jueves, 5 de mayo de 2011

Un pacto equitativo/cuento corto.

Cuando ella le dijo: yo quiero que todo lo repartamos por mitad. Esa relación había sucumbido hacía muchos meses atrás. Y no hubo manera de arreglar las cosas chuecas. El solamente asintió moviendo la cabeza de arriba abajo.

El estuvo de acuerdo con el pacto equitativo que planteaba la esposa ofendida.

Ella era una feminista furibunda, asesorada por una abogada feroz que odiaba a todos los hombres del planeta, por eso la escogió.

El era un pacífico filósofo, entregado a la investigación y a la docencia universitaria.

La noche que quedaron en hablar por última vez y hacer efectivo el pacto equitativo en el reparto de los bienes. El ya había hecho la tarea a la perfección: había cortado por mitad todos los bienes, utilizando una portente sierra eléctrica; lo que más trabajo le costó partir en dos fueron: la televisión, el refrigerador, la estufa, el horno de microondas, los sillones de la sala y la cama matrimonial.

Ella se puso muy molesta por el pacto equitativo, no era eso lo que ella quería. El problema de no ser explícito en la pareja quedó de manifiesto ahí.

Indignada la esposa se retiro del hogar conyugal sin llevarse la mitad de sus cosas, ahí dejó el tiradero botado por todos lados.

Al final lo que más le preocupaba era el dinero de la cuenta de él, ella lo quería todo, se le olvidó lo equitativo súbitamente.

El filósofo reflexióno, y se interrogó: y si hubieramos tenido hijos ¿cómo se reparten por igual, si son tres o cinco?

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