La oposición cuestiona la imparcialidad del árbitro electoral de Venezuela
Tibisay Lucena, cuyo mandato expira el 30 de abril, simpatiza con el chavismo
Los venezolanos suelen aliviar la entrada del calor por estas fechas
con una masiva peregrinación a las playas en Semana Santa. Pero ese
tradicional asueto coincidirá con una campaña electoral que también se
calienta. Se trata de un calendario electoral sin precedentes, y el
fuego cruzado de la competencia entre las candidaturas del oficialista Nicolás Maduro y el opositor Henrique Capriles Radonski se centra ahora sobre la figura de la presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), Tibisay Lucena.
Lucena, presidenta desde 2006 del ente que organiza los comicios, se está revelando como una de las personalidades más influyentes en la incierta transición política por la que el país transita tras la muerte de Hugo Chávez, el líder que copó todos los espacios durante 14 años. Se han citado diversos argumentos para explicar por qué el 14 de abril fue escogida como la fecha para la realización de las elecciones de las que surgirá el sucesor de Chávez en la presidencia de Venezuela: junto a una interpretación interesadamente literal del mandato del artículo 233 de la Constitución, entre otras, la necesidad del oficialismo por convertir en votos la oleada de solidaridad que suscitó el martirio del comandante, antes de que su efecto disminuya. Pero una de las razones de más peso para agendar las elecciones fue la de hacerlo en una fecha previa al 30 de abril, cuando el período de Lucena al frente del CNE se vence.
Socióloga de formación, reconocida autoridad internacional en materia de procesos electorales, Lucena acumula un conocimiento crítico para el funcionamiento del sistema, habida cuenta además de su protagonismo en la automatización de las votaciones que ha llevado a Venezuela, en palabras del ex presidente estadounidense, Jimmy Carter, a contar con “el mejor sistema de votación del mundo”.
A Lucena, sin embargo, se le conoce también por su simpatía con el chavismo. Con frecuencia se hace difícil distinguir cuándo hace de árbitro y cuándo de hincha. Durante las exequias del ex presidente, se le vio haciendo guardia al ataúd mientras portaba el brazalete de la militancia oficialista, lo que ocasionó una protesta por parte del candidato Capriles Radonski.
En las redes sociales circula una iniciativa para solicitar la renuncia de Lucena, a la que en la directiva del CNE acompañan otras dos rectoras de reconocida filiación con el partido de gobierno. Vicente Díaz, cuyo lapso también vence el próximo abril, representa la única cuota opositora en la directiva del organismo.
Esta semana, la secretaria adjunta para el Hemisferio Americano del Departamento de Estado norteamericano, Roberta Jacobsen, expresó dudas sobre la pulcritud del sistema electoral venezolano, conceptos que recalcó el martes en entrevista con ELPAÍS en Washington: “Lo importante ahora es que las elecciones sean limpias y transparentes. Será un poco difícil, pero eso es lo que los venezolanos y la comunidad internacional deben de apoyar”.
Lucena le salió al paso a esas declaraciones, que calificó de injerencias. Un virulento editorial del diario El Nacional, de Caracas, criticó la postura de la presidenta del CNE — a la que reclama su indiferencia ante evidentes abusos de la candidatura oficialista— a la vez que hizo una referencia apenas velada al cáncer que padeció Lucena recientemente, y del que parece recuperarse. La nota del periódico concluía con una sombría admonición: “Que Dios la perdone, doña Lucena, porque ya sabemos su destino”.
Los términos de la nota editorial bastaron para que distintos voceros del oficialismo, incluyendo al presidente encargado y candidato, Nicolás Maduro, salieran en defensa de la funcionaria. “Insultan a la presidenta de un Poder Público venezolano como lo es la doctora Tibisay Lucena, le desean la muerte”, denunció Maduro, quien atribuyó los ataques a la desesperación de “la derecha”.
Más apasionado pareció el apoyo de Jorge Rodríguez, actual alcalde del Municipio Libertador de Caracas pero, sobre todo, jefe del comando Hugo Chávez que está a cargo de la campaña electoral de Maduro. Según Rodríguez, “los ataques al árbitro lo que persiguen es buscar la excusa para no llegar al 14 de abril, para no participar en el evento electoral”. Vale recordar que Rodríguez, también ex vicepresidente de la República entre 2007 y 2008 con Chávez, fue el predecesor de Lucena en la presidencia del CNE y mentor de su postulación al frente del organismo comicial.
Por su parte, el ministro de Información y Comunicación, Ernesto Villegas, opinó en su cuenta de Twitter que “la agresión a Tibisay Lucena se alinea con la hostilidad de EE UU hacia el CNE. Ya olvidaron que éste proclamó ganador a su cachorro en Miranda”, en referencia al triunfo de Capriles Radonski el pasado diciembre en las elecciones de gobernadores para las regiones.
