jueves, 3 de febrero de 2011

El periodismo glorioso.

Yo siempre digo que tengo sangre de tinta... y un poco de güisqui". Con esta frase y con algo menos, por no decir nada, de alcohol, comienza Oxígeno para vivir. De la generación Mágnum a la generación 2.0 , el documental que ideó la periodista Georgina Cisquella con la ayuda del realizador Renato San Juan para "hacer memoria del periodismo de los últimos 50 años" a través de la carrera y la vida cotidiana del fotorreportero Enrique Meneses (Madrid, 1929).

El día de la muerte de Manolote en 1947, cuando ni siquiera había cumplido la mayoría de edad, Meneses escribió su primera noticia. Desde entonces no ha parado. "Yo sigo trabajando, no he dejado de escribir ni un día desde que tenía 15 años", cuenta en el salón de su casa de Madrid, sentado en su sillón de orejas, delante del ordenador, al lado de la televisión y con un móvil de última generación cerca. Porque desde hace siete años Meneses ha redoblado su contacto con la realidad a través de su blog y de las redes sociales. Pero para llegar a hasta este escritorio se crió primero por el mundo en busca de historias.

"Es la mejor representación del periodista que ha sabido adaptarse a los cambios tecnológicos asumiendo que el oficio sigue siendo el mismo", señala Georgina Cisquella. "Lo que más me fascinó cuando descubrí a Enrique fue su optimismo histórico y vital, su increíble memoria y lo más valioso para este trabajo, su capacidad para usar lo que ha vivido en el pasado para reflexionar sobre el presente".

La periodista Rosa Jiménez Cano entra en el salón. "¿Qué te parece el nuevo Paris-Match?". "Es una mierda, se ha convertido en la revista Hola". Hace más de medio siglo, la revista francesa mostraba las fotografías de Meneses en Sierra Maestra. La portada era la imagen de un rebelde empuñando un arma "solo importante para la publicación por el secuestro del piloto de carreras Fangio". Días después, aquel barbudo pasó a ser Fidel Castro, el líder de la Revolución Cubana al que Meneses siguió en su conquista de La Habana.

El periodista se para ante una fotografía del Ché Guevara en la entrada de su casa. "Es un vintage sacado del original que Korda me dedicó en una visita a España". Una de las cientos de reliquias que acumula en su casa apiladas cerca de la chimenea, desbordando los estantes o poblando la pequeña biblioteca que hay pegada al salón. En un rimero de libros aparece el que su hija Bárbara escribió a los 15 años sobre su viaje por África. "Salí de Madrid con un equipo y siete millones de pesetas que me dio TVE para pagar la expedicion y así viajar por el continente con mis hijas Bárbara y Anne Isdabelle". En total 20 mil kilómetros, 112 días, una travesía de 11 países.

Variadas son las situaciones preñadas de historias en las que se ha visto Meneses: Sentado frente a Farah Diba, ("la entrevisté en francés y al Sha en inglés, cada uno había recibido una educación"); hablando con el hijo de Martin Luther King ("El día del discurso me acerqué a una mujer que lloraba. En 85 años nadie la había llamado señora y aquel día, un hombre blanco la empujó y se excusó diciéndola madam. Sus lágrimas me sirvieron para titular una pieza que luego mis jefes cambiaron"); corriendo por la avenida de los francotiradores en Sarajevo con el que el llama su redescubridor, Gervasio Sánchez.

El fotoperiodista aragonés es otro de los personajes que acompaña a Meneses en el documental. "Elegimos a periodistas como Manu Leguineche, Rosa María Calaf, Amalia Sanpedro y Gerardo Olivares no solo porque habían compartido parte de su vida con Enrique, sino porque la idea era crear un debate sobre el periodismo", explica Cisquella.

El oxígeno

Y entre memoria y memoria, el día a día. El oxígeno para vivir por culpa de un cáncer de pulmón del que ya "solo queda un centímetro". Las comidas preparadas, "alta cocina fácil de hacer". El cepillo en forma de hipopótamo rosa que guarda de cuando su hija era pequeña y que ahora usa para limpiar la cuchilla de afeitar.

Y los premios. Los reconocimientos a una vida dedicada al periodismo que su hija Bárbara le reprocha en una charla en Antequera. "Eres una emisora de radio que emite en una sola frecuencia. Siempre tratas de imponer tu visión del mundo", dice ella. En ese momento, se congelan los recuerdos. "Me puse muy triste. Georgina me dijo que si quería cortaría esta conversación, pero llevo toda mi vida defendiendo la libertad de expresión, no voy a censurar nada con 81 años".

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