Mi amada Aura Marina y yo somos diferentes. Tenemos cosmovisiones distintas, eso nos enriquece como pareja amorosa. Tenemos trayectorias diversas en términos profesionales, así como de viviencias y experiencias. No solo es la diferencia de edades, que de por si marca un parteaguas en la vida de una pareja, porque mis 66 años y los 47 suyos, representan cosas peculiares por simples biografías. Cuando ella nació yo ingresaba a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Y así por el estilo...
El tema de la diferencia de edades, nunca ha sido motivo de discusión entre ella y yo, es un asunto irrelevante para nuestra futura vida en común.
Aura Marina es una mujer ilustrada en términos de cine y música, temas que yo ignoro a profundidad, porque me he dedicado a explorar otras artes. ella me ensañará lo que sabe al respecto y yo seré un alumno atento y aplicado, listo para prender todo lo que salga de su corazón. Y así es como concebimos la vida en pareja, en un mutuo aprendizaje constante, lo cual me lleva a reflexionar sobre mi vocación magisterial. Siempre me he dedicado a enseñar a otros, lo que sé. Ejercí la docencia universitaria por espacio de 45 años, ahora me toca compartir conocimientos con mi próxima mujer, a quien encantado de la vida le contaré cosas, principalmente historias. Soy un literato, al cual le bulle la cabeza con tantas historias y anécdotas de la vida misma, que necesito expulsarlas en mis cuentos y novelas.
Aura Marina, será inevitablemente esposa de un escritor, y eso entraña ciertas condiciones especiales dentro de la pareja. Asuntos que iremos conviniendo ella y yo, a lo largo del tiempo. También será esposa de un psicoanalista, todo eso fusionado en mi persona.
Ella como abogada exitosa, saturada de trabajo toda la vida, me habrá de tocar compartir sus largas jornadas laborales, desde el hogar. Aspiro a que nuestras existencias tengan también un componente social, que seamos vinculantes con otros seres humanos, que construyamos una nueva red social, combinando amigos, parientes y colegas.
Si bien nuestra pareja será una fortaleza ante un mundo hostil, eso no nos exime de tener contacto con otros seres humanos, en forma amistosa y solidaria, que es lo que propongo para el amor maduro de una relación como la nuestra.
Ahora que vivimos separados por causas ajenas a nuestra voluntad, ella en la ciudad de México y yo en la ciudad de Guatemala, dependemos altamente de las comunicaciones por la vía de las ocmputadoras y las redes sociales. Pero ocurre que ella se ha quedado momentáneamente sin computadora en casa, por unos cuantos días. Y por razones neuróticas mías, que no entraré ahora a detallar, me pone nervioso y un tanto histérico, no poder tener contacto con ella. Pero ella, eso lo vive de forma distinta, mas bien tranquilamente. Y , yo en cambio, me trepo por las paredes de la desesperación. Vivo encerrado entre cuatro paredes de una biblioteca, con 10 mil libros, la antigua biblioteca de mi padre, aquí duermo y aquí trabajo durante más de 10 horas al día. Solo abandono mi espacio para bañarme y tomar los alimentos con mi familia, mis hermanas.
No salgo a la calle, más que a caminar por las avenidas del barrio residencial donde vivo, ya que necesito hacer ejercicios intensivos para alcanzar la ansiada rehabilitación de mi pierna izquierda y así poder dejar de usar las muletas que me acompañan desde hace un año.
Muchas horas invierto en mi literatura, pero también en el acondicionamiento físico, para seguir la máxima de los griegos: mente sana en cuerpo sano. Soy disciplinado en extremo, cumplo todas mis tareas cotidianas con una puntualidad inglesa.
Mi querida Aura Marina, es perfectamente impuntual, eso la hace querible por mi, ya no me molesta que lo haga, es incorregible en ese punto.
En resumen, yo me consumo de desesperación en este encierro monacal y ella anda libre y tan campante por todo el Centro Histórico de México. ¡¡Que envidia me da!!.
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