No hay dudas de que Lucena jugará un rol fundamental en las semanas que quedan para las elecciones. El oficialismo no puede darse el lujo de perder la pericia técnica e institucional de Lucena en un trance que todos los sectores califican de decisivo, pero que el gobierno vive como una prueba de fuego para el endoso afectivo que Chávez hizo a Maduro y para la propia continuidad de la revolución. Más que un resultado, tal vez en las manos de la presidenta del CNE se encuentren las llaves para la paz y la gobernabilidad de Venezuela.
Lucena, presidenta desde 2006 del ente que organiza los comicios, se está revelando como una de las personalidades más influyentes en la incierta transición política por la que el país transita tras la muerte de Hugo Chávez, el líder que copó todos los espacios durante 14 años. Se han citado diversos argumentos para explicar por qué el 14 de abril fue escogida como la fecha para la realización de las elecciones de las que surgirá el sucesor de Chávez en la presidencia de Venezuela: junto a una interpretación interesadamente literal del mandato del artículo 233 de la Constitución, entre otras, la necesidad del oficialismo por convertir en votos la oleada de solidaridad que suscitó el martirio del comandante, antes de que su efecto disminuya. Pero una de las razones de más peso para agendar las elecciones fue la de hacerlo en una fecha previa al 30 de abril, cuando el período de Lucena al frente del CNE se vence.
Socióloga de formación, reconocida autoridad internacional en materia de procesos electorales, Lucena acumula un conocimiento crítico para el funcionamiento del sistema, habida cuenta además de su protagonismo en la automatización de las votaciones que ha llevado a Venezuela, en palabras del ex presidente estadounidense, Jimmy Carter, a contar con “el mejor sistema de votación del mundo”.
A Lucena, sin embargo, se le conoce también por su simpatía con el chavismo. Con frecuencia se hace difícil distinguir cuándo hace de árbitro y cuándo de hincha. Durante las exequias del ex presidente, se le vio haciendo guardia al ataúd mientras portaba el brazalete de la militancia oficialista, lo que ocasionó una protesta por parte del candidato Capriles Radonski.
En las redes sociales circula una iniciativa para solicitar la renuncia de Lucena, a la que en la directiva del CNE acompañan otras dos rectoras de reconocida filiación con el partido de gobierno. Vicente Díaz, cuyo lapso también vence el próximo abril, representa la única cuota opositora en la directiva del organismo.
Esta semana, la secretaria adjunta para el Hemisferio Americano del Departamento de Estado norteamericano, Roberta Jacobsen, expresó dudas sobre la pulcritud del sistema electoral venezolano, conceptos que recalcó el martes en entrevista con ELPAÍS en Washington: “Lo importante ahora es que las elecciones sean limpias y transparentes. Será un poco difícil, pero eso es lo que los venezolanos y la comunidad internacional deben de apoyar”.
Lucena le salió al paso a esas declaraciones, que calificó de injerencias. Un virulento editorial del diario El Nacional, de Caracas, criticó la postura de la presidenta del CNE — a la que reclama su indiferencia ante evidentes abusos de la candidatura oficialista— a la vez que hizo una referencia apenas velada al cáncer que padeció Lucena recientemente, y del que parece recuperarse. La nota del periódico concluía con una sombría admonición: “Que Dios la perdone, doña Lucena, porque ya sabemos su destino”.
Los términos de la nota editorial bastaron para que distintos voceros del oficialismo, incluyendo al presidente encargado y candidato, Nicolás Maduro, salieran en defensa de la funcionaria. “Insultan a la presidenta de un Poder Público venezolano como lo es la doctora Tibisay Lucena, le desean la muerte”, denunció Maduro, quien atribuyó los ataques a la desesperación de “la derecha”.
Más apasionado pareció el apoyo de Jorge Rodríguez, actual alcalde del Municipio Libertador de Caracas pero, sobre todo, jefe del comando Hugo Chávez que está a cargo de la campaña electoral de Maduro. Según Rodríguez, “los ataques al árbitro lo que persiguen es buscar la excusa para no llegar al 14 de abril, para no participar en el evento electoral”. Vale recordar que Rodríguez, también ex vicepresidente de la República entre 2007 y 2008 con Chávez, fue el predecesor de Lucena en la presidencia del CNE y mentor de su postulación al frente del organismo comicial.
Por su parte, el ministro de Información y Comunicación, Ernesto Villegas, opinó en su cuenta de Twitter que “la agresión a Tibisay Lucena se alinea con la hostilidad de EE UU hacia el CNE. Ya olvidaron que éste proclamó ganador a su cachorro en Miranda”, en referencia al triunfo de Capriles Radonski el pasado diciembre en las elecciones de gobernadores para las regiones.
No hay dudas de que Lucena jugará un rol fundamental en las semanas que quedan para las elecciones. El oficialismo no puede darse el lujo de perder la pericia técnica e institucional de Lucena en un trance que todos los sectores califican de decisivo, pero que el gobierno vive como una prueba de fuego para el endoso afectivo que Chávez hizo a Maduro y para la propia continuidad de la revolución. Más que un resultado, tal vez en las manos de la presidenta del CNE se encuentren las llaves para la paz y la gobernabilidad de Venezuela.
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