“En Argentina, la reforma judicial es una necesidad”
El exjuez español defiende los cambios que ha promulgado el Gobierno de Cristina Fernández y que han paralizado temporalmente los jueces
Francisco Peregil
Buenos Aires
1 JUN 2013 - 16:46 CET29
El 14 de mayo nació en España el segundo nieto de Baltasar Garzón.
A la semana siguiente, el antiguo juez viajó a México; unos días más
tarde, a Bogotá, donde asiste a la fiscalía en el diseño de un manual de
investigaciones criminales. Llegó el domingo 26 de mayo a Buenos Aires,
donde dirige el Centro Internacional de Promoción de los Derechos
Humanos. El viernes 31 de mayo tenía previsto salir hacia Florida para
atender a una presa dominicana “injustamente condenada” en una cárcel de
Miami. Garzón se ha comprometido a defenderla de forma altruista. Luego
marcha a Seattle (Washington), en cuya universidad colabora con un
proyecto de apoyo a organizaciones de derechos humanos en el Salvador.
Volverá a Argentina el 10 de junio y seis días después se marchará a Bogotá. Luego partirá hacia Haití para filmar un documental que produce la Fundación Internacional Baltasar Garzón, y que se enmarca dentro de una serie sobre la pobreza extrema y la crisis económica. Después, Nueva York; más tarde, a París, a una entrevista con la directora general de la Unesco, Irina Bokova; después a España. Y vuelta a empezar: una semana en Argentina, otra en Colombia, Estados Unidos… “y el resto en avión”. Mientras tanto prepara dos libros.
Antes de partir hacia Miami dispuso de media hora para pronunciarse sobre la reforma judicial que ha promulgado el Gobierno de Cristina Fernández.
Pregunta. ¿Por qué apoya la reforma?
Respuesta. Porque es una necesidad. En Argentina es necesario, por ejemplo, ampliar las salas de casación.
P. ¿Qué opina sobre el punto más polémico de la reforma? El Consejo de Magistratura, el órgano de gobierno de los jueces, pasará de 13 a 19 miembros y una docena de ellos serán elegidos mediante voto popular, con sus nombres inscritos en las papeletas de los partidos políticos.
R. Me tengo que referir a lo que escribí hace un año en un libro editado y publicado en España que se llamaba Actúa. Es una obra colectiva como continuación de otra que se llama Reacciona, un poco en la línea de ¡Indignaos!, de Stéphane Hessel. Ahí publico un artículo amplio, En el nombre del pueblo, la justicia. Y me pronuncio sobre la necesidad de que el Consejo General de Poder Judicial en España pase a ser un Consejo de elección directa por los ciudadanos, como mecanismo de verdadero control y participación del pueblo - que ya creo que somos mayores de edad - en el Gobierno de la Justicia. La Justicia emana del pueblo, lo dice la Constitución.
P. ¿No teme que ese tipo de elección directa genere cierta dependencia de los consejeros respecto al Gobierno?
R. No me ofrece más confianza un Consejo de la Magistratura que sea elegido por una mayoría de jueces. Porque eso es generar una especie de cápsula dentro de lo que es un sistema democrático. Y el argumento de decir “eso sería una barbaridad porque se atomizaría…”. Yo ya estoy un poco cansado de que cuando se habla de estos temas salgan los doctos señores y digan “es que los ciudadanos no saben de esto”. Sabrán o no sabrán, pero son los que sufren las consecuencias. Hasta ahora, las consecuencias y las falencias de lo que se ha ensayado las estamos viendo. Quizás es el momento de pensar que otra forma es posible.
P. No hay ningún otro país salvo Argentina donde se vaya a elegir a los miembros del órgano de gobierno de los jueces mediante voto popular, ¿no?
R. Probablemente. Lo cual no quiere decir que sea malo. Obviamente, no se trata de que cualquier persona esté ahí. Hay que establecer unos requisitos. Si un juez va a la política… ¿Es un buen político? Si un arquitecto va a la política… ¿Es buen político? Lo será o no en función de lo que haga cuando esté ahí. Nadie tiene el titulito de buen político. Porque, incluso, lo puedes tener y luego ser un desalmado o un corrupto. Prefiero a alguien que no sepa y que lo haga bien y honestamente a aquél que sabe y que sólo hace cosas raras.
P. La reforma judicial en Argentina nunca fue una prioridad para este Gobierno hasta que la Corte Suprema tuvo que pronunciase sobre la medida cautelar que ampara al Grupo Clarín. ¿No cree que fue así?
