domingo, 15 de mayo de 2011

Cómo conocí a La Brenda.

Quiero contarles la forma en que llegó a mi vida Brenda, yo no la busqué, menos después de comprobar que al Universo le importo un carajo, y que por más que le pedía aquella mujer hermosa, cincuentona, rica y con camioneta del año, jamás encontré tal petición cumplida. Así que soy un incrédulo de lo peor, soy un hueso duro de roer, ni modo, la vida me hizo así.

Pero tengo muchas amigas de más de cuatro décadas, que siempre andan viendo como emparejan a sus comadres con tipos raros como yo, no siempre "pegan" esos intentos en el aspecto amoroso, aunque después se hacen buenas amigas.

Eva, mi querida amiga, reventada a morir, que cada viernes y sábados se la pasa en los antros de Querétaro, consumiendo todo el alcohol que sea posible, se hace acompañar por varias amigas "libres" y disponibles para la aventura, así que ellas no gastan nada los fines de semana, siempre hay "caballeros" dispuestos a pagar el consumo de las "chicas".

Son salseras y les encanta la música grupera: Tigres del Norte, Joan Sebastian, la Jenny Rivera y el Lupillo.

En ese ambiente de gran cotorreo y bajo los influjos del Bacardí, a Eva se le ocurrió decirle a la Brenda, que ella podría hacer una linda pareja con un intelectual, o sea conmigo, y que no importara que su pareja anterior haya sido gerente de Elektra, que ese era un detalle insignificante.

Eva me dijo el plan y yo le pedí tiempo para recuperarme físicamente, me sentía muy deteriorado, ahora tengo más blanca la cabellera y más rizada, cambió mi apariencia muchísimo. Perdí treinta kilos y se me notaba bastante.

Total que el tiempo pasó y mi recuperación física empezó extraordinariamente bien, me puse cachetón y colorado, volvió mi color moreno habitual y recobré 15 kilos, ya eso era gran ganancia para mi. Mi ánimo siempre fuerte y alegre, así que estaba dispuesto a conocer a la famosa Brenda, en el momento adecuado.

El único detalle acerca de la Brenda, que me hacía un poco de ruido, es que sus mejores amigas la conocían como Brenda "la lagartona". Yo como psicoanalista me puse a interpretar el apodo, y la verdad es que no supe bien a bien a que se refería dicho mote.

Cuando conocí a la Brenda, me la llevó a presentar Eva, yo escogí el sitio, fue una famosa cafetería y pastelería alemana que se llama "Amadeus" que se encuentra situada frente a los arcos del acueducto de Querétaro, tan famosos ellos como ineficaces.

El ambiente es sofisticado sobre todo en las tardes, se llena de mujeres de todas las edades pasando los treinta, y conversan alegremente en mesas repletas de féminas hermosas, cuando entra un caballero se hace un breve silencio y todas las miradas se posan en él. Hacen una especie de "escaneo" veloz y determinan el estado civil y la posición económica del sujeto.

La Brenda muy "modosita" pidió un capuchino frío y un pastel de tres leches, que se tardó horas en consumir. Habló bastante de ella y a mi no me preguntó casi nada sobre mi existencia. Total que sí hubo empatía y gusto por el otro, pero el tema de las muletas le hizo mucho ruido, sobre todo para la cuestión de ir a bailar todos los fines de semana.

Yo la sentí un poco cohibida y era cuando Eva intervenía y salvaba la situación con algún chistorete o comentario chusco. Yo la observaba detenidamente para ver si encontraba respuesta a lo de su apodo de "La Lagartona", el misterio continúa...

¿No será que la Eva ya le contó a la Brenda que estoy por jubilarme, y eso de la pensión podría ser un gran atractivo?

La historia continuará...

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