El presidente de Portugal, el conservador Aníbal Cavaco Silva, ha ganado en primera vuelta las elecciones. Con el 85% escrutado, el jefe de Estado ha obtenido un 55,2% en las presidenciales, mientras que su principal rival, Manuel Alegre, del Partido Socialista, ha logrado un 19,1%. La representante de la candidatura de Alegre, Maria de Belém, ha admitido poco después de conocerse los primeros sondeos que "no se ha logrado el objetivo de pasar a la segunda vuelta". Alegre aún no se ha manifestado.
Portugal puede además batir el récord de abstención en unas presidenciales. Las primeras estimaciones tras el cierre de las urnas en el territorio continental la sitúan entre el 47% y el 54%. La ola de frío que azota el país no ha ayudado a una alta presencia de votantes.
Aunque los portugueses suelen votar mayoritariamente por la tarde, la abstención a mediodía se preveía elevada, según había vaticinado un portavoz oficial. Normalmente suele oscilar entre el 30% y 40%, con el récord histórico de las elecciones de 2001, que registraron un 50% de abstención.
Los colegios electorales abrieron a las ocho de la mañana (nueve en España), en un día que ha amanecido con un intenso frío. Eran 9,6 millones los ciudadanos que tenían derecho de voto para elegir al presidente de la República para los próximos cinco años. Los seis candidatos votaron en sus respectivos lugares de residencia, Lisboa, Viana do Castelo y Madeira.
De partida, Cavaco Silva era el favorito para ser reelegido, según todas las encuestas. Para ganar en la primera vuelta se necesita superar la barrera del 50% de los votos. Manuel Alegre confíaba en que no alcanzara este porcentaje y fuera necesaria una segunda vuelta, que se celebraría el 13 de febrero, y a la que acudirían los dos más votados. En un eventual mano a mano entre Cavaco y Alegre la lucha sería mucho más cerrada, porque este último conseguiría con toda probabilidad gran parte de los votos de los otros cuatro candidatos, todos de izquierda y claramente anticavaquistas.
La campaña electoral ha durado dos semanas, aunque la precampaña comenzó en diciembre, con los debates televisados entre los seis candidatos. Unos comicios presidenciales nunca consiguen despertar el interés de los legislativos, que deciden la composición del Parlamento y la continuidad o el cambio de Gobierno. Es el caso de las elecciones celebradas hoy, cuya campaña nunca ha logrado superar el tono anodino ni despertar el interés de los portugueses, conscientes de que gane quien gane poco van a cambiar las cosas.
Preocupa más la crisis económica, el desempleo, el endeudamiento y las noticias insistentes que vaticinan que más temprano que tarde Portugal tendrá que pedir ayuda a la Unión Europea y al Fondo Monetario Internacional para pagar sus deudas.
Mañana, la vida de los portugueses no registrará ningún cambio, pero sí la de los empleados de 15 empresas públicas, en las que entrará en vigor el recorte de salarios aprobado en los presupuestos del Estado de 2011. Serán los primeros funcionarios que verán reducidos sus ingresos. Pero habrá más. Y habrá más consecuencias de las medidas de ajuste aprobadas por el Gobierno, como la subida del IVA, para cumplir el compromiso de rebajar el déficit público.
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