¿Qué hacer ante la injusticia actual? / Víctor Flores Olea
Víctor Flores Olea
Publicado: 01/10/2012 09:39
Publicado: 01/10/2012 09:39
Hace unos días se
celebró una mesa redonda en la Fundación Heberto Castillo que
dirige con pasión, devoción y puntualidad Teresa Juárez de
Castillo, viuda del luchador social cuyo nombre recordamos con
admiración. Tarea notable la de esta mujer que sin mayores recursos
organiza sistemáticamente, en el asiento de la Fundación en
Coyoacán, debates en torno a temas que preocupan agudamente a
nuestra sociedad. Esta vez participamos en la mesa, además del
suscrito, Luis Villoro, Magdalena Gómez y Elvira Concheiro.
Inicie mi intervención
sosteniendo que la pregunta del debate es una pregunta que, en rigor,
sólo se formula desde la izquierda, y que para la derecha tal
problema no lo es o, en todo caso, que no se preocupa mayormente por
resolverlo o por formular una respuesta adecuada al mismo, ya que
precisamente el origen del problema está en la avidez del
capitalismo que pone en primer término la maximización de las
ganancias y desatiende soberanamente cualquier efecto social, por
siniestro que sea.
Dijimos, naturalmente,
que tal ha sido el carácter del capitalismo desde sus orígenes,
pero que ahora, en el capitalismo neoliberal, se ha agudizado
desmedidamente la avidez del sistema y de sus hombres y empresas para
incrementar las ganancias en el menor tiempo posible, lo que equivale
a decir que se han extremado también las prácticas de la
explotación del trabajo humano, que es la verdadera raíz de la
riqueza acumulada en manos de unas cuantas manos. A mayor injusticia
hoy, podemos decir, mayor explotación del trabajo y mayor
concentración del capital. En todo caso, tal es la tendencia
impuesta por el neoliberalismo.
¿Qué hacer para
contrarrestar esa tendencia? Variedad de acciones pudieran
concebirse, aunque en la ocasión debemos sintetizar enormemente
nuestras reflexiones. Sí, la transformación del sistema es lo
primero que se ocurre, precisamente para evitar o eliminar la
explotación del hombre por el hombre.
Pero aquí se inicia otra
discusión fundamental: la transformación del sistema ha de
realizare de un solo golpe o en una sola acción contundente, lo cual
parece imposible o muy difícil en el mundo y en la sociedad en que
vivimos, o bien ha de realizarse de manera gradual, paso a paso, a
través de una serie de reformas sucesivas que terminen por
transformar el sistema. No hay respuesta única a esta pregunta,
porque depende de circunstancias concretas, pero es un hecho que la
respuesta a nuestra pregunta tiene que ver con la serie de reformas o
transformaciones sucesivas o de un golpe que lleguen a la postre a
eliminar radicalmente la injusticia social que vivimos.
México, desde luego, no
sería ajeno a esta discusión general, pero sí hemos de ver que los
grupos y clases que detentan el poder económico y político no
parecen dispuestas a abandonar un ápice de ese poder. En nuestra
experiencia histórica más reciente encontramos que en 1988
(candidato Cuauhtémoc Cárdenas), 2006 (candidato Andrés Manuel
López Obrador), y 2012 (otra vez Andrés Manuel), y seguramente
sirviéndose de diferentes prácticas ilegales y hasta fraudulentas,
el sistema de poder no ha permitido la mínima variación, y por lo
que se ve no es fácil que lo acepte en el futuro. Los intereses
condensados son muchos y no es fácil que haya una cesión de
autoridad con base en la ley y el derecho, puesto que son ellos
mismos quienes “manipulan” en su beneficio la ley y el derecho,
que así han perdido su significado original de rectitud y justicia.
Pero además muestran
también esa voluntad de afianzar poder y fuerza sin ninguna
contemplación por la ley y el derecho, en la operación que vivimos
de práctica eliminación del art. 123 constitucional y de la Ley
Federal del trabajo, como normatividad en defensa de los derechos
laborales, precisamente a través de la llamada reforma laboral que
ha sido aprobada en fast track por los partidos de la derecha
(PRI y PAN) y apoyada escandalosamente por los medios de comunicación
también mayoritariamente en manos de la extrema derecha; así, se
rompe una de las instituciones históricas más sólidas con que
contábamos, que es el derecho del trabajo surgido de la Revolución
Mexicana de 1910. La exigencia de los grupos empresariales en México
y de las transnacionales han terminado por imponerse (al menos
provisionalmente), con el vil chantaje de abstenerse de invertir en
nuestro país.
Es verdad que la
destrucción de instituciones como la ley laboral no se ha realizado
sin oposiciones de importancia. Multitud de voces calificadas y de
demostraciones públicas multitudinarias se han levantado para
mostrar su repudio a tales agresiones y para afirmar la decisión del
pueblo de resistir y denunciar, de militar y rechazar aquellos
ataques que precisamente van a ahondar la injusticia social que
vivimos. Pero justamente porque se han efectuado a pesar de las
numerosas oposiciones, se nos indica que la lucha ha de ser aun más
decidida y radical. Cuando se proclama el no pasarán deberían
mostrarse con hechos las proclamas, y entonces es preciso reconocer
que la izquierda está actualmente en situación de debilidad
relativa frente a la derecha y a la extrema derecha, y que entonces
es necesario su fortalecimiento y mejor articulación política.
Cuestiones que
seguramente tienen que ver con uno de los puntos más interesantes a
debate actual de la izquierda hoy: ¿movimientos sociales como
Morena, o la propuesta de convertirlo en un partido político de
nuevo estilo y cepa, es decir profundamente democrático y militante
efectivo sobre los principales asuntos de interés general?
¿División de la izquierda o reforzamiento de la misma, a condición
de que un nuevo partido no caiga en las contradicciones, corruptelas
e inclusive traiciones oportunistas en que han caído precisamente
algunos de los últimos partidos de la izquierda?
En todo caso está
abierto a discusión este asunto decisivo para el futuro de la
izquierda en México, lo que equivale a decir para el futuro de la
nación.
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