En un sector como la alimentación resulta todo un éxito crecer del modo que lo ha hecho la industria española en esta década. Mientras el país se volcaba en el fenómeno inmobiliario y confiaba en el automóvil o el turismo para crear empleo y hacer caja, la humilde industria alimentaria, con 439.000 trabajadores, disparaba sus ventas en casa y fuera.
Entre 2000 y 2010, la producción ha subido desde 55.700 millones de euros hasta 85.100, un 57,2% más. Y las exportaciones, solo entre 2004 y 2010, han crecido en torno al 32%, de 12.455 a 16.400 millones. Después del fuerte bajón de 2009, las ventas al exterior aumentaron un 9,9% hasta septiembre y están ya a niveles de 2008.
Tras el fuerte bajón de 2009, las exportaciones recuperan su nivel
Al contrario de lo ocurrido con el ladrillo, la alimentación no solo no ha caído víctima de la crisis, sino que puede ayudar a salir de ella. "En volumen hemos superado los niveles anteriores a la crisis. En valor aún no, debido a que los precios han bajado", afirma José Carlos Caballero, de Asaja.
Es posible que esta capacidad de recuperación se deba a eso de que la gente tiene que comer todos los días, lo que hace al sector más resistente que otros a las crisis. Pero el rápido revival de la industria no está llegando tanto del mercado doméstico como del exterior. "Nos estamos beneficiando", prosigue Caballero, "de que, pese a la crisis, la demanda ha seguido subiendo, no solo en Europa, sino especialmente en los países emergentes, a los que exportamos cada vez más".
La debilidad del euro ha ayudado. "Después de unos años de euro fuerte", opina Jaime Palafox, responsable de internacionalización de la Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas (FIAB), "nos ha venido bien, para vender fuera, un euro bajo".
Algunos sectores están creciendo más que el conjunto. Es el caso del aceite de oliva, que hasta octubre, dice Rafael Pico Lafuente, director de Asoliva, "ha batido su récord histórico de exportaciones: 805.000 toneladas, frente a las 659 mil del año anterior, un 22% más". O los cárnicos, desde las carnes frescas hasta el jamón, cuyas ventas exteriores han crecido un 52% en valor entre 2004 y 2009.
"Mientras exportábamos solo 11 mil toneladas de jamón en 2001", apuntan fuentes de Confecarne, "en 2008 llegamos a las 28 mil, casi tres veces más". Palafox, de FIAB, apunta al vino como otro de los productos ganadores. "Se ha comportado", dice, "muy bien en los últimos años. Sus exportaciones han subido un 15% en valor entre 2004 y 2005, pese a que estamos encajonados entre los vinos franceses en cuanto a prestigio y los del nuevo mundo (Australia, Chile...) en precio y facilidad de compra".
Estos éxitos no son casuales, sino resultado de un esfuerzo de años por mejorar la calidad de los productos, promocionarlos y desarrollar un tejido empresarial eficiente. En el aceite, España empieza a sacar beneficios de una estrategia iniciada hace 15 o 20 años.
"Entonces se consideraba que aceite de oliva era sinónimo de Italia", explica Palafox. "Hemos logrado que se reconozca también como un producto español". La estrategia ha pasado en este sector por la compra de empresas en otros países, en especial Italia, de resultas de lo cual se ha logrado masa crítica y marcas para conquistar mercados. Con el resultado, afirma Pico Lafuente, de Asoliva, "de que el 60% del aceite de oliva producido en el mundo es español".
La batalla de la exportación en los productos cárnicos ha tenido un cariz más político. "Se trataba de un sector, sobre todo el porcino (la especialidad de España), muy cerrado a las importaciones por parte de muchos países, desde EE UU hasta China, lo que exigió largas negociaciones, que todavía siguen", explica Palafox.
En el pescado hay que destacar el alto potencial exportador de empresas de congelados como Pescanova o de conservas como Calvo. "Hemos logrado incluso crear", apunta Palafox, "un segmento de conservas de pescado gourmet como Ortiz, Cuca o Lolín, con creciente aceptación".
Aun cuando el 74% de las ventas españolas va hacía la UE, la importancia de los nuevos mercados es creciente. Entre 2004 y 2009, las ventas a Europa del Este se han duplicado, de los 337 a los 693 millones de euros. Las exportaciones a China y Hong Kong han pasado de 103 a 198 millones (un 92% más) en el mismo periodo.
El foco sobre los mercados emergentes, cada vez más exigentes, está disparando la presencia de la industria española. "China se está revelando", asegura Palafox, "como uno de los mercados con más potencial, tanto que está a punto de superar a Japón, en el que llevamos décadas trabajando". Igual pasa con EE UU, que es ya uno de nuestros grandes clientes, el sexto.
Todo ello no quiere decir que Europa esté agotada. Igual de notable viene siendo el crecimiento de nuestros productos en Francia, uno de los mercados más exigentes del mundo (un 23% más entre 2004 y 2009).
El prestigio gastronómico del país ayuda a vender y es anterior incluso a la aparición de personajes como Ferran Adrià. Una encuesta de la FIAB revela que el segundo elemento definitorio de España para los visitantes, después del turismo, "es la gastronomía".
Lo importante además es que la creciente exposición de nuestra industria al exterior ha dado paso a un sector empresarial tan internacionalizado como la banca, las infraestructuras, la moda o la energía. Ebro Foods, principal grupo del sector, factura ya el 93% fuera de España (hace tres años era el 50%). Pescanova, el 55%; Viscofan, el 56%, y SOS, el 68%.
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