A pesar de su carácter afable, son un gueto dentro del gueto. Los 2.571 chinos mayores de 65 años que viven en España suman, al hermetismo de la colonia, la dificultad de aprender un idioma nuevo a su edad. La falta de integración social la suplen con deporte, actividades de tiempo libre y mucha vida familiar.
A diferencia de lo que ocurre en su país, donde la férrea tradición familiar se empieza a desmoronar, los que viven en España siguen teniendo una gran influencia en la familia y gozan del cuidado de sus hijos. En cuanto a la fama de trabajadores que tienen estos inmigrantes, los ancianos reconocen que se "machacan" hasta los 50 o 60 años, aunque no conciben seguir trabajando más allá de esa edad, a diferencia de lo que ocurre con los españoles.
La situación de los ancianos en China es diferente en distintos aspectos. El diario oficial China Daily señala que está aumentando el número de hijos que deciden "vivir de sus padres en lugar de buscar un empleo estable, asistir a la escuela o estudiar formación profesional".
De hecho, hace dos semanas, la provincia de Jiangsu aprobó una ley que permite a los ancianos denunciar a los hijos que vivan a su costa. El 30% de los jóvenes del país exigía a sus padres en 2010 que les mantuviera, según el Centro de Investigaciones de China. Esta cifra y la aparición de mendigos de tercera edad (antes, los hijos mantenían a los padres por la precariedad de los sistemas sanitario y de seguros sociales), ha alarmado a las autoridades.
Pekín marca la edad de jubilación para los hombres en los 60 años
En España, los jóvenes siguen cuidando de ellos. La principal razón es que la mayoría de los ancianos que han llegado en la última década lo ha hecho por reagrupación familiar, tras la migración previa de sus hijos. Una vez que abren sus negocios y tienen una estabilidad económica, traen a sus mayores.
En total, hay 151.070 chinos en España con permiso de residencia. Los 2.517 mayores de 65 años apenas representan el 1,7% de la colonia que hay en el país, según el último informe de la Secretaría de Estado de Emigración e Inmigración, del 30 de septiembre de 2010. Entre todos los extranjeros, la tasa de mayores es del 4%, mientras que entre los españoles es del 16,9%.
Los inicios
El respeto a los ancianos hizo que, hace nueve años, tres empresarios chinos residentes en Madrid compraran un local en el barrio de Usera, el Chinatown de Madrid, y lo donaran a la Asociación de Mayores Chinos en España, recuerda el primer director del centro, Jin Yuan Bao, de 73 años, en España desde 1985. El centro tiene ahora 180 asociados, de entre 50 y 90 años. "Cuando llegué, apenas había 300 o 400 chinos en el país.
Fue muy duro. Éramos pocos y yo no hablaba el idioma. Vivía sólo para trabajar", recuerda. "El gran problema sigue siendo la falta de comunicación entre los españoles y los chinos, que quieren integrarse pero no pueden", opina a través de una traductora. Sabe decir "adiós" y "qué pasa". "A los 60 ya no podemos aprender castellano", lamenta.
La dinamizadora social que trabaja con la asociación de mayores, Hui Yan Ye, de 25 años, destaca la influencia que hombres mayores como Bao siguen teniendo dentro de la comunidad. "Cuando hay un conflicto, él sale a mediar y le hacen caso porque su palabra tiene un gran peso", explica.
La élite económica
"Algunos de los abuelos actuales son los pioneros de las familias de empresarios que viven en España. Ahora, suelen ser los que mejor situados están desde el punto de vista económico", explica Amelia Saiz, especialista en China y profesora del Instituto de Estudios Internacionales e Interculturales de la Universitat Autònoma de Barcelona.
Entre 1999 y 2002, la asociación tuvo que organizar sus actividades a la intemperie. Con la nueva sede, mayores chinos acuden cada tarde al encuentro con otros compatriotas. Como ellos, la mayoría tampoco habla español y rechaza participar en las actividades municipales por la barrera lingüística.