R. En las sociedades hay momentos históricos en los que se produce un cambio. Aquí en Argentina, obvio que hubo una confrontación que dura todavía entre una de las corporaciones más potentes, como es el grupo Clarín, y el Gobierno. No es el único país en que eso se ha producido. A partir de ahí vemos cuánta tinta se vertió en ver si el Gobierno controlaba o no controlaba. Y después hubo un tribunal que decidió paralizar la aplicación de esa ley. Sin embargo, hay cosas que me llaman la atención. La vinculación de ese medio con algunos jueces también es muy llamativa. Y da un poco de susto decir: aquí hay algo que no funciona bien. Ahora bien: ¿Eso quiere decir que la reforma judicial se produce como una especie de traje a la medida? Cualquier sistema democrático se puede defender de esto si fuera así, creo que la decisión del Ejecutivo de someter al Congreso esta iniciativa era necesaria. Y algo más: el Congreso ha estado cumpliendo su labor porque ese proyecto ha sido retocado y reformado. Al final quedará una reforma que no se compadece con lo que pretendían quienes la presentan y tampoco con los que no la quieren.
P. Dentro de pocas semanas podría ser la Corte Suprema quien se vea obligada a pronunciarse sobre la constitucionalidad de la ley, ¿no?
R. Yo creo que hay magistrados de una gran categoría y altura que cuando se pongan a trabajar lo harán lo mejor que puedan. ¿Cómo puedo dudar de un Raúl Zaffaroni, por ejemplo? Y de otros magistrados también. Lo importante es que esa independencia se produzca. Y que el contexto en el que se desarrolle tenga en cuenta la necesidad de esa reforma judicial. Volver hacia atrás es muy peligroso. Yo creo que los sistemas políticos en el ámbito judicial tienen que ir evolucionando hacia un modelo participativo.
P. Se podría dar el caso de que la Corte fallara que la reforma es inconstitucional.
R. La cuestión no se tiene que plantear entre quién pierde y quién gana. La decisión sólo ha de verse como lo que el sistema constitucional establece. Por tanto, todos tenemos que cumplirlo. Y a partir de ahí se ha acabado la discusión. Y cuando sea necesario o se tenga la mayoría suficiente para hacer otra cosa, se hará. Y de nuevo se producirá el ciclo.
P. Si la Corte se pronunciara sobre la inconstitucionalidad se podría producir una colisión de intereses con el Ejecutivo. Las elecciones primarias previas a las legislativas de octubre están previstas para agosto t ahí ya deberían haberse confeccionado las listas de consejeros a los que los ciudadanos tendrían que votar.
R. Tampoco es la primera vez que se puede producir una colisión entre poderes. Lo importante es que estén los mecanismos adecuados para que esas fricciones se resuelvan.
P. ¿Contempla la posibilidad de representar a Argentina en la Comisión de la Verdad compuesta por diez juristas internacionales que intentarán investigar en Irán el atentado sobre el centro judío de la AMIA?
R. Creo que ese tema va por otros derroteros. No tengo información pero sí puedo decir que conmigo nadie se ha puesto en contacto para eso.
Volverá a Argentina el 10 de junio y seis días después se marchará a Bogotá. Luego partirá hacia Haití para filmar un documental que produce la Fundación Internacional Baltasar Garzón, y que se enmarca dentro de una serie sobre la pobreza extrema y la crisis económica. Después, Nueva York; más tarde, a París, a una entrevista con la directora general de la Unesco, Irina Bokova; después a España. Y vuelta a empezar: una semana en Argentina, otra en Colombia, Estados Unidos… “y el resto en avión”. Mientras tanto prepara dos libros.
Antes de partir hacia Miami dispuso de media hora para pronunciarse sobre la reforma judicial que ha promulgado el Gobierno de Cristina Fernández.
Pregunta. ¿Por qué apoya la reforma?
Respuesta. Porque es una necesidad. En Argentina es necesario, por ejemplo, ampliar las salas de casación.
P. ¿Qué opina sobre el punto más polémico de la reforma? El Consejo de Magistratura, el órgano de gobierno de los jueces, pasará de 13 a 19 miembros y una docena de ellos serán elegidos mediante voto popular, con sus nombres inscritos en las papeletas de los partidos políticos.
R. Me tengo que referir a lo que escribí hace un año en un libro editado y publicado en España que se llamaba Actúa. Es una obra colectiva como continuación de otra que se llama Reacciona, un poco en la línea de ¡Indignaos!, de Stéphane Hessel. Ahí publico un artículo amplio, En el nombre del pueblo, la justicia. Y me pronuncio sobre la necesidad de que el Consejo General de Poder Judicial en España pase a ser un Consejo de elección directa por los ciudadanos, como mecanismo de verdadero control y participación del pueblo - que ya creo que somos mayores de edad - en el Gobierno de la Justicia. La Justicia emana del pueblo, lo dice la Constitución.
