domingo, 4 de julio de 2010

Aquellos ojos verdes.

Eva es una hermosa mujer de enormes ojos verdes, es una mujer de cuatro décadas y dispuesta a conquistar el corazón de un principe azul.

Eva, como muchas mujeres tienen tatuada la letra "D" en la frente, que significa: disponible. Después de un par de divorcios, Eva está decidida a conocer al hombre de su vida, y a no volverse a equivocar en la selección del galán próximo.

Los requisitos mínimos que Eva exige para tener una nueva pareja son sencillos de cumplir: tener cincuenta años, puede ser divorciado con hijos, tener una situación económica estable y decorosa y estar dispuesto a gastar en ella de forma generosa.

El problema actual de Eva, es que la "D" que tiene en la frente se ha convertido de "disponible" a "desesperada". Todos los hombres, bueno casi todos, son capaces de leer en las frentes de las mujeres su grado de disponibilidad y entrega a una relación (sea aventura o algo serio).

La mayoría de los hombres y de las mujeres que andan en la búsqueda de una pareja, quieren entrar en los patrones tradicionales de tener una pareja estable en casa, quieren convivir juntos lo cotidiano, inclusive compartir la cama. Sin darse cuenta que hoy otros modelos de relación de pareja que son menos tóxicos. Por ejemplo, el esquema amoroso de la "Toalla", que significa simplemente "Tú allá y yo acá". Cada quien en su casa y dios en la de todos.

Además en el caso de Eva, omite que toda relación es un intercambio de bienes y servicios. Si quieres un principe azul, tú tienes que ser una princesa también. para aspirar a un millonario, por ejemplo, tienes que pertenencer a la alta burguesía o a la nobleza, por que de lo contrario vas a vivir una suerte de historia romántica que solamente en las telenovelas ocurren: donde la mujer pobre y proletaria se casa con el hombre rico.

Eva se acaba de ir a Madrid a buscar al hombre de su vida, siguiendo una simple corazonada. Resulta que una mujer mexicana que lee el Tarot le aseguró a Eva que su destino está en España al lado de un madrileño. Es más, tuvieron vidas pasadas en común.

Así que siguiendo los sabios consejos de la tarotista de moda en la Colonia Condesa, la famosa Melusina, Eva vendió sus pertenencias, el auto y el departamentito que tenía en la Escandón, y emprendió el viaje por Iberia rumbo a Madrid.

Como Eva realmente es una mujer muy atractiva, le resultó fácil la búsqueda y el conseguirse un trabajo en el mundo de las agencias de modelos, que aprecian a las bellezas exóticas mexicanas, morenazas d eojos verdes y un cuerpo bien torneado.

En el medio del modelaje Eva conoció a un chico diez años menor que ella, guapísimo y muy español, barba cerrada y ojos negros, atlético, bien parecido, y modelo de moda en las pasarelas de Madrid y Barcelona.

Josep se llama el chico guapo que a Eva cautivó. Se miraron fíjamente a los ojos y comprendieron que eran el uno para el otro. Al mes de estar Eva en Madrid, se fue a vivir al apartamento de Josep, nada más que Josep tenía en ese momento otra relación con una chica italiana, que también compartía casa con él.

Eva se quiso mostrar como una mujer de mucho mundo, que no le importaba demasiado que Josep tuviera a otra mujer en su apartamento, el problema es que Josep se acostaba todavía con la chica italiana, pero no a escondidas de Eva, al contrario se lo decía con todas sus letras: "hoy duermo con Sofía". Eva hacía su entripado y mucha muina pero aceptaba el trato.

Hoy, Eva comparte la casa, la cama y el buen salario de Josep con Sofía, los tres tratan de ser felices con lo que tienen, un buen triángulo amoroso-sexual.

Lo preocupante, relata Eva, es que ya apareció una mujer rusa, rubia platinada, ojos azules y un cuerpo escultural, que Josep invita frecuentemente a dormir en su apartamento. Esa rusa se llama Sonia y viene huyendo de la mafia de su país que trataban de prostituirla en Holanda.

Lo que empieza a resultar insoportable para Eva, es tener que compartir a Josep con otras mujeres, y su dinero también, sobre todo eso.

Eva encontró al principe azul en Madrid, pero con todo un harém.

Ella quería la monogamia y la convivencia de la pareja, pero nunca imaginó que la poligamia existiera en España y la promiscuidad también.

¿Y ahora cómo se regresa Eva a México, sin dinero, sin marido, sin trabajo?

Eva insiste: los españoles son divinos y cariñosos, ellos si saben tratar a una mujer (y a varias). Mi tarotista tenía razón, encontré al hombre ideal pero no estaba solo. Algún día desapareceré del mapa a las otras, ya lo verán...

1 comentario:

  1. Pobre Eva, me parece que fue muy ingenua y muy tonta: primero por creerle a la tarotista y luego por quemar sus naves. Lo peor es haber vendido el pequeño departamento, ¡pudo haberlo rentado mientras probaba suerte! Mi moraleja es que nunca hay que jugarse el todo por el todo por un hombre, menos por un improbable príncipe azul, sea español, sudamericano, mexicano o de la nacionalidad que sea. Creo que a los 40 uno ya no debiera tomar esas decisiones precipitadas, pero bueno...Creo que el desenlace está más que cantado: Eva tendrá que regresar con una mano atrás y otra adelante a Mexiquito...o seguir prostituyéndose con su Josep.

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