Balotelli afina la música de Pirlo
Balotelli aprovecha en Maracaná los errores defensivos de un México sin personalidad
Pasan los años e Italia sigue siendo Pirlo. A sus 34, continúa exponiendo su clase al servicio de los azzurri,
desafinados en los remates hasta que Balotelli aprovechó el enésimo
regalo de la zaga mexicana. Se suponía su línea más poderosa, la
defensa, pero el capitán, Francisco Rodríguez, se encargó de
desmentirlo. Aunque eso no fue lo peor para la selección de Chepo
de la Torre, un conjunto sin ambición ni personalidad, supeditado a los
movimientos del rival, limitado por los mensajes pusilánimes de su
seleccionador.
El fútbol de élite vuelve de vez en cuando al patio del colegio: la carerra torpe del defensa con el balón hacia su portería (Barzagli), la pillería y la velocidad punta del delantero (Giovani dos Santos), que se le adelanta, y la catástrofe en la mente del zaguero, cometiendo penalti, por supuesto. Hasta dos embestidas le propinó Barzagli a Giovani dos Santos antes de caer este abatido en el área. Desde los 11 metros transformó Chicharito, su 33º tanto con la Tricolor, a la izquierda del meta Buffon, tumbado hacia el otro lado. Hernández había elegido dónde colocar el esférico y no quiso ni mirar el vuelo del experimentadísimo portero.
Italia: Buffon; Abate, Barzagli, Chielini, De Schiglio; Montolivo, Pirlo, De Rossi; Giaccherini (Aquilani, m. 87), Marchisio (Cerci, m. 67); y Balotelli (Gilardino, m. 85). No utilizados: Sirigu, Marchetti, Maggio, Astori, Bonucci, Candreva, Giovinco, El Shaarawy.
Goles: 0-1. M. 26. Pirlo, de falta. 1-1. M. 33. Chicharito, de penalti. 1-2. M. 77. Balotelli.
Árbitro: Enrique Osses (chileno). Amonestó a Barzagli, Héctor Moreno, GIovani, Balotelli, De Rossi.
Unos 50.000 espectadores en Maracaná.
México se marchó al descanso con un empate que ni siquiera se había
imaginado, sometido como había estado al dictado de Pirlo. En su
centenario como internacional en Maracaná, el mediocentro del Juventus
desplegó su catálogo de pases, algunos especialmente bellos (uno de
primeras hacia la entrada del lateral Abate por el extremo derecho),
pero reservó la obra cumbre para sí mismo: una falta enroscada y potente
desde unos 35 metros que burló la barrera mexicana antes de aterrizar
por la escuadra de Corona. La curva del balón fue tan perfecta que el
arquero se rindió antes de tiempo, encogiendo su brazo derecho en pleno
vuelo.
En teoría, lo mejor de México era su predisposición defensiva: el orden, la disciplina y todos esos atributos destacables cuando fallan todos los demás. La realidad fue bien distinta. La zaga mexicana fue un desastre de pies a cabeza, una constante invitación a los remates de Balotelli, desacertado en todos ellos. Los habían facilitado los fallos en la entrega sobre todo de Francisco Rodríguez, muy impreciso en su intento de sacar el balón jugado. Tampoco le ayudaron los mediocampistas, subyugados Zavala y Torrado por el aire imperial de Pirlo. A México lo sostuvo la picardía de Giovani, el oficio de Guardado y la amenaza goleadora de Chicharito.
Tras la reanudación, México fue cada vez más pequeño, metido en su área, incapaz de dar tres pases seguidos. De la Torre mandó a toda la tropa a defender, y alguno incorporado como Mier. Recluido incluso Chicharito a un marcaje casi individual a Pirlo. Sin efecto, claro. Pasaba el tiempo y el dominio de Italia no encontraba recompensa. A pesar de las lecciones en las faltas de Pirlo. Una rasa desperdiciada por Montolivo en la prolongación. Y otra, demasiado combada a la otra escuadra. Pirlo es una autoridad en los tiros libres, autor de cinco goles en el pasado campeonato italiano, el más prolífico de las grandes Ligas europeas en esta especialidad. Aun así se atrevió Balotelli a discutírselo. Se le colocó al lado en una de ellas y le instó a dejarle probar. El capitán de la azzurra, como si oyera llover. Ni siquiera respondió.
