La presión internacional sobre el régimen libio de Muamar el Gadafi se ha incrementado en las últimas horas desde varios frentes diplomáticos mientras siguen sucediéndose las dimisiones en las filas del Gobierno libio. La Unión Europea ha convocado una reunión para esta tarde donde se estudiará la imposición de sanciones en respuesta a la decisión de Gadafi de ahogar en sangre las protestas contra su régimen. Anoche, el Consejo de Seguridad de la ONU, reunido en Nueva York, exigió el fin de la represión pero no llegó a ningún acuerdo concreto. Hoy tiene previsto reanudar la sesión y países como Reino Unido ya han reclamado la adopción de una resolución "clara" de condena.
La propia Liga Árabe se ha mostrado furiosa por la evolución de los acontecimientos. El secretario general de la organización, Amr Musa, anunció anoche que el grupo ha decidido excluir a Gadafi de sus reuniones hasta que atienda las demandas democráticas de la población, "garantizando su seguridad y estabilidad", bajo la amenaza de expulsarlo de la organización.
En Europa, la jefa de la diplomacia europea, Catherine Asthon, pareció ayer dar por fin un inusual golpe en la mesa al anunciar la suspensión de las negociaciones para establecer un acuerdo marco de relación bilateral con Libia, un frustrante empeño de la Unión desde hace años.
Para esta tarde hay previstas dos reuniones. La de los ministros de Interior de España, Italia, Francia, Chipre, Malta y Grecia, que se encontrarán en en Roma para diseñar una línea común para hacer frente a un posible flujo migratorio procedente de Libia. Y otra en el marco del Comité Político y de Seguridad de la Unión Europea (COPS) -en el que participan embajadores de los Veintisiete- que analizará los próximos pasos de la UE en esta crisis y no se descarta la adopción de sanciones. Algo que ya han reclamado países como Alemania o Francia, que están a favor de ofrecer una respuesta más contudente para frenar la matanza en Libia.
Berlín amenazó ayer con imponer sanciones a Gadafi y esta mañana el presidente francés, Nicolas Sarkozy, ha ido más allá al reclamar "sanciones concretas" y el inicio de una persecución judicial de los responsables de la represión "brutal y sangrienta". Sarkozy también ha propuesto controlar sus finanzas e impedirles el acceso a territorio comunitario, dos medidas que ya se decretaron en su momento contra el depuesto presidente de Túnez, Zine el Abidine Ben Alí. "La comunidad internacional no puede quedarse como espectadora frente a esas violaciones masivas de los derechos humanos", ha dicho.
En un tono más conciliador, el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, teléfoneó anoche a Gadafi para pedirle una solución pacífica a la situación crítica que atraviesa el país para que la revuelta popular no degenere en una guerra civil. Berlusconi aprovechó además la conversación para asegurarle al dictador que su país no ha entregado armas o misiles a los manifestantes, como dijo ayer el líder libio. Como única respuesta a la demanda del mandatario italiano, Gadafi insistió en que está dispuesto a resistir y combatir contra "la insurrección".
Evacuación en marcha
En paralelo a las gestiones políticas, Bruselas ya ha puesto en marcha la evacuación de los europeos atrapados en Libia. Son alrededor de 10 mil ciudadanos comunitarios. Francia y Rusia se han adelantado a la UE y comenzaron ayer a repatriar a sus ciudadanos. España, por su parte, contempla la opción de enviar un avión militar. En los dos últimos días abandonaron Libia unos 40 o 50 españoles, aunque hay aproximadamente otros 90 que están localizados y que ya han manifestado su voluntad de regresar. Dos aviones con franceses aterrizaron anoche en París y se continuará programando vuelos hasta evacuar a los 300 franceses que continúan en Libia.
El Gobierno de EE UU ha contratado un ferry para trasladar a sus ciudadanos desde el puerto de Trípoli a La Valeta, en Malta, ha informado el Departamento de Estado en un comunicado. Washington calcula que hay "varios miles" de ciudadanos estadounidenses en Libia, la mayoría con doble nacionalidad, y los demás suman unos 600.
El Ministerio alemán de Asuntos Exteriores trata de evacuar a los últimos 250 alemanes que permanecen en el país africano, según el ministro Guido Westerwelle, después de que ayer la compañía aérea Lufthansa repatriase a 350 ciudadanos de esa nacionalidad.
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