sábado, 1 de enero de 2011

Enfadarse con Dios, es natural.

La noción de estar enfadado con Dios procede de tiempos ancestrales y es algo común en creyentes y no creyentes, según sugiere un estudio de la Universidad de la Reserva Case Western en Estados Unidos que se publica en la revista 'Journal of Personality and Social Psychology'.

Según explica Julie Exline, directora del estudio, "muchas personas experimentan ira hacia Dios, incluso las personas que lo aman profundamente y respetan a Dios se enfadan con él. De igual forma que las personas se enfadan con otras personas, incluyendo a quienes aman, pueden también enfadarse con Dios".

Exline ha estudiado la ira hacia Dios durante la pasada década realizando estudios con cientos de personas, incluyendo a estudiantes, supervivientes de cáncer y miembros de familias en duelo.

La ira hacia Dios coincide con muertes, enfermedades, accidentes o desastres naturales. Aunque la ira no se limita a las situaciones traumáticas y puede aparecer también cuando las personas sienten desilusiones, fallos o problemas interpersonales.

Algunas personas ven a Dios como responsable de tales episodios y se enfadan cuando consideran las intenciones divinas como crueles o desinteresadas. Exline señala que las personas pueden llegar a pensar que son abandonados, traicionados o maltratados por Dios.

Muchos se avergüenzan de su ira
El estudio destaca que puede ser difícil para las personas reconocer su ira hacia Dios. Muchas personas se avergüenzan y no quieren admitir sus sentimientos. En particular, las personas que son muy religiosas podrían creer que deben centrarse sólo en el lado positivo de la vida religiosa.

"Pero la religión y la espiritualidad son como otros dominios de la vida, como el trabajo y las relaciones. Traen importantes beneficios pero pueden traer también dificultades. La ira a Dios es una de estas dificultades", añade Exline.

Según los descubrimientos de la investigadora, protestantes, afroamericanos y personas mayores tienden a informar de menos ira hacia Dios; las personas que no creen en Dios podrían aún así albergar este enfado y esta ira provoca un mayor malestar cuando es frecuente, intensa o crónica. Superar la ira a Dios, explica la investigadora, podría requerir de algunos pasos necesarios para resolver otros enfados.

"Las personas podrían beneficiarse de reflexionar más sobre la situación y cómo ven el papel de Dios en ella. Por ejemplo, podrían enfadarse menos si deciden que Dios, en realidad, no es el responsable de lo que les ha molestado o si pueden ver cómo Dios trae algún sentido o beneficio a la situación dolorosa", añade Exline.

Las personas que sienten ira hacia Dios también necesitan reafirmarse al pensar que no están solos. Muchos individuos experimentan tales dudas, añade la investigadora, que sugiere que las personas intentan ser abiertas y honestas con Dios sobre su enfado, en vez de esconderlo o tratar de camuflar sus sentimientos negativos.

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