Dilma en el cielo
La Presidenta Dilma debe estar en el cielo. No sólo porque
el papa Francisco, recién estrenado, la recibió en su biblioteca particular durante media hora, sino porque en ese mismo momento el último sondeo nacional sobre su gobierno la colocó en las estrellas.
¿Le dio suerte el hecho de haber querido ir a Roma, al revés de otros presidentes que prefirieron quedarse en casa, con una delegación que ocupó 54 cuartos de un hotel de la capital italiana?
Dilma, que fue católica sólo en su primera infancia y que no es ninguna teóloga pues llegó a llamar a la Virgen de “diosa”, ha confesado que se emocionó mucho en la Misa de inauguración del pontificado del papa Francisco.
La víspera de encontrarse con el papa, Dilma llamó la atención por haberse atrevido a dar un consejo al papa: “No debe limitarse sólo a defender a los pobres, sino que deberá también respetar todas las diferencias”.
Quizás, en su coloquio privado con el papa Francisco llegara a concretar el significado de sus palabras. Se sabe que con el papa abordó el tema del hambre en el mundo y el problema que acucia a Brasil de los dependientes del crack.
De vuelta a Brasil, bendecida por el Papa, que es muy posible que visite a Brasil antes aún que a Argentina con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud que tendrá lugar el próximo julio en Rio de Janeiro, Dilma se ha encontrado con el regalo del aumento de su popularidad.
Es posible que de Brasil, el país con mayor número de católicos del mundo, el papa Francisco continúe viaje hacia su patria chica.
Una visita papal que si Dilma lo necesitara le iría de perillas al año exacto de la disputa de su reelección a la presidencia de la República.
Aún sin el papa, Dilma ha aumentado, desde el último sondeo todos los indices de aprobación tanto de su forma de gobernar como de su mismo gobierno.
Y eso a pesar de que el PIB de Brasil haya crecido este año menos de un uno por ciento, que la inflación esté más alta que nunca y la industria con dificultades.
La aprobación de Dilma, de su gobierno y de su forma de gobernar ha superado todos los records anteriores: el 79% aprueban su forma de gobernar; el 63% a su gobierno y en el nordeste pobre, su aprobación ha llegado a las estrellas con un 85%, cifra que ni el carismático Lula había nunca conseguido.
Lo cierto es que el papa Francisco, cuyo lema es la defensa de los más pobres no dejará de reconocer que Brasil ha hecho grandes esfuerzos para luchar contra la pobreza y la miseria de millones de ciudadanos.
En este sentido se entiende la perplejidad de Dilma cuando le preguntaron si no se había sentido frustrada al no haber conseguido Brasil la elección del papa.
“No entiendo esa pregunta. ?Es que el papa Francisco no es latinoamericano?” respondió a los periodistas.
Un día Brasil tuvo uno de los episcopados más abiertos socialmente del continente, que durante la dictadura militar se opuso frontalmente a los militares.Y sus obispo y cardenales se distinguieron hace 50 años en el Concilio Vaticano II apoyando al ala más progresita de la Iglesia.
Después, los nombramientos de obispos de Juan Pblo II y Benedicto XVI, la conviertieron en una iglesia sin aquella chispa de apertura de antaño.
Ahora toca al papa Francisco renovar a ese episcopado y nombrar nuevos cardenales. Uno de ellos, de la vieja guardia avanzada de la Iglesia, el ya jubilado arzobispo de São Paulo, Claudio Hummes, ha sido, al parecer, el articulador de la candidatura del papa argentino y quien le inspiró su nombre de Francisco, en recuerdo del Poverello de Asís, como ha revelado el papa a los periodistas. "No se olvide de los pobres", le había dicho abrazándolo nada más alcanzar el cardenal bergoglio, los votos suficientes para su elección.
En una entrevista al diario Folha de São Paulo, Hummes ha llegado a firmar que la Iglesia, así como es hoy "no funciona" y que no basta con cambiar a la Curia, sino que es toda la estructura la que debe ser modificada para "ser cfreible".
Por ello, el nuevo papa quiso, quebrando todos los protocolos, que Hummes estuviera a su lado la tarde que apareció por primera vez como papa en el balcón de la Basílica de San Pablo.
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