Los servicios sociales de Madrid solo les permiten ir a las actividades de su distrito, por lo que no pueden interrelacionarse con la mayoría de sus compatriotas. Además, les piden el carné de mayores de 65 años, del que muchos de ellos carecen.
En su país, pueden denunciar a sus hijos si les exigen vivir a su costa
La profesora de tai chi, Yue Xian Lui, tiene 75 años. Bebe un par de sorbos de agua caliente de su vaso de plástico y explica cómo hacen para mantenerse en forma: "Los españoles no practican mucho ejercicio. Además, toman el agua fría, del grifo o la nevera, y eso no es bueno para el cuerpo". Todos los miércoles y domingos, Yue Xian se reúne con sus 20 alumnos, tres de ellos españoles, en un céntrico parque de Madrid para hacer tai chi.
En el local de la asociación, todas las tardes hay parejas danzando el baile de cuatro pasos, cantando en el karaoke, jugando al ping pong o charlando alrededor de vasos de agua caliente o té. Ninguno da muestras de inactividad. Entrada la tarde, aparecen una botella de litro y medio de tinto de verano, cacahuetes y galletas. A diferencia de las estancias para ancianos tradicionales españolas, en esta, todos practican alguna clase de ejercicio físico. Los mayoritarios son el tai chi y el baile.
En el centro de la pista de baile, con el hilo musical de fondo, un corro de hombres y mujeres debate sobre las portadas de los periódicos chinos que se amontonan en una de las mesas. "Las reforma laboral de España nos parece muy mal. Trabajar hasta los 67 años es de locos", opinan varios.
Pensiones del Gobierno
Yue Xian no cobra pensión del Gobierno español porque nunca ha cotizado a la Seguridad Social. Por sus años como profesora de primaria en China, cobra un jugoso retiro de 250 euros mensuales, todo un lujo en un país como China. "Los que cobran una pensión de China son los que allí trabajaban para empresas estatales", explica la profesora Saiz.
Yue Quin Zheng, de 78 años, era profesora en una guardería. Ahora, cobra 100 euros y vive mantenida por sus hijos. "¿Quieres saber lo que me preocupa? La crisis. Cuando va mal la economía, nuestros negocios también", señala. Sus hijos trabajan en un restaurante, una tienda de alimentación y otra de regalos.
Más de la mitad de los chinos que viven en España proceden de Qingtian
Más de la mitad de los chinos que viven en España proceden de Qingtian, una zona montañosa al sur de Shangai, con una fuerte tradición migratoria. Bao es uno de los que abrió la brecha por la que, en las últimas décadas, han entrado miles de compatriotas más. "A diferencia de otros inmigrantes, los chinos nos machacamos mucho a trabajar", apunta.
El actual director de la asociación, Yu Qi Li Xia, más presumido, prefiere no revelar su edad: "Más de 60". Su saludo es un agradecimiento a España por el apoyo que dio a Pekín para ser sede de los Juegos Olímpicos en 2008. "¿Samaranch era español, verdad? Le estamos muy agradecidos. Ahora nosotros apoyamos a Madrid ¡Queremos que los próximos Juegos aquí!", airea.
Karina, de 58 años, vive con su marido, su hijo y su nieta. A diferencia de China, donde los hombres se jubilan a los 60 años, y las mujeres unos años antes, en España, Karina sigue en edad laboral. "Solo tengo un hijo, de 33 años. Allí no tenemos muchos hijos. Tampoco trabajamos después de los 50 años. Aquí sí, y mucho".
La mujer, que llegó hace 11 años, regenta una tienda de alimentación en Usera. En las horas centrales del día, es prácticamente imposible no cruzarse con alguna persona de ojos rasgados por la calle principal del barrio. Más de la mitad de los comercios tienen carteles en chino y productos importados del gigante asiático. Pese a la concentración, Karina se muestra optimista: "Nos irá bien. Tenemos muchas más cosa en común de lo que los españoles piensan".
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