En realidad, escribo esto no para refutar al ingeniero Manuel Pérez Rocha, lo cual hice en mi artículo anterior, sino para dar contestación a los amables comentarios que recibí en torno a ese texto, en el que daba algunas razones respecto de la necesidad y conveniencia de medir la calidad de la educación que se ofrece a nuestros estudiantes, con objeto de mejorarla, algunos de los cuales disentían de mis afirmaciones.
Siendo la educación un tema de la mayor trascendencia para el futuro del país, considero que su discusión abierta es algo que debiéramos buscar, no sólo por conocer las ideas y los puntos de vista de quienes no están de acuerdo con nosotros, sino como un ejercicio sano que permite el intercambio de visiones diferentes en torno a un tema, sobre todo cuando esas opiniones contienen ideas y razones que enriquecen las nuestras.
Lamento mucho no haber recibido por ello una contestación a mi artículo por parte del ingeniero Pérez Rocha, pero entiendo que él es una persona con muchas ocupaciones y responsabilidades, por lo que dedico este artículo a responder a las objeciones que recibí de algunos lectores.
Acepto desde luego que muchas de las mediciones que se hacen de la educación pueden contener errores y estar mal definidas o mal realizadas, pero esto no anula la importancia de los esfuerzos por hacer uso de ellas. Hace unos 2 mil 400 años existió en Grecia un hombre que se atrevió a medir la distancia de la Tierra al Sol, encontrando que estaba 19 veces más lejos que la Luna.
Su resultado estaba seriamente equivocado, su razonamiento sin embargo era correcto y constituyó la base para que los seres humanos mejoraran con el tiempo esa medición. Aristarco fue ignorado en su tiempo, no porque su resultado estuviese equivocado, sino porque les parecía un atrevimiento ponerse a medir lo “inconmensurable”; no obstante, su ejemplo fue seguido y usado por otros hombres de ciencia, y su método sirvió para que tres siglos después otro hombre de ciencia, Eratóstenes de Alejandría, calculara con bastante aproximación el diámetro de la Tierra.
De hecho, la ciencia ha dado grandes pasos cuando alguien se ha atrevido a medir lo que previamente era considerado inconmensurable.
El clima de desconfianza e incredulidad que se ha venido gestando en nuestro país es totalmente justificable, luego de todos los engaños de que hemos sido objeto por parte de los pésimos gobernantes, políticos y personajes públicos que han medrado y distorsionado nuestros procesos sociales y de manera especial la educación, por ello resulta natural que se pretenda descalificar las evaluaciones educativas con todo género de argumentos, pensando que se trata de nuevos engaños, adjudicándoles incluso autores específicos que incluyen desde luego al SNTE y a sus líderes; sin embargo, las pruebas de Enlace están constituyéndose por sí mismas en un esquema de medición, no de los estudiantes, sino de los profesores, de los directores y de las escuelas, incluso de las autoridades estatales, por parte de la sociedad misma.
Hoy empiezan a pesar más como criterio para promover a un profesor o director los resultados logrados por los estudiantes a su cargo que las recomendaciones sindicales. De la misma manera, los padres de familia tienen hoy elementos para saber si la escuela donde estudian sus hijos está dándoles mejor preparación que la de años anteriores o que la proporcionada por otros planteles.
Algunos lectores comentaron en sus notas que las evaluaciones no toman en cuenta las diferencias en las condiciones sociales en las que se encuentran unos estudiantes respecto de otros y tienen razón en ello.
Seguramente es necesario hacer evaluaciones que tomen en cuenta tales diferencias; sin embargo, uno de los resultados de las mediciones de Enlace es que en estados enteros los resultados logrados por las escuelas particulares son bastante inferiores a los de las escuelas públicas, haciéndoles ver a los padres de familia más interesados que quizás han tomado decisiones equivocadas respecto de la educación de sus hijos.
En lo personal me ha tocado vivir de cerca el caso de Veracruz, en el que considerábamos que nuestro gran problema eran las zonas rurales de la sierra y de las regiones más apartadas del estado.
Los resultados más recientes nos han indicado con claridad que nuestra visión era equivocada, que es en estas regiones donde el dinero y el esfuerzo invertidos dan los mejores resultados, lo cual está cambiando las estrategias y acciones educativas del estado. De hecho, hoy nos preguntamos si no es ello una de las razones por las cuales Finlandia esté situada como la nación con mayores niveles de desempeño de sus estudiantes.
Para algunos lectores, los problemas más graves del país no giran en torno a la educación, sino en torno a la corrupción, y aunque ello se sale del tema de las evaluaciones educativas, su importancia es innegable; por mucho tiempo he pensado más o menos igual, pero es difícil eliminar la corrupción entre gobernantes y personas con una formación inadecuada o inexistente.
¿Acaso metiéndolos a la cárcel? ¿Haciendo leyes más estrictas? Me temo que no, la educación tampoco garantiza nada, se trata de una condición necesaria más no suficiente, pero lo que hoy puedo afirmar sin temor a equivocarme es que una educación integral, sólida y complementada con el ejemplo es lo único que podemos hacer y que puede funcionar, aunque ello desde luego toma tiempo.
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