lunes, 16 de mayo de 2011

Cannes, otras opciones.

Otras opciones fuera de la competencia
Leonardo García Tsao


Las cosas pintan mal en este festival de Cannes cuando ni los confiables hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne, dos veces ganadores de la Palma de Oro, han aportado gran cosa. Por una vez da la impresión de que los cineastas belgas no encontraron un asunto interesante con el cual seguir en su línea de realismo humanista, como en sus anteriores Rosetta (1999), El niño (2005) y El silencio de Lorna (2009). Entonces han decidido, de manera involuntaria, hacer un remake light y clasemediero de Los olvidados, de Buñuel.

Por lo menos, Le gamin au vélo (El muchacho de la bici) sigue casi la misma estructura dramática de aquel clásico: un niño de un internado se niega a aceptar el rechazo y abandono frontales de su desobligado padre, y comienza una etapa de rebeldía. Una vecina compasiva (Cécile de France) se apiada de él y decide hacerse cargo. Pero el muchacho prefiere la compañía de un joven hampón que lo introduce al mundo del crimen. Sin embargo, en este caso el bien triunfa sobre el mal.

Los Dardenne filman ese esquema con su estilo naturalista de costumbre, sin el manierismo de seguir con una insistente cámara de mano a su protagonista. Sin embargo, el rigor no es el mismo y hasta asoman algunas insinuaciones de sentimentalismo. No se calcula que los hermanos sean los primeros cineastas en llevarse la Palma de Oro por tercera vez.

Dado el bajo nivel de la competencia hasta ahora, es preferible aventurarse a las secciones paralelas en busca de algo de calidad. En la Semana de la Crítica, la argentina Las acacias, de Pablo Giorgelli, sí reúne las cualidades que uno asociaría con los Dardenne. Es un road movie cuasi minimalista en que un chofer que transporta madera es contratado para llevar a una joven mujer y su bebé de Asunción a Buenos Aires.

Delphine Chaneac, en la alfombra roja del estreno de la película The Artist en CannesFoto Reuters
El hombre, de naturaleza solitaria, irá estableciendo una relación afectuosa con la madre y, sobre todo, la presencia de la bebé le hará sentir lo que le ha faltado en la vida. Las acacias resulta tan sencilla como sincera. No necesita grandes acciones ni muchos diálogos para establecer su eje emotivo.

Mientras, en la misma sección, Take Shelter (Refugiarse), segundo largometraje del estadunidense Jeff Nichols, se inscribe en la línea apocalíptica de moda. Un obrero de Ohio tiene sueños premonitorios de un desastre inminente e invierte su tiempo y dinero en condicionar su refugio contra tornados.

Aunque Nichols mantiene ambigua la posible cordura del protagonista, con un antecedente familiar de esquizofrenia paranoica, sí va construyendo una atmósfera de amenaza que no sólo es climatológica, sino sobre todo económica. El hombre tiene hipotecada su casa, vive de préstamos y seguros y ha descuidado tanto a su trabajo y su familia, a causa de sus obsesiones, que pone a ambos en riesgo.

Hay suficientes efectos digitales de nubes, rayos y parvadas de pájaros en caída libre como para inscribir a Take Shelter dentro del cine comercial hollywoodense; pero también contiene una expresión personal que lo sitúa como el trabajo de un autor promisorio.

Por amarillismo de cierta prensa europea, la más publicitada de las películas de Cannes no ha sido ninguna programada oficialmente. El título en cuestión está en el catálogo del mercado. Se trata de Unlawful Killing, un documental dizque revelador sobre la supuesta conspiración para asesinar a la princesa Diana y su novio Dodi Al Fayed. Un diario inglés publicó que contiene imágenes inéditas de la agonía de Lady Di y eso ha sido suficiente para crear un escándalo. Según se ha reportado, hasta ahora su única proyección provocó un previsible motín. Los morbosos abundan en todas partes.

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