México se desplegó un rato de la segunda parte, aprovechando el pánico de Barzagli al ver acercarse a Giovani dos Santos. Pero justo cuando De La Torre creía haber equilibrado el encuentro, con síntomas en la azzurra de desesperación, volvió a equivocarse Francisco Rodríguez. Era un pase al tuntún de De Rossi, bombeado a la corona del área, con toda la ventaja para el central mexicano, que se abrió de patas. Y se filtró Balotelli para marcar con determinación. México ya no reaccionó. Es un equipo pensado solo para defender y se ve incapaz de atacar cuando no le queda más remedio. Tiene la derrota pintada en el rostro de su entrenador.
El fútbol de élite vuelve de vez en cuando al patio del colegio: la carerra torpe del defensa con el balón hacia su portería (Barzagli), la pillería y la velocidad punta del delantero (Giovani dos Santos), que se le adelanta, y la catástrofe en la mente del zaguero, cometiendo penalti, por supuesto. Hasta dos embestidas le propinó Barzagli a Giovani dos Santos antes de caer este abatido en el área. Desde los 11 metros transformó Chicharito, su 33º tanto con la Tricolor, a la izquierda del meta Buffon, tumbado hacia el otro lado. Hernández había elegido dónde colocar el esférico y no quiso ni mirar el vuelo del experimentadísimo portero.
México, 1- Italia, 2
México: Corona; Flores, Maza Rodríguez, Héctor Moreno, Salcido; Aquino (Mier, m. 52), Zavala (Jiménez, m. 86), Torrado, Guardado; Giovanni dos Santos y Chicharito. No utilizados: Ochoca, Talavera, Reyes, Molina, Barrera, Reyna, De Nigris, Herrera, Torres Nilo y Meza.Italia: Buffon; Abate, Barzagli, Chielini, De Schiglio; Montolivo, Pirlo, De Rossi; Giaccherini (Aquilani, m. 87), Marchisio (Cerci, m. 67); y Balotelli (Gilardino, m. 85). No utilizados: Sirigu, Marchetti, Maggio, Astori, Bonucci, Candreva, Giovinco, El Shaarawy.
Goles: 0-1. M. 26. Pirlo, de falta. 1-1. M. 33. Chicharito, de penalti. 1-2. M. 77. Balotelli.
Árbitro: Enrique Osses (chileno). Amonestó a Barzagli, Héctor Moreno, GIovani, Balotelli, De Rossi.
Unos 50.000 espectadores en Maracaná.
En teoría, lo mejor de México era su predisposición defensiva: el orden, la disciplina y todos esos atributos destacables cuando fallan todos los demás. La realidad fue bien distinta. La zaga mexicana fue un desastre de pies a cabeza, una constante invitación a los remates de Balotelli, desacertado en todos ellos. Los habían facilitado los fallos en la entrega sobre todo de Francisco Rodríguez, muy impreciso en su intento de sacar el balón jugado. Tampoco le ayudaron los mediocampistas, subyugados Zavala y Torrado por el aire imperial de Pirlo. A México lo sostuvo la picardía de Giovani, el oficio de Guardado y la amenaza goleadora de Chicharito.
Tras la reanudación, México fue cada vez más pequeño, metido en su área, incapaz de dar tres pases seguidos. De la Torre mandó a toda la tropa a defender, y alguno incorporado como Mier. Recluido incluso Chicharito a un marcaje casi individual a Pirlo. Sin efecto, claro. Pasaba el tiempo y el dominio de Italia no encontraba recompensa. A pesar de las lecciones en las faltas de Pirlo. Una rasa desperdiciada por Montolivo en la prolongación. Y otra, demasiado combada a la otra escuadra. Pirlo es una autoridad en los tiros libres, autor de cinco goles en el pasado campeonato italiano, el más prolífico de las grandes Ligas europeas en esta especialidad. Aun así se atrevió Balotelli a discutírselo. Se le colocó al lado en una de ellas y le instó a dejarle probar. El capitán de la azzurra, como si oyera llover. Ni siquiera respondió.
México se desplegó un rato de la segunda parte, aprovechando el pánico de Barzagli al ver acercarse a Giovani dos Santos. Pero justo cuando De La Torre creía haber equilibrado el encuentro, con síntomas en la azzurra de desesperación, volvió a equivocarse Francisco Rodríguez. Era un pase al tuntún de De Rossi, bombeado a la corona del área, con toda la ventaja para el central mexicano, que se abrió de patas. Y se filtró Balotelli para marcar con determinación. México ya no reaccionó. Es un equipo pensado solo para defender y se ve incapaz de atacar cuando no le queda más remedio. Tiene la derrota pintada en el rostro de su entrenador.
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