miércoles, 20 de marzo de 2013

Los jesuitas en México

La popularidad de los jesuitas en México se debe a su expulsión en 1767”

El historiador destaca la importancia de la Compañía en la educación de las élites del país

BERNARDO MARÍN

El historiador franco-mexicano Jean Meyer (Niza, 1942), el mayor especialista en La Cristiada, la guerra civil que desangró México entre 1926 y 1929 y autor de una treintena de libros entre los que destacan la Historia de los cristianos en América Latina y La Revolución mexicana, comenta a este diario el significado que tiene para este país que el Papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano, pertenezca a la Compañía de Jesús y haya proclamado su vocación franciscana.
“La popularidad de los jesuitas en México se debe a su expulsión del imperio español en 1767. Había muchos mexicanos entre ellos y fue un golpe para las élites. Las familias más importantes querían que uno de sus hijos fuese jesuita y sus colegios eran considerados los mejores. La expulsión motivó levantamientos populares en San Luis Potosí, Guanajuato y otros lugares. Fue vista como un signo de la impiedad de Madrid. La Compañía adquirió entonces un prestigio enorme que dura hasta hoy. Incluso se llegó a escribir que la expulsión era un antecedente de la guerra de independencia”.
Entre 1940 y los primeros años setenta los jesuitas volvieron a dedicarse en la educación de las élites. “A sus colegios”, recuerda Meyer, “iban entonces los hijos de los ministros del presidente Luis Echeverría (1970-1976), pese a que México se proclamaba Estado laico y teóricamente las órdenes religiosas estaban prohibidas”. Después, tras el Concilio Vaticano II, se produjo un viraje en la Compañía. “Pasaron de clérigos blancos a clérigos rojos. Cerraron sus seminarios y fundaron comunidades de base en zonas proletarias y rurales”.
En aquellos años setenta algunos se aproximarían a la Teología de la Liberación y hubo también quien optó por los movimientos guerrilleros como la Liga 23 de Septiembre, de inspiración marxista-leninista. “Esta relación hizo que los jesuitas, que habían fundado el prestigioso Instituto Tecnológico de Monterrey, tuvieran que abandonarlo tras el secuestro y asesinato del decano de los empresarios que apoyaba esa institución”, afirma Meyer. “Posteriormente”, añade, “el Opus y los Legionarios de Cristo ocuparon el vacío dejado por los jesuitas en la enseñanza”.
Actualmente la Compañía de Jesús, que cuenta en México con 380 miembros distribuidos en 18 Estados, administra siete colegios y ocho universidades, entre ellas el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, en Guadalajara, y la Universidad Iberoamericana en la capital, en donde surgió la pasada primavera el movimiento de protesta juvenil Yo Soy 132. También dirigen varias revistas y organizaciones sociales como el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez. Antiguos alumnos de los jesuitas son, entre otros, el líder zapatista, subcomandante Marcos; la ex candidata presidencial por el Partido Acción Nacional (PAN), Josefina Vázquez Mota, o el ex portavoz del presidente Vicente Fox (2000-2006), Rubén Aguilar.
Los franciscanos, señala el historiador, son “más conservadores y menos intelectuales que los jesuitas, defensores de unas formas de religiosidad popular de vieja tradición que gustan mucho en México, como el uso de escapularios, por ejemplo”. “Cuando en el siglo XVIII la Corona española emprende su lucha contra la religiosidad barroca, de procesiones y penitencias públicas, los franciscanos defendieron las tradiciones de la gente”.
“Son muy devotos de la virgen de Guadalupe, y cuando la Corona quitó las parroquias a algunas órdenes religiosas, sobre todo a los franciscanos, se produjeron levantamientos populares. Su austeridad, su pobreza, les ha dado una dimensión popular que conservan hasta la fecha”.
¿Han ganado terreno en México las iglesias evangélicas como en tanto lugares de América Latina? “Por fortuna, no es un movimiento tan fuerte aquí como en otros países de la región. En el promedio nacional debe estar entre el 6% y el 7% de la población, pero en sureste, en Estados como Chiapas o Tabasco puede rondar el 30%”. ¿Y en el norte del país? “Allí la cercanía con Estados Unidos no los hizo protestantes. Hubo sobre todo influencia de la Iglesia católica norteamericana, más moderna, con mayor participación de la mujer, mejor organizada”, responde Meyer.

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