En casi todas las culturas del mundo, ya sean primitivas o modernas, existe una figura importante en la comunidad que se dedica a realizar su papel de "cupido", es el típico casamentero; dicho papel lo puede desempeñar un hombre o una mujer, es indistinto para el efecto logrado.
Desde hace muchos años, por mi trabajo como antropólogo en mi juventud, me tocó estudiar a diversas comunidades indígenas del Estado de Chiapas, México, en las cuales encontré esa figura del casamentero, esa especie de intermediario entre las familias de los futuros esposos.
Es un arte el ser casamentero, es un don divino dicen los judíos, porque tiene la responsabilidad de unir a dos seres humanos para que formen una familia y que el grupo social-étnico al que pertenecen siga floreciendo.
La posmodernidad ha modificado grandemente esa labor del casamentero tradicional, ahora esa actividad la llevan a cabo diversos sitios de la Internet, especializados en la búsqueda de pareja sentimental. El intermediario es virtual, cibernético. Los sitios de encuentro de pareja, han tenido un enorme éxito social porque la vida moderna no facilita el ocio y la conversación entre extraños. Todo el mundo se afana por trabajar como esclavos para medio vivir con cierto decoro.
¿A qué horas, y en que sitio, un hombre o una mujer que trabaja todo el día puede encontrar una posible relación sentimental?
La respuesta de hoy es: en la Internet.
La búsqueda de un compañero sentimental en la Red, es como tratar de encontrar una aguja en un pajar, para remitirse a un refrán antiguo. Muchos dirán que conocen a varias parejas que se encontraron en ese mundo virtual y fueron muy felices, al casarse. El que el resultado de esa relación por la Red haya dado resultado con un casamiento, es posible; pero que fueron muy felices eso siempre estaré en duda.
Dentro de la comunidad judía de la ciudad de México, todavía existen varios casamenteros preocupados porque sus miembros tengan pareja, para ello se afanan demasiado en concertar las famosas "citas a ciegas", cuyos resultados son altamente inesperados y desconcertantes.
Buscarles pareja a los judíos es un asunto serio, al menos en México, ya que no solamente se preocupan los casamenteros en unir a jóvenes en edad de merecer, sino también se ocupan de unir a viejos de la tercera edad, que se han quedado solos por diversos motivos. Como si la consigna fuera: "la vida en pareja es lo ideal". Sin embargo, hay muchos judíos jóvenes y viejos que no desean hacer vida de pareja, dicen que viven mejor sólos que mal acompañados.
Mi mejor amigo judío suele tener repetidas experiencias de "citas a ciegas", que se las promueven diversos casamenteros de la comunidad de la Ciudad de México. Siempre se trata de mujeres mayores de cincuenta años, abuelas muchas de ellas, algunas descuidadas en su aspecto físico, dejaron de hacer ejercicio hace mucho tiempo y que quieren encontrar a alguien que se haga cargo de ellas en lo económico y en lo emocional.
Mi amigo les pregunta por teléfono antes de la cita a ciegas: ¿cómo habré de reconocerte? Ellas dan alguna información sustancial al respecto y mi amigo analiza el dato y luego se lanza al sitio del encuentro (casi siempre en algún restaurante), al llegar antes de la hora fijada, observa a todas las mujeres que van ingresando y al llegar la pretendida novia, si le gusta se queda y conversa con ella, de lo contrario sale corriendo por la puerta de emergencia y chao, nunca más.
En este mundo se está dificultando demasiado encontrar amigos, parejas, amantes, por que ya casi nadie tiene vida social puro Facebook.
No hay comentarios:
Publicar un comentario