A muchos no les gustas estas fechas navideñas porque están separados de sus familias o porque añoran a los que no están. No obstante, otros lo que temen, precisamente, es reunirse con la familia y celebrar comidas y cenas multitudinarias en las que salen a relucir todo tipo de trapos sucios.
Sin embargo, con un poco de mentalización y preparación psicológica, estas fechas pueden salvarse sin una sóla regañina. Al menos ésa es la postura que defienden en AMSA Avances médicos, una empresa dedicada a la atención psiquiátrica. Eso sí, no es sencillo y tiene sus trucos.
No hay temas intocables
Por un lado, y contrariamente a lo que se viene creyendo, no existen temas tabú para la conversación en la sobremesa. Siempre se ha dicho que es conveniente evitar asuntos relacionados con la política, la religión, el fútbol y, en definitiva, cualquiera de esos temas que ahondan en la parte más vibrante de la ideología de las personas.
Por el contrario, sí es aconsejable no tocar materias que, por diversas circunstancias, estén empañadas de malestar (un revés en el trabajo, un asunto delicado con los hijos, alguna disputa entre los familiares, aunque haya sido leve, una situación especialmente embarazosa para alquien, aunque a los demás les pueda parecer tronchante...).
"Lo que se debe hacer es postergar las rencillas familiares y no permitir que salgan a flote en las cenas y comidas", dice Claudio Maruottolo, psiquiatra de AMSA.
Manejar la frustración
Estos días finales de año, suelen convertirse en un momento propicio para hacer balance de los logros conseguidos y de los objetivos que se pusieron sonbre la mesa del año anterior. Para algunos, esta circunstancia puede ser el origen de frustraciones y sinsabores para los que han obtenido un balance negativo, especialmente si a la misma mesa se sienta alguien a quien no le ha ido igual de mal.
En esta época, en definitiva, aumenta la denominada 'resonancia emocional', que no es otra cosa que la posibilidad de alguien de sentirse afectado por una determinada circunstancia. De esta manera, tocar ciertos temas puede hacer que 'resuenen' en algunos comensales, que pueden sentirse desplazados.
Por este motivo, "hay que ir preparado psicológicamente a estos encuentros para que los conflictos familiares no emerjan", argumenta Maruottolo.
El papel del anfitrión
Aparte de la 'preparación individual' para evitar los enfrentamientos, el anfitrión tiene un trabao extra en este sentido. de esta manera, y de la misma manera que prepara la mesa para sus invitados, ha de prepararse anímicamente para saber conducir a los demás.
De esta manera, sacará temas que no sean fuente de conflicto, cambiará de tema cuando crezca la tensión o cortará amable y discretamente a algún invitado que esté siendo especialmente patoso.
"Hay que intentar entender en qué situación llega cada persona a estas fechas, ponerse un poco en el lugar del otro. No podemos ser auténticos desconocidos emocionales", resume el psiquiatra.
El alcohol, una traba para las buenas intenciones
Finalmente, los especialistas de AMSA adiverten de que todos estos buenos propósitos pueden venirse abajo por una circunstancia que, por otra parte, es bastante común en las celebraciones navideñas, y que no es otra que el consumo excesivo de alcohol.
Este tipo de bebidas ejercen unos efectos físicos y psíquicos que pueden hacer que el manejo de las sobremesas se convierta en una auténtica odisea.
"El alcohol deprime el funcionamiento físico y disminuye la capacidad de valorar las situaciones. Además, debido a la deshinbición que provoca, puede dar lugar a situaciones violentas", explica Maruottolo.
Cabe recordar que este producto causa una falsta sensación de euforia que puede transformarse en agresividad sin apenas ser consciente de ello, lo que sin duda da al traste con las sobremesas más entrañables.
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