Hace algunas semanas un amigo me comentó que había leído que en Japón algunos matrimonios habían decidido convivir únicamente el fin de semana. Según me explicó, estaban casados por todas las leyes, pero cada quien vivía en su casa entre semana y el fin de semana él o ella se mudaban a casa del otro para estar juntos.
El idilio duraba hasta el domingo por la noche o lunes en la mañana, en la que cada uno se iba a su casa. Así, de lunes a jueves eran libres para trabajar a sus anchas, ver televisión hasta tarde, irse a la cama con crema en la cara, o lo que a cada quien se le antojase, hasta que llegase el fin de semana cuando estaban juntos.
¿Será una grandiosa idea o una señal de la falta de compromiso que caracteriza a nuestro tiempo?
Supongo que este tipo de matrimonio light probablemente rompa las nociones tradicionales y románticas de muchos. Sin embargo, es únicamente un acuerdo entre dos personas para vivir su relación de pareja. Cada matrimonio tiene diferentes acuerdos que funcionan para ellos.
Algunos están de acuerdo que pueden salir los jueves con sus amigos, para otros es impensable y prefieren salir juntos el fin de semana. Hay quienes deciden darse un tiempo para cultivar distintos intereses. Así, mientras que ella toma un curso de literatura, él entrena para un triatlón.
Algunos dividen las tareas del hogar y el cuidado de los hijos, otros prefieren seguir con los roles tradicionales y un largo etcétera. Un matrimonio de viernes a domingo es simplemente un acuerdo entre los dos.
Supongo que el ingrediente para el éxito de una relación que puede parecernos un tanto sui géneris, es el mismo que para las tradicionales: la comunicación. Si está hablado y aclarado qué es lo que está permitido para ambos, hay acuerdos acerca de lo que se puede hacer en esos días que están separados, están de acuerdo en temas económicos, y en el caso de que llegasen a tenerlos, en el cuidado y educación de los hijos, creo que no habrá mayor problema.
Los acuerdos, por bizarros que parezcan, mientras funcionen para los interesados no son de la incumbencia de nadie más. Tendemos a pensar que lo que nosotros hacemos está bien, y por ende, que es lo que deberían hacer los demás. Sin embargo, aunque a muchos les parezca que un matrimonio de viernes a lunes es una falta de compromiso, amor, etc., para otros puede ser la única manera en que pueden y quieren estar juntos.
Un acuerdo así puede ser muy práctico, en especial para los “solteros reciclados”, o para quienes llevan un tiempo largo viviendo solos y es difícil acostumbrarse nuevamente a la rutina del matrimonio. También puede ser la solución para aquellos divorciados que viven con sus hijos y la idea de “los míos, los tuyos y los nuestros” no les parece la más acertada.
Recuerdo que hace unos años supe de una pareja de divorciados que se casaron pero siguieron viviendo cada uno en su casa, ya que él tenía dos hijos adolescentes y ella tres hijas más o menos de la misma edad. A fin de evitar problemas, decidieron que cada uno viviría en su casa y que se verían intermitentemente durante la semana y el fin de semana estarían juntos.
A los ojos de muchos fue un arreglo extraño, pero a ellos les funcionó y a pesar de las apuestas en su contra, siguen casados después de varios años. Hoy en día, el acuerdo cambió nuevamente, ya que los hijos se casaron o se mudaron a vivir por su cuenta y ellos viven finalmente juntos.
Para alguien que lleva soltero muchos años, acostumbrado a entrar y salir según le parezca, este arreglo también puede funcionar. Quienes han vivido solos un buen rato saben que cuesta trabajo aprender a convivir con alguien.
Un amigo mío, quien fue por muchos años soltero empedernido, me comentaba que lo que más le costó trabajo del matrimonio, a pesar de estar profundamente enamorado de su mujer, era avisarle qué iba a hacer de su día. Si llegaba a comer o a cenar y a qué hora.
Es un hecho que en el último siglo las cosas han cambiado.. Las relaciones de pareja no son la excepción. Si lo tradicional funciona para algunos, fantástico, pero cuando no es lo óptimo para alguien en particular, es necesario buscar soluciones diferentes.
El tener un matrimonio de viernes a lunes puede ser la solución para convivir con esa persona a la que aman.
Pareciera algo novedoso, producto de una sociedad avanzada postmoderna, pero en países como Guatemala, México y otros de América Latina tienen años viviendo esta situación, sin analizarlo ni mencionarlo. Los agentes viajeros, que salen cada martes de la capital hacia el interior, hacia la provincia, para volver los viernes por la noche. Esa rutina, durante toda la vida. Las mujeres crían solas a los hijos. Los padres son unos verdaderos desconocidos y molestan el fin de semana.
ResponderEliminarHoy día en un mundo globalizado y de capitalismo más agresivo, los jóvenes siguen viajando dentro de los territorios asignados por grandes corporaciones. Nuevamente, se van cada semana, y vuelven el fin de semana. Sus vidas son los aviones, los aeropuertos, los hoteles, los encuentros casuales o los bares de los hoteles. Son exitosos hombres de empresa, trabajan en grandes corporaciones, globalizadas y tienen vinculos emociionales globalizados. Volver a la rutina de un trabajo estable, sin viajar, constituye el rompimiento de la estabilidad de la familia y del propio profesional corporativo. Se presenta con frecuencia el sindrome de la abstinencia,igual que un drogadicto. A estos gerentes regionales, les falta el sello de migración, el olor de la gasolina de avión, la nitidez de los baños de hotel, el glamour de las comidas de restaurante de cinco tenedores, encuentros casuales de tercer tipo, el champagne de primera clase.