Después de haber vivido más de cuarenta años en pareja, con diferentes mujeres y por periodos cortos y largos, creo que tengo alguna noción cierta de lo que eso significa.
De entrada habría que decir que hay personas, hombres y mujeres, que no quieren vivir en pareja, o porque nunca lo quisieron probar, o bien porque habiéndolo probado resultaron hartos de la experiencia como para repetirla.
Yo soy de la idea que el ser humano debe vivir acompañado, y si la pareja es amorosa y solidaria, un verdadero compañero o compañera, la cosa resulta interesante para ambos.
Mi propuesta sobre una nueva relación de pareja es novedosa pero poco atractiva para mucha gente. La reticencia tiene que ver con este esquema amoroso que rompe con la regla tradicional de vivir bajo el mismo techo.
La iniciativa de formar una nueva pareja tendría que ser bajo la premisa de que cada quien viva en su propio espacio. Lo cual tiene enormes ventajas para evitar las rutinas desgastantes de toda relación de pareja o de familia. El principio en el que se sustenta esta propuesta es en el de la libertad con responsabilidad. Cada quien hace su vida con sus proyectos personales y le asigna a la pareja un tiempo y un espacio espacial determinado.
La responsabilidad es la de cuidar al otro como la persona más importante en su vida y ese es el compromiso más fuerte de este compañerismo solidario. Estar juntos para defenderse de esta sociedad que hace a todos enemigos de todos, y los pone a competir entre si, por estupideces.
Obviamente, que este planteamiento escuchado en el país donde vivo actualmente suena a la peor de las herejías posibles. Porque lo tradicional es lo que impera en toda pareja, se lleven bien o mal, eso no importa mucho.
Cuando hablo de estos nuevos planteamientos ante personas universitarias, sus caras de asombro permanecen intactas todo el tiempo. Como si yo viniera de un planeta lejano, en el cual las cosas fueran diferentes y exóticas.
Seguiré en mi propósito de encontrar adeptos a mis ideas amorosas.
La lucha continúa, no es nada fácil vencer las resistencias culturales.
Pero moriré en el intento, no antes.
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