P. ¿No teme que ese tipo de elección directa genere cierta dependencia de los consejeros respecto al Gobierno?
R. No me ofrece más confianza un Consejo de la Magistratura que sea elegido por una mayoría de jueces. Porque eso es generar una especie de cápsula dentro de lo que es un sistema democrático. Y el argumento de decir “eso sería una barbaridad porque se atomizaría…”. Yo ya estoy un poco cansado de que cuando se habla de estos temas salgan los doctos señores y digan “es que los ciudadanos no saben de esto”. Sabrán o no sabrán, pero son los que sufren las consecuencias. Hasta ahora, las consecuencias y las falencias de lo que se ha ensayado las estamos viendo. Quizás es el momento de pensar que otra forma es posible.
P. No hay ningún otro país salvo Argentina donde se vaya a elegir a los miembros del órgano de gobierno de los jueces mediante voto popular, ¿no?
R. Probablemente. Lo cual no quiere decir que sea malo. Obviamente, no se trata de que cualquier persona esté ahí. Hay que establecer unos requisitos. Si un juez va a la política… ¿Es un buen político? Si un arquitecto va a la política… ¿Es buen político? Lo será o no en función de lo que haga cuando esté ahí. Nadie tiene el titulito de buen político. Porque, incluso, lo puedes tener y luego ser un desalmado o un corrupto. Prefiero a alguien que no sepa y que lo haga bien y honestamente a aquél que sabe y que sólo hace cosas raras.
P. La reforma judicial en Argentina nunca fue una prioridad para este Gobierno hasta que la Corte Suprema tuvo que pronunciase sobre la medida cautelar que ampara al Grupo Clarín. ¿No cree que fue así?
R. En las sociedades hay momentos históricos en los que se produce un cambio. Aquí en Argentina, obvio que hubo una confrontación que dura todavía entre una de las corporaciones más potentes, como es el grupo Clarín, y el Gobierno. No es el único país en que eso se ha producido. A partir de ahí vemos cuánta tinta se vertió en ver si el Gobierno controlaba o no controlaba. Y después hubo un tribunal que decidió paralizar la aplicación de esa ley. Sin embargo, hay cosas que me llaman la atención. La vinculación de ese medio con algunos jueces también es muy llamativa. Y da un poco de susto decir: aquí hay algo que no funciona bien. Ahora bien: ¿Eso quiere decir que la reforma judicial se produce como una especie de traje a la medida? Cualquier sistema democrático se puede defender de esto si fuera así, creo que la decisión del Ejecutivo de someter al Congreso esta iniciativa era necesaria. Y algo más: el Congreso ha estado cumpliendo su labor porque ese proyecto ha sido retocado y reformado. Al final quedará una reforma que no se compadece con lo que pretendían quienes la presentan y tampoco con los que no la quieren.
P. Dentro de pocas semanas podría ser la Corte Suprema quien se vea obligada a pronunciarse sobre la constitucionalidad de la ley, ¿no?
R. Yo creo que hay magistrados de una gran categoría y altura que cuando se pongan a trabajar lo harán lo mejor que puedan. ¿Cómo puedo dudar de un Raúl Zaffaroni, por ejemplo? Y de otros magistrados también. Lo importante es que esa independencia se produzca. Y que el contexto en el que se desarrolle tenga en cuenta la necesidad de esa reforma judicial. Volver hacia atrás es muy peligroso. Yo creo que los sistemas políticos en el ámbito judicial tienen que ir evolucionando hacia un modelo participativo.
P. Se podría dar el caso de que la Corte fallara que la reforma es inconstitucional.
R. La cuestión no se tiene que plantear entre quién pierde y quién gana. La decisión sólo ha de verse como lo que el sistema constitucional establece. Por tanto, todos tenemos que cumplirlo. Y a partir de ahí se ha acabado la discusión. Y cuando sea necesario o se tenga la mayoría suficiente para hacer otra cosa, se hará. Y de nuevo se producirá el ciclo.
P. Si la Corte se pronunciara sobre la inconstitucionalidad se podría producir una colisión de intereses con el Ejecutivo. Las elecciones primarias previas a las legislativas de octubre están previstas para agosto t ahí ya deberían haberse confeccionado las listas de consejeros a los que los ciudadanos tendrían que votar.
R. Tampoco es la primera vez que se puede producir una colisión entre poderes. Lo importante es que estén los mecanismos adecuados para que esas fricciones se resuelvan.
P. ¿Contempla la posibilidad de representar a Argentina en la Comisión de la Verdad compuesta por diez juristas internacionales que intentarán investigar en Irán el atentado sobre el centro judío de la AMIA?
R. Creo que ese tema va por otros derroteros. No tengo información pero sí puedo decir que conmigo nadie se ha puesto en contacto para eso.
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