sábado, 29 de enero de 2011

¿Qué hay en el bolsillo de un político?

El día que Jorge Elías le preguntó a Mijail Gorvachov qué llevaba en los bolsillos, el ruso, seco, le respondió: «Lo imprescindible». Esa mañana, sin saberlo, el presidente de la ex Unión Soviética, se convirtió en el primero en atender una cuestión que el periodista plantearía, durante los veinte años siguientes, al final de todas sus entrevistas.

El resultado de ese trabajo, un entramado fino de anécdotas e Historia contemporánea, hoy tiene forma de libro: «El poder en el bolsillo» (Editorial Norma).

“La contestación de Gorvachov no fue tan mala, la peor es cuando te dicen: Nada, no llevo nada”. La reflexión de Jorge Elías, sirve como arranque para explicar los motivos que le llevaron a escribir más de 270 páginas con, “intimidades y manías de los que gobiernan”.

“Mi intención –explica- era contar la política internacional, aproximar al lector un retrato de los líderes y políticos del mundo sin que se aburra. Para lograrlo, -explica- recurrí a las anécdotas y las transformé en el hilo conductor de los personajes”.


Varios ejemplos lo ilustran: Álvaro Uribe lleva una navaja pequeña porque lo mismo hacía su padre, Raúl Alfonsín no perdonaba la siesta, Fidel Castro y Carlos Menem se odiaban en público pero se siguen regalando puros y vino, Ricardo Lagos nunca olvida un peine pese a su histórica calvicie, Hugo Chávez también lleva uno aunque no lo usa pero su adicción al cigarrillo es tal que hasta se fuma los del entrevistado….

Los recuerdos de estas pequeñas cosas le sirven al autor para contar una versión en grande de estos hombres y mujeres públicos que algún día fueron anónimos ciudadanos de a pie.

Distintos en sus manías y costumbres, a juicio del autor del libro, comparten un destino fatal. “Viven una burbuja, terminan aislados de la sociedad. Salvo en países pequeños, no se enteran de lo que pasa en la calle… Cuando Rodríguez Zapatero, en el programa “Tengo una pregunta para usted”, dice que un café cuesta 73 céntimos, no está mintiendo.

Su referencia es el Congreso, su mundo ha quedado reducido a eso”.
Otro universo diferente era en el que se movía la ex secretaria de Estado de Bill Clinton. “El lenguaje de los símbolos de Madeleine Albright lo conocían sus interlocutores de todo el mundo antes de sentarse a conversar.

Ella misma lo confesó una vez: 'si quieren saber qué pienso, lean mis broches' (tiene más de doscientos). Su humor, su predisposición en las negociaciones tenía por delante un emisario: Podía ser una libélula, una araña o una mariposa multicolor en la solapa.

Lo que fuera, estaba dicho antes de pronunciar la primera palabra”, recuerda Elías.
Autor entre otros libros de, “Maten al cartero” (2005) y “De sol a sol” (2008), este fino escritor y columnista del periódico La Nación de Argentina, observa: “Hay personajes con imagen de antipáticos, como José María Aznar y el difunto Néstor Kirchner, que en persona resultaban simpáticos, agradables y en el caso del español hasta gracioso”, asegura.

También sorprenden rasgos cándidos en hombres duros como Uribe. “El ex presidente de Colombia –recuerda como si aún le costara trabajo creerlo- llevaba encima la tarjeta de crédito con su clave apuntada al dorso. La perdió en un acto público, la usaron, pero la terminó recuperando”.

Los que tienen el poder no suelen ir con dinero porque alguien se ocupa de eso, no pagan al servicio doméstico porque es asunto de otros, tampoco acostumbran a portar llaves de su casa porque no lo necesitan y mucho menos cargan un bolso... salvo excepciones.

“A la presidenta de Irlanda, Mary McAleese se lo lleva Martin, su marido, un odontólogo que dejó la consulta para acompañarla en la sombra”, comenta Elías. Ellas no son muy diferentes a ellos, “a la hora de ejercer el poder. Tienden a adoptar rasgos masculinos porque el poder, hoy por hoy, sigue siendo de los hombres.

Un modelo híbrido –clasifica- sería Cristina Fernández y uno excepcional Angela Merkel que hace la lista del supermercado, su marido la compra y ella cocina los fines de semana”.

La mayoría de los entrevistados se encontraba por sorpresa con la pregunta, ¿Qué lleva usted en los bolsillos? Una de las excepciones, “fue George Bush. La Casa Blanca pide que se anticipen las preguntas personales.

Aún así, la respuesta fue la más temida: Nada, no tengo nada, dijo mostrando el interior de los bolsillos”. En esos casos, Jorge Elías, interrogaba por los relojes, anillos, pañuelos o lo que se le ocurriera, “así fue cómo me enteré de que Bush usaba el mismo reloj de Bin Landen. Un Timex de 50 dólares”.

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