiera, porque los hombres no están buscando talentos intelectuales, quieren a las mujeres porque les parecen atractivas y posibles paridoras de sus hijos.
No hay que aventar el currículum por delante en la seducción, ya que lo que se buscan son otros atributos: buen sexo, buen proveedor, buena para la procreación, buena para cocinar, para acompañar, etcétera.
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