domingo, 15 de mayo de 2011

Whitney recae de nuevo drogas.

Whitney vuelve a la clínica
La cantante ingresa de nuevo en un centro médico para desintoxicarse - Su última gira, en 2010, acabó en desastre


La cantante Whitney Houston, de 47 años, es la protagonista reincidente de un eterno y recurrente regreso a los escenarios, que siempre parece que va a ser definitivo, pero que invariablemente acaba con un nuevo ingreso en una clínica de rehabilitación, por su autodestructiva dependencia de las drogas. Esta semana ha sucedido de nuevo. El lunes, una portavoz notificó a la prensa que Houston está de nuevo en tratamiento por sus problemas de adicción. La diva, que lo tuvo todo (números uno, millones en ventas, premios Grammy), lucha ahora contra el reloj para recuperar su voz y para no correr la misma suerte que otros malogrados reyes del pop.Su destino parecía escrito en las estrellas: Houston provenía de la realeza del soul. Su madre es la estrella del gospel Cissy Houston.

Su prima es Dionne Warwick. Su madrina es Aretha Franklin. No se podía venir de una familia de más solera negra. A los 15 años ya le hacía los coros a Chaka Khan. Su primer disco, de 1985, vendió 13 millones de copias en EE UU y colocó en las listas tres números uno consecutivos. Era solo el principio. La banda sonora de El guardaespaldas vendería 17 millones. En el camino, Houston ganaría seis Premios Grammy. Su voz era un portento.

"Esperad, esperad. Me va a venir, me va a llegar" la voz, imploró en un recital
De improviso, comenzó a fallar. En 2000, Burt Bacharach la despidió de la cohorte de artistas que iban a cantar en los Oscar por su comportamiento errático y fallos de voz. Iba a interpretar Over the rainbow, de El Mago de Oz. Por aquella época, la policía del aeropuerto de Hawai la sorprendió con marihuana en su bolso. Ella desapareció antes de que la pudieran interrogar.

En julio de 2001 tomó parte en un concierto de homenaje a Michael Jackson, en el Madison Square Garden neoyorquino. Cantó Wanna be startin somethin. Demacrada, parecía un esqueleto. Brazos y piernas como palos. Su prodigiosa voz de mezzosoprano se había esfumado.

Sus fans han tardado una década en darse cuenta de que esa voz parece destinada a no volver, a haberse perdido en noches de fiesta y extravíos varios. En verano de 2009 Houston presentó nuevo disco y trató de cantar algunas canciones en directo en el programa Good Morning America. La voz no había regresado. Fue una debacle. En una gira internacional que comenzó en febrero de 2010 recibió durísimas críticas por sus nefastas actuaciones en Australia y Reino Unido. Desorientada sobre las tablas, fue incapaz de sostener las notas de la canción I will always love you, las que la hicieron famosa. "Esperad, esperad, me va a venir, va a llegar", imploró en uno de los conciertos en Londres.

La voz no llegó, para el enfado de muchos de sus seguidores, que habían admirado su chorro prodigioso de timbres rotundos. "Era un tesoro nacional", le dijo Oprah Winfrey sobre su voz en 2009. En aquella entrevista, Houston culpó, veladamente, a su exmarido, el cantante Bobby Brown. Ambos abusaron de la marihuana y la cocaína. A él le molestó el éxito arrollador de ella. "Algo le pasa a un hombre cuando su mujer alcanza una fama mayor", dijo. Él la escupía a la cara y le partió un labio. Ella le abrió la cabeza con un teléfono. Finalmente, la diva ingresó en clínicas de rehabilitación dos veces, en 2004 y 2005. Un año después se divorció.

El regreso a los escenarios es algo que ha intentado empedernidamente, casi más que recuperar de verdad su voz. Son un rito las entrevistas en las que declara que se acabó la fiesta y comienza de nuevo el trabajo duro. En la primera, en 2004, se convirtió en el hazmerreír de la prensa rosa cuando la presentadora Diane Sawyer le preguntó sobre los rumores de su adicción al crack.

"El crack es barato. Gano demasiado dinero para fumar crack. Que quede claro. Yo no fumo crack. Es una mierda". Ya se equivocaba entonces Houston. A sus seguidores no les importaba lo que hubiera fumado. Lo que querían era que lo dejara, y que volviera a cantar con aquella fuerza extinta lo de "it's not right, but it's ok, I am gonna make it anyway".

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