Las momias arden bien. Eso se sabe perfectamente. Los ladrones de tumbas las usaban a trozos como antorchas para iluminar sus correrias. Y las destruían a hachazos, los muy salvajes, para arrebatarles sus tesoros ocultos bajo las vendas. Lo que nunca pensamos es que podrían ser maltratadas dentro del mismísimo sancta sanctorum de las antigüedades faraónicas: el museo egipcio de El Cairo. Dos momias, no sabemos cuáles, han vuelto a sufrir la suerte de sus miles de congeneres y todos los amantes de la historia solo podemos angustiarnos pensando en el destino que les espera a las demás.
Los irremplazables cuerpos de los grandes reyes del Imperio Nuevo, los Ramseses, los Tutmosis, los Amenofis, que duermen en la popularísima y tan visitada sala de las momias. Ser momia nunca ha sido un chollo en Egipto.
Lo impensable: el museo atacado, vitrinas rotas, objetos fundamentales de nuestro patrimonio, el patrimonio de toda la humanidad, por los suelos: modelos de barcos, ushebtis, estatuillas....No consta que los tesoros de Tutankamon, la gran riqueza de historia, conocimiento y belleza que custodia el museo hayan sido afectados.
!Horus proteja a la mascara dorada, los sarcofagos, las hermosas diosecillas custodias, los canopos! Pero el desastre ha estado muy cerca: las imagenes muestran destrozos en la sala de los tesoros de Tanis (los otros enterramientos de faraones hallados intactos), una sala que es vecina a la de Tutankamon y frente a la cual está la gran capilla dorada del joven rey. Lo impensable: Hawass sentado frente a la puerta, desbordado, protegiendo a cuerpo el museo.
En 24 horas hemos retrocedido al tiempo de los bárbaros y las invasiones. Recuerda Bagdad. Y las momias observan aterradas como la muerte las ronda por segunda vez. Isis protégelas.
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