domingo, 15 de mayo de 2011

La Brenda y yo/cuento corto.

Por fin Eva nos dejó sólos a la Brenda y a mi en la cita de anoche, con un pretexto cualquiera se desapareció de la escena no sin antes darnos un besito de buenas noches.

La Brenda iba super arreglada, ella es alta y delgada, tiene el cabello castaño claro y se pinta "luces" o "rayitos", lo que la hace ver una mujer sofisticada, en la cabellera que le llega a los hombros, pero recogida con un elegante moño que hace juego con el resto de su vestimenta, los infaltables anteojos oscuros, insertados un poco arriba de su frente.

Yo pensé que se cuidaba mucho en el aspecto de la dieta, y no. Resulta que cenamos en un elegante restaurante tipo Nueva Orleans, con música de jazz en vivo y un magnifico servicio. Ella pidió un martini para empezar y ordenó quesos variados para picar de entrada. La conversación se prolongó un par de horas, antes de ordenar la cena que consistió en una sopa de cebolla y unos camarones gigantes al mojo de ajo, acompañados de un exquisito arroz valenciano.

La cena estuvo salpicada de buen humor y tuvo un momento de climax, con llanto y toda la cosa, cuando ella me relató de dónde salió el mote de "La lagartona". La Brenda refiere que cuando era niña su padre los abandonó para irse a trabajar a los Estados Unidos, al principio mandaba dólares y podían Brenda y su madre vivir decorosamente, después la ayuda se suspendió y empezaron las pobrezas en su casa.

Cuando Brenda estaba en quinto año de primaria, ya había empezado a dar el estirón físico y ya había menstruado, entonces su apetito era voraz y no había en casa que comer. Un día durante el recreo, Brenda se metió al salón de su clase a escondidas y se comió el contenido de todas las loncheras de sus compañeras, y fue descubierta in-fraganti. Desde los 11 años carga con el apodo de "La Lagartona", y ella dice que hubiera sido mejor que le hubieran puesto "La Tragona", le hubiera molestado menos.

Nos reímos mucho y ella se sintió aliviada de haberme contado ese episodio de su vida, de ahí en adelante la conversación giró alrededor de varios temas de interés general. Obviamente, le preocupa el amor, la pareja, la soledad, el hijo ausente, etcétera. Después de varios martinis, la Brenda se puso cariñosa y melosa conmigo, me tomó las manos y me confesó "su amor". Quedamos de platicar sobre ese punto otro día en un café, yo le correspondí sus atenciones afectivas y le propine una docena o más de besos apasionados en la boca. La música estaba muy cachonda y los tragos hacían su función de ablandar las extremidades inferiores, todo conjugaba para que el amor se expresara de una manera abierta.

Yo como una princesa, le pedí a la una de la mañana que me fuera a dejar a mi casa, nos encaminamos al estacionamiento muy abrazados, con las muletas estorbando la acción. Nos subimos a su BORA, que todavía huele a nuevo, y nos encaminamos a toda velocidad por las calles del centro histórico hasta llegar a mi departamento. Ella se quiso bajar, pero yo le pedí que me dejara descansar, tenía una pierna hinchada de tantas horas de estar sentado, que necesitaba tener en alto. Nos besamos apasionadamente y quedamos en volver a encontrarnos esta semana, fue difícil separarse, las cosas empiezan a tomar un rumbo nuevo.

Eva me despertó esta mañana de domingo, muy temprano, para saber los pormenores de las acciones nocturnas con La Brenda, como buen hombre le hice un apretado resumen que no le satisfizo su curiosidad. Mejor que le pregunte a la Brenda, le sugerí yo.

Ahora encuentro un cambio notable en mi, ya tengo apetito y he recobrado mi sentido del gusto, empiezo a subir moderadamente de peso, gracias a la Brenda.

Por cierto, ella no aceptó que yo pagara la cuenta del Harris, bajo el argumento que no cené casi nada, ni bebí alcohol. Además, me comentó yo manejo gastos de representación, y "no te olvides que yo en Querétaro soy la mera mera de tales productos de belleza"...

Voy a tener que invertir un poco de mis escaso recursos económicos en ropa, ya que después de perder 30 kilos de peso, los pantalones se caen al suelo por la ley de gravedad y las camisas me quedan como de gringo jubilado, flojas, aguadas, guangas.

El cambio positivo se avecina. Gracias Brenda, por fin el Universo me escuchó y me hizo caso. Ella ni se imagina...

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