martes, 18 de enero de 2011

Operación Bikini.

Los excesos de Navidad y la cercanía de la primavera estimulan a empezar a cuidar la figura en el primer trimestre del año. “La operación bikini empieza en enero y no en mayo, cuando ya no se está a tiempo de obtener resultados satisfactorios a través de un tratamiento o de una dieta”, comenta el vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME), Jaume Tufet.

Conscientes de ello, son muchos los que, con el año nuevo, se proponen mejorar la silueta de cara a lucir palmito a partir de Semana Santa. En este sentido, el sector ha percibido un aumento notable de la demanda de tratamientos corporales y productos que ayudan a mejorar el aspecto del cuerpo sin tener que recurrir al bisturí.

Así pues, y pese a la crisis, el incremento de la facturación se estima de alrededor del 20% con respecto al mismo mes del ejercicio anterior, según Tufet. Una cifra que corroboran otras empresas del sector.

“Al igual que se llenan los gimnasios, a principios de enero se produce un crecimiento de la demanda de tratamientos corporales, especialmente, dirigidos a la pérdida de peso y volumen en zonas localizadas”, explica Mª José Duran, responsable comercial de PH Cosméticos. La tendencia no es tan positiva para la cirugía estética, que pierde fuel a favor de técnicas no invasivas, es decir, en las que el cliente no tiene que pasar por quirófano. “Son menos costosas y cada vez dan mejores resultados”, dice Tufet.

Un estudio elaborado por la analista DKV apunta a esta tendencia. El informe estima una disminución del 5% aproximadamente en la facturación de los centros de cirugía estética. En el 2009 el sector ya experimentó una bajada cercana al 20% en el volumen de negocio, que se situó en 215 millones de euros. “El descenso de la demanda, la caída de los precios y la orientación de los clientes hacia tratamientos de menor coste explican esta sensible disminución, señalan desde DKV.

Radiofrecuencia y cavitación, los más demandados
En un sector dinámico, que mueve más de 900 millones de euros al año, es comprensible que surjan novedades de manera frecuente en cuanto a tratamientos se refiere. Los más solicitados son la radiofrecuencia y la cavitación.

El primero se utiliza para reafirmar los tejidos y mejorar el aspecto de la celulitis, mientras que el segundo hace vibrar las células grasas, lo que se traduce en una liberación de aceite y, por consiguiente, el paciente nota una pérdida de volumen desde la primera sesión. La vacuoterapia – que funciona mediante el amasamiento de la carne- se empezó a aplicar hace ya unos años, pero todavía hoy continúa siendo una de las técnicas más usadas por los especialistas en estética.

Por el contrario, el último grito es la criolipólisis, que consiste en la aplicación de frío para disminuir el panículo adiposo – capa de tejido graso situada debajo de la piel. “Este nuevo método funciona congelando la grasa hasta romper la célula y liberar el aceite que hay dentro”, explica Tufet.

Aparte de la criolipólisis, hay que mencionar los ultrasonidos HIFU. En este caso el ultrasonido, de gran potencia, es capaz de coagular la grasa, por lo que se produce una disminución de volumen. Por último, se continúa aplicando, aunque ya no sería un tratamiento tan nuevo, la presoterapia, que se realiza a través de unas botas neumáticas que van ejerciendo presión a intervalos, e intervienen sobre los edemas crónicos, linfáticos o venosos.

Los médicos alertan de la importancia del efecto “yoyó”
En cuanto a la eficacia de estos tratamientos, tanto en el caso de la cavitación como el de la crioterapia, el paciente suele llegar a perder un centímetro por sesión. “El problema radica en que en muchas de estas técnicas la pérdida de volumen se vuelve a recuperar pronto en cuanto el paciente se vuelve a engoardar”, matiza Tufet.

Por otra parte, los cosméticos juegan un papel relativo en el mantenimiento de los resultados. “La manera de continuar el tratamiento es completarlo con un buen cosmético rico en activos drenantes y metabolizantes”, comenta Mª José Duran. Las cremas anticelulíticas que cumplen esta función son, precisamente, el cosmético corporal más vendido, aunque su efectividad se ponga en duda por parte del sector médico: “Es más el masaje con la mano que la acción que puedan hacer los componentes de los que estén hechas”, dice Tufet. Por lo que respecta a tratamientos estéticos adelgazantes que aplican las esteticistas, los que tienen mayor presencia en el mercado son las envolturas de algas, de fangos y tratamientos de sedación.

Sin embargo, la aparente pérdida de peso que consiguen algunos productos no es del todo real. Este es el caso de la yesoterapia (ver vídeo), que llegó a España hará un año y medio. Se trata de la aplicación en muslos y abdomen de vendas impregnadas con diferentes activos drenantes y reafirmantes.

La duración del tratamiento es de ocho horas aproximadamente, durante las cuales se pierde bastante líquido y toxinas, pero que son fácilmente recuperables en las primeras horas posteriores al tratamiento. Los esteticistas suelen recomendarlo cuando se quiere perder volumen de manera rápida en un momento determinado, por ejemplo, para asistir a una celebración presumiendo de unos centímetros menos.

La dieta y el ejercicio son indispensables
“La actividad física y comer sano es más efectivo que cualquier tratamiento para adelgazar”, explica el vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina Estética. En este sentido, la terapia es útil, pero sólo como complemento para mejorar el aspecto de la piel o un cúmulo localizado de grasa.

“El paciente no debe de confiar en el milagro, ya que hoy por hoy no se puede cambiar la forma del cuerpo si no es con bisturí”. Y señala: “Los médicos estéticos funcionamos como conductores del paciente, estimulamos a que haga deporte y cambie de hábitos alimentarios para obtener el máximo resultado”. Aparte de esto, Jaume Tufet aconseja que, a la hora de someterse a un tratamiento médico estético, el paciente se asegure de que el profesional tiene la formación suficiente, y tenga claro que “la aguja es la línea divisoria entre el trabajo del médico y la esteticista”.

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