Voluble, poco formado políticamente y difícil de tomar en serio como candidato presidencial para un país como Chile. Así definía el embajador de EEUU en Chile, Paul Simons, al ex diputado Marco Enríquez-Ominami cuando este era aspirante a ocupar La Moneda en un informe enviado a Washington el 2 de diciembre de 2009, es decir apenas 11 días antes de que se celebrase la primera vuelta de las elecciones presidenciales chilenas.
En su informe, clasificado como "confidencial", Simons destaca que las mayores aptitudes de Enríquez-Ominami para el puesto al que se presenta son "su encanto, su evocador y doblemente famoso nombre y la hermosa y ampliamente admirada mujer que tiene al lado". El diplomático estadounidense estima que el candidato izquierdista -que en las elecciones consiguió finalmente el tercer mayor número de votos?-"difícilmente parece ser el líder que los estereotipados como responsables y sobrios chilenos respaldarían".
El perfil de Enríquez-Ominami elaborado por Simons forma parte de un conjunto de tres documentos con los que la Embajada de EE UU en Santiago informó a la Secretaría de Estado sobre los principales candidatos a la presidencia de Chile, que finalmente fue ganada en segunda vuelta por el conservador Sebastián Piñera quien se impuso al candidato de la gobernante Concertación, el ex presidente Eduardo Frei.
Barón y mártir
"Enríquez-Ominami tiene una vida de película", destaca el diplomático estadounidense quien relata la difícil y ajetreada infancia del candidato -"con triángulos amorosos, intrigas políticas, violencia, exilio y la eventual reconciliación"- la no menos complicada vuelta a Chile en 1986 sin hablar español y donde sufría "burlas y golpes en el colegio" y la carga que, dice el informe, supone para él llevar los apellidos Enríquez, "el mártir revolucionario", y Ominani, "un barón de la Concertación".
Se hace eco de sus declaraciones sobre vida promiscua y abuso de drogas y finalmente destaca cómo los amigos del candidato destacan que sólo ha sentado la cabeza después de ser padre.
Simons relata en el documento cómo Enríquez-Ominami tomó la decisión de presentarse a la presidencia de Chile. Sus fuentes son Max Marambio, mentor y financiador de la campaña de Enríquez-Ominami y Álvaro Escobar, su compañero de carrera política. Según contaron ambos a un funcionario de la Embajada de EEUU, Enríquez-Ominami estaba cansado de la vida política chilena y sopesaba seriamente una oferta de la Universidad de Duke (EE UU) para ser profesor visitante de cine.
"Cuando alguien medio en broma sugirió que debería dejar su carrera política cubierto de gloria: ¿Por qué no presentarse a presidente?". Ambos (y otros consejeros como Ciro Colombara) admitían las escasas opciones de candidato para vencer pero se mostraban complacidos y sorprendidos por cómo se estaba desarrollando la campaña electoral y cómo habían influido en el debate político introduciendo temas como los derechos de los homosexuales y las uniones civiles.
Las misiones de Marambio
Marambio por su parte también ocupa un espacio importante en el informe del embajador estadounidense, quien destaca su amistad personal con Fidel Castro -algo que el propio Marambio confirma a los estadounidenses-, explica que ha llevado misiones secretas para los cubanos en Angola, Líbano, Kosovo y Centroamérica entre otros lugares. Simons también recoge que a Marambio se le otorga un papel en el ocultamiento de la fortuna personal de Fidel Castro y explica que la empresa que tiene en sociedad con Cuba genera 80 millones de dólares al año para Cuba por la venta de alimentos y turismo.
El informe destaca que la fortuna de Marambio sirve para financiar la campaña de Enríquez-Ominami, pero descarta que el primero quiera entrar en política "con su gran familia, sus negocios y sus dos meses de vacaciones anuales en Italia".
El embajador tampoco deja de mencionar a la esposa de Enríquez-Ominami, Karen Doggenweiler, a quien define como "el arma no tan secreta de Marco" y destaca que su presencia es la responsable de que el éxito político de su marido haya llegado tan lejos. "Es una de la celebridades más conocidas y queridas de Chile y eclipsa largamente a su marido en términos de reconocimiento y respeto".
Unos meses antes, en junio de 2009, la Embajada en Santiago ya había enviado otro informe confidencial a Washington elaborado por la consejera política Jennifer Spande quien en unos términos menos contundentes que el embajador apuntaba en la misma dirección sobre Enríquez-Ominami.
"¿Con una imagen tan buena a quien le importa el contenido?" señalaba la funcionaria en un epígrafe donde relataba como el candidato revelación y su mujer se habían convertido en la sensación de los medios, que trataban bastante peor a los otros candidatos.
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