sábado, 1 de enero de 2011

Fin de la dictadura de lo masivo.

Internet es el puño que ha golpeado la falsamente homogénea superficie de la realidad y la ha hecho estallar en mil pedazos. Las audiencias son cada vez más globales, pero se acabó la dictadura de lo masivo. 2010 ha sido el año de la fragmentación, de la especialización y del triunfo del nicho. En cine, en televisión o en la propia Red se vive la venganza de lo que antes fue marginal y ahora exhibe con orgullo el valor de su diferencia.

- Poderío 'freak'. La que fuera compañera feíta y rarita del colegio neoyorquino de Paris Hilton, Lady Gaga, se convirtió en 2010 en la artista más popular en YouTube y Facebook. Los marginados del club de canto de instituto americano de la serie multiplataforma Glee dominaron la televisión, iTunes y las webs de cotilleos con su musical de orgullo filogay.

Los chistes sobre físicos e ingenieros de The big bang theory implosionaron en el epicentro de la galaxia nerd para convertirla en la sitcom favorita de la blogosfera. Tavi Gavinson, la excéntrica preadolescente transformada en excéntrica bloguera de moda, se consolidó como icono de estilo y front-rower más joven de la historia.

Los improbables superhéroes de las adaptaciones cinematográficas de Scott Pilgrim contra el mundo y Kick Ass demostraron sex-appeal friqui en la taquilla. Y hace solo unos días, la revista Time elegía al fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, el nerd del milenio, como nuevo amo del universo.

- Ciberonanismo. Formspring.me, la red social de preguntas y respuestas, saltó a la fama a principios de año como la web en la que poder acosar e insultar anónima e impunemente a cualquier desgraciado, pero con el tiempo se fueron consolidando ciertas posibilidades creativas y, de nuevo, onanistas.

A través de ella, un usuario sin abuela puede responder al interminable cuestionario al que le someten sus anónimos fans o haters. El bloguero Popy Blasco, el usuario más popular en España (casi 9 mil preguntas respondidas), lo explica así: "Con Formspring se experimenta el grado de adicción que muchos tienen a hablar de sí mismos, así como la intención de comprobar los límites de la exposición pública". Luna Miguel, jovencísima escritora, distingue esta plataforma de otras por ser "más literaria, más jugosa. Te hace escribir y reaccionar, y eso en la era del 'me gusta' ya es mucho". Algunos de sus más de 16 millones de miembros ya conocen al portal como Freudspring.

- El ocultismo es la última frontera del pop. La explosión de Salem, la banda de Michigan, ha sido la gran responsable de la rápida expansión de un vocablo que pretende definir un subgénero difícil de encasillar. Heredero del chillwave que acuñaron bandas como Washed Out o Neon Indian y de la tendencia drag, literalmente "arrastrar", el witch-house introduce elementos del hip-hop para dar un resultado macabro, asfixiante y fascinante. Aparte de Salem, los protagonistas del fenómeno, de momento, son bandas como oOoOO y White Ring y los sellos Tri Angle y Disaro. Todos norteamericanos.

- El triunfo del cine experimental autoreferencial. La concesión de la Palma de Oro del último Festival de Cannes a Uncle Boonmee recuerda sus vidas pasadas, de Apichatpong Weerasethakul, es el reconocimiento del establishment a un tipo de cine radical, de difícil distribución, que busca nuevas formas de narración a través de la tecnología.

La película del tailandés, un retrato alegórico del cine tal y como lo conocíamos hasta ahora, combina homenajes en 35 mm a la serie B de su país natal con fragmentos en estricto digital, entremezclando ficción y documental, una de las señas que han definido el cine alternativo de la anterior década. El año acaba con el simbólico estreno en salas comerciales de Film Socialisme, de Godard. Otro particular homenaje al cine contemporáneo a través de un mosaico de imágenes discontinuo que alterna citas filosóficas, escenas de un crucero rodadas en HD o teléfonos móviles y planos sacados de otras películas preexistentes.

- Vuelta de la cultura de club. España es ese país que en menos de cinco años pasa de tener en cada pueblo una discoteca Pk2 llena de gente que no entiende que una sala pueda albergar varios clubes a entregarse al rescate de la cultura de club que hemos vivido este año a lo bestia. Noches con nombres como Montaña sagrada, La Fiestinchi (ambos en Nasti, Madrid), Dirty Dancing Medieval Rhapsody (Razzmatazz, Barcelona) o Noche de Reinas (Nitsa 2, Barcelona) nos han dejado con la misma mezcla de sueños húmedos y sudores fríos del día siguiente, pero tras pasar la noche (temática) en estados mentales más que en lugares.

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