"No tengo Whatsapp pero tengo sentimientos"
La vida social en Whatsapp es dura.
Un ejemplo: es muy fácil acabar en una pandilla múltiple. Ni siquiera
tienes que hacer nada. Un buen día, lo quieras o no, un amigo te
agregará a un grupo multitudinario, hiperactivo y con incontinencia
verbal, y entonces entrarás en una conversación sin final. Hay que
reconocer que a estas alturas lo normal es estar atrapado en más de uno y
vivir en una tertulia continua.
Sepa que si aún no ha experimentado estas
sensaciones está en verdadero peligro de exclusión social. Hoy la
popularidad se mide por el número de grupos de Whatsapp donde se reclame
su presencia, y me remito al nombre de un grupo visto en Facebook: "No te deseo ningún mal, pero ojalá seas el amigo sin Whatsapp".
Para cuantificar el tráfico de la aplicación, diremos que en Noche Vieja se mandaron 18.000 millones
de mensajes. Y para tener una referencia, la plataforma de Apple
iMessage, mucho más popular en Estados Unidos que Whatsapp,acumula como
promedio 1.000 millones de mensajes en un día.
Queda claro que sobra gente para llevar una vida movida en Whatsapp.
Algunos grupos tienen nombres graciosos y, en su día, se crearon con
una función concreta que ya nadie recuerda. Los nostálgicos conservan en
su teléfono la huella de los grupos ya inactivos como una especie de
souvenir de su vida social, y no se puede negar que llevar una de estas
tribus en el teléfono hace creer que vas por la vida permanentemente
acompañado. Pasemos por alto el efecto visual de llevar un teléfono con
vida propia que vibra y se ilumina sin orden ni concierto. Una
hiperactividad que acabará favoreciendo incluso a su vida off line. No hay nada más atractivo que alguien reclamado y buscado, con una actividad frenética, al menos en Whatsapp.
Además, mantener una conversación que nunca acaba
te obliga a tener una opinión sobre lo humano y lo divino, porque el
mayor pecado en un grupo de whatsapp es el silencio. Esta vida en
comunidad crea un verdadero horror vacui y uno ha de charlar de
todo y con todos. La peor soledad se experimentará cuando proponga un
tema que no triunfe. Digamos que pone un par de comentarios y nadie
responde, o lo que es peor, se le ignora de forma manifiesta y se
prosigue con la conversación previa. Es el vacío existencial y
filosófico, y además, todo queda por escrito. Cuando quiera podrá releer
y consultar las evidencias de su torpeza social.
Pero desde aquí le adelanto que probablemente todo sea fruto de un estado paranoico transitorio. En las pantallas desarrollamos una "lectura eficiente". "En lugar de leer, escaneamos",
lo que nos permite saltarnos la tercera parte de la información. En el
caso de los chats en tiempo real y, particularmente, de Whatsapp,
aquello que ha llegado a la pantalla mientras estamos escribiendo,
sencillamente nunca ha sucedido. Así que con un poco de suerte, sus
mensajes ignorados llegaron en un momento de distracción colectiva.
Dicho esto, hay que ser consciente de una práctica cada vez más habitual: la creación de subgrupos a partir del grupo original de Whatsapp.
Es decir, si por alguna razón se generan dudas sobre uno de los
miembros del grupo, se crea inmediatamente otro nuevo, con una
conversación paralela que se centra en comentar la jugada y de la que
quedará excluido el sujeto de la discordia. Sí, señores, la vida es
dura. En el grupo antiguo se seguirá hablando de generalidades pero la
enjundia y la toma de decisiones habrá pasado al nuevo grupo. Toda esta
ingeniería social suele acabar mal, casi siempre cuando alguien dice lo
que no debe decir en el grupo equivocado y el aludido se da por enterado
(también puede hacer como que no pasa nada).
Y hemos llegado hasta aquí para decir que lo realmente difícil, imposible, casi como conseguir la portabilidad de tu móvil, es intentar salir de uno de estos grupos cuando aún no se le ha declarado en estado vegetativo.
Como el exceso de compañía agota, puede
ser que un día usted se quiera salir del grupo. Lo intentará y alguien
lo evitará y le volverá a meter al redil. Más de uno lo hará. La
sensación es como estar cayendo al vacío y que mucha gente está tirando
de su brazo para salvarle. Entonces se sentirá culpable, inventará
excusas, dará largas y, en general se hará el sueco para pasar el
trance. Hombre, es feo irse sin dar la cara. Pero a veces querrá
hacerlo, créame. Mi consejo antigurú es que aguante, silencie el
teléfono 8 horas. Si no es suficiente, hágalo por una semana, pero
resista, rebusque en sus impulsos más primarios, recuerde que somos
gregarios y permanezca en la tribu.
Si tras una semana de tener el grupo en silencio todavía le apetece largarse, aquí
le ofrecemos un tutorial para escapar de un grupo de Whatsapp sin que
nadie lo note. Reconozco que no me atrevo a ponerlo a prueba pero si
usted, querido lector, es de naturaleza temeraria, adelante. Y luego,
pásese por aquí a contar cómo es eso de figurar pero no estar en un
grupo de Whatsapp. ¿Se convierte uno en un walking dead?
Y recuerde, pase lo que pase, no salga
dando un portazo. Nadie se lo perdonará y se juega su vida social.
Mantenga el tipo, trague en seco y sonría (hay múltiples y variados emoticonos para ello) porque Whatsapp es exactamente igual que el resto de su vida.
* No tengo Whatsapp pero tengo sentimientos es un grupo creado en Facebook. Llevan 9.476 Me gusta.
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