Los cultivos transgénicos ocuparon el año pasado 148 millones de hectáreas, aproximadamente el 10% de la superficie agraria del mundo, según datos del Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas (ISAAA, por sus siglas en inglés).
Este organismo está potenciado por los principales fabricantes de semillas modificadas, pero se ha convertido en una referencia mundial, ya que hace un seguimiento del desarrollo de estas plantas desde 1996, cuando empezaron a usarse. De acuerdo con sus cifras y las de la Asociación Española de Bioempresas (Asebio), el aumento en solo un año es del 10%.
Europa se mantiene al margen de esta expansión. En la UE solo hay dos cultivos autorizados: un tipo de maíz, del que España es el primer productor, con cerca de 80.000 hectáreas, y una patata con muy escasa implantación, ya que, aunque los estudios de la agencia de evaluación europea (EFSA) no han detectado peligro para la salud humana o animal, la opinión pública -y los Gobiernos, en consecuencia- son muy reacios a usar este tipo de plantas.
En el mundo hay más de 30 variedades de maíz, soja, patata, colza, algodón, papaya, alfalfa y calabacín que se plantan en 29 países (en 2009 eran 25).
Una de las críticas que se hacen a estas plantas, aparte de la posible falta de seguridad, es que su uso deja indefensos a los agricultores, que quedan en manos de las multinacionales que comercializan estas semillas y, en su caso, los herbicidas o pesticidas para usar con ellas.
Por eso, Asebio destaca que "de los 15,4 millones de agricultores que utilizaron esta tecnología en 2010, 14,4 millones fueron pequeños agricultores con pocos recursos en países en desarrollo, principalmente en China e India", y que prácticamente el 100% ha repetido.
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