Rolando Palma es un hombre exitoso que hizo mucho dinero, asociándose con la clase política mexicana, que controlaba en aquellos tiempos de la segunda mitad del siglo XX, esos grandes negocios multimillonarios en la industria petrolera.
Rolando tiene actualmente setenta y dos años, una salud precaria debido a su vicio del cigarrillo, se fuma hasta tres cajetillas diarias, pero al mismo tiempo dispone de una fortuna que amasó con una empresa dedicada al transporte terrestre de los hidrocarburos. Ser rico le permite paliar su tremenda soledad, comprando afecto por doquier.
Rolando viaja por todo el mundo, sólo, en clase vip, y siempre se aloja en los hoteles de cinco estrellas o más, vive a todo lujo. Pero está muy sólo.
Al sitio que vaya de paseo como turista, si le gusta se queda por más de tres meses, y luego regresa a México a su mansión que tiene en el exclusivo barrio de clase media alta, en Polanco, donde vive la burguesía judía tradicional.
Rolando ha tenido varios matrimonios y varios hijos tambien, y hasta un par de nietos.
Rolando come bien, es un sibarita consumado; también bebe licores exclusivos por sus altos precios, pero lo hace siempre sólo, no hay quien quiera acompañarlo, a menos que él pague por esa compañía deseada.
Viviendo en Polanco, que también cuenta con algunos parques públicos hermosos, Rolando prefiere caminar por los andenes del Parque México, para ello se traslada desde Polanco hasta la colonia Condesa en su lujos auto BMW del año, que el conduce y lo exhibe muy orondo.
Rolando viste elegantemente, con ropa de marca, siempre bien combinado.
Rolando no tiene amigos, sino solamente intereses.
En el amor es igual, ¿cuánto me cuesta esa joven y hermosa mujer?
Es posible que Rolando se rodee de muchas jovencitas en algún restaurante de lujo de la Condesa y las haga reír con sus incontables anécdotas vinculadas al mundo del dinero, pero esas niñitas maravillosas se excitan demasiado con las cuentas bancarias de Rolando, ya que al abrir la billetera de inmediato relucen la docena de tarjetas de crédito y sobre todo las de American Express, las doradas, las platinadas, etcétera.
Rolando camina por el Parque México, mostrando su desprecio a los miserables intelectuales y artístas que pululan por ahí, que ni de lejos alcanzarán su enorme fortuna vendiendo cuadros o haciendo películas pornográficas.
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