domingo, 15 de mayo de 2011

La Brenda con la Verde/cuento corto.

Estaba yo muy quitado de la pena este sábado 10 de octubre, descansando y leyendo mis periódicos del día (El País y La Jornada), cuando de pronto la Brenda se aparece en mi departamento, vistiendo ella la camiseta verde de la selección mexicana de fútbol. Y me soltó:- "mi amor, nos vamos a México ahora mismo a ver jugar a nuestra selección". -"Ya tengo los boletos comprados y el palco en el Azteca reservado"-

Alcancé a tomar una chamarra gruesa para el frío, ya que soy sumamente friolento en cualquier clima. Y a los 15 minutos ya ibamos en el BORA a toda velocidad por la autopista México-Querétaro. Los autobuses hacen el trayecto en casi tres horas, pues la Brenda se aventó el viaje en casi dos horas.

Llegamos al Estadio Azteca enmedio de una aglomeración de personas y de automóviles que trataban de ingresar al estacionamiento gigante y a los palcos interiores. Avanzabamos lentamente, cuando de pronto la Brenda se baja del auto y compra dos enormes banderas mexicanas y además pide que le pinten el rostro con unas franjas tricolores, me pregunta que si yo quiero eso también. Y yo le respondo: no, gracias.

Al entrar directamente al palco, que una amiga suya muy querida y muy rica le presta en ocasiones como esta, yo le dije: "Oye mi reina, el partido es a las 6 de la tarde, y apenas son las 3 de la tarde". Yo tenía hambre, porque solamente me había tomado una copa de yogurt en el desayuno, y la Brenda me contestó: -"mi amor, en el palco tenemos un par de meseros y abundante comida para abastecer un ejército, y además les dije que tuvieran whisky etiqueta negra que es lo único que tú bebes"-

Abajo de nuestro palco maravilloso, nos quedaron muy cerca unos aficionados salvadoreños, que muy tímidos agitaban su banderas azul y blanco. Yo le comenté a la Brenda que a los salvadoreños en Guatemala les decíamos despectivamente "guanacos". Ya más tarde, la Brenda con varios alcoholes en el cuerpo empezó a fastidiar a los "guanacos". Les aventó una serie de insultos no groseros como: "subdesarrollados, desharrapados, muertos de hambre" y otras lindezas; y se mataba de la risa viendo la cara de enojo de esos pocos salvadoreños que estaban precisamente abajo de nuestro palco.

Antes de la 6 de la tarde ya habíamos consumido variados platillos preparados por un elegante restaurante del sur de la ciudad y copiosas bebidas embriagantes; yo en broma dije que solamente bebía "etiqueta negra" de cierto whisky, pues a los 5 minutos tenía una botella entera de esa marca frente a mi, un vaso y unos hielos.

Llegó la amiga de la Brenda, y dueña del palco, en un Mercedes deportivo hasta el palco, acompañada de varias lindas amigas, mujeres de 4 décadas todas ellas. De ahí en adelante todo estuvo maravilloso, las porras a favor de México, las conversaciones frívolas de todas ellas, cuya bibliografía básica era El HOLA y otras revistas mexicanas de igual talante.

Los goles mexicanos eran acompañados de una lluvia de líquidos (orines) dirigidos a los salvadoreños, que con sus banderas se protegían del chubasco. Parecía que le estabamos ganando a Brasil o a Alemania. Y el coro monumental rugía: "nos vamos al mundial".

Salimos una hora después que el juego terminó porque la fiesta continuaba en el Azteca, le pregunte a la Brenda si estaba en condiciones de manejar y me contestó, que la pregunta ofende. "Claro que estoy lista para volver a Querétaro". ""no temas mi amor, estás en buenas manos". Yo solamente me alcancé a beber dos tragos de whisky y ya me sentía mareado y un poco alegre por el triunfo de México.

Tomamos el BORA y salimos presurosos del sur de la ciudad enmedio de bocinazos y gritos de euforia de miles de mexicanos que marchaban a pie por Insurgentes.

A las 12 de la noche llegamos sanos y salvos a Querétaro, ella me depositó en mi hogar, porque necesitaba descansar mis piernas que ya estaban un poco hinchadas por tantas horas de estar sentado y oyendo tantas babosadas.

Que bueno que el próximo partido eliminatorio es en Trinidad-Tobago, sino ya me estaría comprando ropa tropical para estar a tono con el ambiente caribeño, aunque el partido fuera en el Azteca. La Brenda es especial y me hace sentir vivo y deseoso de participar en cosas que antes no se me hubieran ocurrido jamás.

Me siento feliz y disfrutando la vida, los amigos y el amor...

No hay comentarios:

Publicar un comentario