Un homónimo molesto
Por Juan José Lara
Astrid me refirió
un cliente a mi bufete. Acudí hasta el presidio no porque prometiera el caso
honorarios abundantes sino para paliar la depresión de la inactividad. En medio
de una salita desangelada me narró el preso:
- Estoy detenido
por fraude; no tengo ninguna responsabilidad en los delitos que se me imputan;
la verdad todo se debe a un molesto homónimo.
No soy culpable,
a pesar de que durante cuarenta y cinco años estuve esforzándome en conseguir
alguna prosperidad, pero siempre se me negó. Si hasta probé nadar en las aguas
de la política, donde no se necesita de más destrezas que ser un infame
oportunista.
Las empresas me
vetaron, los gremios proscribieron, los funcionarios bloquearon, los círculos
estrecharon; siempre estuve liquidado. Sin embargo en este penal he conocido
los más notable de la sociedad; de esa cuenta he intimado con ex ministros,
curas, empresarios, profesionales, más de algún jefe policiaco y hasta un ex
presidente.
Este reputado
político me ofreció al redimir su pena, recuperar el poder, y librarme de mi
enredo. Otro preso de la vieja oposición
al ex presidente me dijo que no confiara en él pues es más falso que una película
de Hollywood, por tanto jamás retornaría, ya que aquél que olvida no merece ser
recordado. Añadió que ellos sí ganarían,
y me auparían además de sacarme de esta mazmorra. -
- Licenciado, me
imagino que con el verdadero autor del delito que se me imputa debemos de
parecernos como dos gotas de agua, pero con moral diferente como ver en el
espejo al Otro. -
Agotada la
conversación con el reo quedé de regresar después.
El fin del homónimo
Regresé más de
una vez, nos vimos en la misma sala del penal. El recluso se miraba resignado a su inusitada situación. Tenía ropa
nueva, estaba bañado y rasurado. Me relató:
- “Nadie aquí me
cree que quién cometió la violación de la ley es otra persona; que solo es una
confusión de nombres; por la magnitud de lo desfalcado me consideran un
acaudalado. El recluso ex presidente
hasta me ha dicho que si su partido regresa al poder, me nombrarán ministro de finanzas.
El cura, irritado
una vez que quise confesarme abandonó intempestivamente la capilla, cuando le
confié la verdad, me gritó a mandíbula
batiente: ¡impostor! Le dije que no me hablara con el corazón lleno.
El único que si
me cree es Laurito, si hasta me mudé a su separo donde tiene un comedor para
trapichear con los internos. Desde que estoy en mi nueva ubicación, éste se
volvió remiso a comerciar a las muchachas de la visita conyugal.
Mi alimentación
ahora es mas sana, tengo acceso a ropa moderna, bebidas y abalorios de marca; mi
familia cuando me viene a ver también me considera responsable del delito que
se me acusa, estoy pensando en organizar mi propio negocio.
Licenciado, perdone,
no le reprocho que haya pasado tiempo y, a pesar que considero usted me cree,
sus alegatos en el tribunal no hayan prosperado para liberarme. De todas
maneras un recluso ex fiscal me dijo que estos casos por la complejidad de las
leyes nuestras, siempre duran años”.-
En la última
oportunidad que fui al presidio a ver a mi cliente me tardé más de dos horas en
ingresar; finalmente en la salita donde solía entrevistarme con él, acudió el alcaide y me dijo que el encartado
había muerto. Tuve acceso al acta de defunción porque como buen abogado tenía
que ser inquisitivo; el dictamen forense decía como causal de su muerte,
infección neumológica ocasionada por VIH.
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