"¿Sufrir por ti? ¡Ja! ¡Ni que fueras Internet cuando se va!"*
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Seguramente usted no es un adicto a Internet. Ni yo tampoco, faltaría más. Casi nadie lo es. De hecho, los expertos que elaboran el nuevo Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders
(DSM), un manual reconocido como la Biblia de las enfermedades
mentales, están discutiendo mucho antes de decidir si existe o no la
adicción a Internet. En mayo, cuando se publique la nueva edición
delmanual, veremos si alguno de nosotros podría calificar como adicto, o
solo como un usuario hiperactivo y cuasi dependiente.
Hasta entonces, piense y conteste:
- ¿Es usted de los que lleva el cargador del teléfono allá donde va?
- ¿Vive aterrorizado con la posibilidad de quedarse sin batería?
- ¿Lo primero que hace al llegar a un bar es localizar un enchufe y ocupar la mesa más cercana por si necesita cargar el teléfono?
- ¿Ha invertido en otra batería, en una carcasa con batería incluida o en cualquier otro artefacto que le suponga una fuente de energía extra para su móvil?
- ¿Cuando viaja al extranjero se obsesiona preguntando en todas partes dónde hay un Wi Fi gratis?
- ¿Cuando está aterrizando en un avión enciende el teléfono justo cuando está diciendo la azafata que no lo haga?
- ¿Ha mantenido amargas discusiones con su proveedor de Internet?
- ¿Considera la caída de su conexión Wi Fi un drama doméstico?
- ¿Habla de su Wi Fi en primera persona y tiene peleas con el router?
Si ha asentido discretamente con la
cabeza en más de tres ocasiones, considere que tiene usted una relación
complicada con Internet. Algunos expertos hablan incluso de varios
desórdenes mentales, entre ellos, el Trastorno de ansiedad de las Redes Sociales
(SMAD, por sus siglas en inglés), pero, tranquilo, hasta que el DSM no
diga la última palabra -recuerde que lo hará en mayo-, nadie podrá
llamarle adicto.
Por cierto, según Julia Spira (aquí su cuenta de Twitter), que dice ser experta en Netiqueta y que es autora del libro The Rules of Netiquette, usted podría estar sufriendo un trastorno de ansiedad provocado por las redes sociales si:
A. El teléfono se ha convertido en su complemento número uno. Lo lleva pegado a su cuerpo 24 horas, y le gustaría que fuera resistente al agua para podérselo llevar a la ducha.
B. Usted envía un tuit a alguien, no le
responden en las próximas seis horas y entra en un estado de ansiedad y
angustia irreversible.
C. Su teléfono está con usted, a su lado y encima de la mesa, en comidas, cenas, meriendas y desayunos.
D. Cuando publica una foto en Facebook,
Twitter, Instagram o Pinterest y nadie comparte, comenta o reacciona, y,
a pesar de todo o precisamente por ello, usted continúa revisando
compulsivamente el teléfono.
E. Lleva la cuenta rigurosa de sus seguidores en Twitter y se enfada (en cualquier grado) cuando la cifra baja.
El proyecto más extremo de abstinecia de Internet lo protagoniza Paul Miller, redactor de The Verge,
una de las webs con mayor predicamento en el mundo techie. Miller
asegura que ama a Internet por sobre todas las cosas pero a la vez cree
que será una mejor persona si consigue vivir un año desconectado porque
Internet es -y cito- "el corruptor de su alma".
Miller dejó Internet en la media noche de un Martes, reconoce que al
día siguiente cuando llegó a trabajar en su condición de abstemio de
Internet, de repente ya no tenía nada que hacer. Finalmente llegó a un
acuerdo con sus jefes a los que les entrega personalmente sus crónicas
en u pen drive, unos textos escritos en el ordenador pero sin conectarse
a Internet. Para conseguir un número de teléfono sin googlear el nombre
de la empresa o de la persona en cuestión, hace las llamadas que haga
falta hasta que consigue el contacto. "Estoy aplicando la teoría de los
seis grados de separación para encontrar a desconocidos. Se supone que a
las seis llamadas encontraré un contacto común". Si sienten curiosidad
por saber cómo es la vida sin Internet, Miller lleva algo parecido a un diario
(que sus compañeros le suben a la web). Lleva 34 semanas sin conectarse
a Internet. Sigue con vida y sus constantes vitales son razonablemente
normales.

Y cada quien era libre de rellenar el espacio en blanco con su obsesión favorita. "Yo me desconecto para vivir", "Yo me desconecto para correr" ,"Yo me desconecto para hablar", "Yo me desconecto para ser yo misma"
Por otra parte, por coincidencia o
esnobismo, el pasado fin de semana se celebraron varias fiestas
peculiares en San Francisco y otras ciudades de Estados Unidos con un
código de conducta estricto: los invitados no podían conectarse a Internet.
Se sugería dejar el móvil en casa, pero a
los rebeldes se les requisaba el teléfono en la entrada. Me han contado
que como muestra máxima de generosidad se les dejaba echarle un último
vistazo antes de apagarlo y dejarlo bajo custodia en la puerta del
local. La misma regla se aplicaba a tabletas, ordenadores o cualquier
otro terminal susceptible de conectarse a Internet. Se celebraba el Día Nacional de la Desconexión (National Day of Unplugging),
establecido para las 24 horas que van desde la puesta de sol del 1 de
marzo hasta la del 2 de Marzo. Tiene mérito intentarlo un fin de
semana.
Porque ese y no otro es el nuevo desafío
de la vida moderna: probarnos a nosotros mismos que no estamos
enganchados, que la adicción a Internet es una leyenda urbana y que el
recién acuñado Trastorno de ansiedad de las Redes Sociales es el último
invento de la industria farmacéutica para vender ansiolíticos. En
resumen, que estamos conectados siempre, es cierto, pero que
controlamos. La segunda cuestión a demostrar es que hay vida fuera de Internet.
Para no despistarse del objetivo:
entregarse en cuerpo y alma a la vida analógica, en las fiestas
Unplugging se distribuyó esta etiqueta:
Y cada quien era libre de rellenar el espacio en blanco con su obsesión favorita. "Yo me desconecto para vivir", "Yo me desconecto para correr" ,"Yo me desconecto para hablar", "Yo me desconecto para ser yo misma"
¿Estamos ante unos visionarios o ante
unos excéntricos? ¿Abandonaría su teléfono (con Internet) durante 24
horas para que lo dejaran entrar a una fiesta? ¿Está seguro de que no está enganchado a Internet? ¿Diría que Internet le roba horas de su vida real? Y una última pregunta: ¿Cuánto tiempo cree que pasará hasta que nos inviten a la primera fiesta Phone-Free?
* "¿Sufrir por ti? ¡Ja ni que fueras el Internet cuando se va! es un grupo de Facebook.
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