Está prohibido por los tratados internacionales, pero el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, no ha protestado porque EEUU haya pedido a sus diplomáticos que le espíen o que espíen a diplomáticos de otros países, como se ha sabido a través de las filtraciones de Wikileaks. Al contrario, lo único que ha hecho la ONU ha sido quitarle importancia al asunto.
No obstante, dentro y fuera, existe el sentimiento de que, al menos en el corto plazo, habrá que ser cauto en las relaciones con los diplomáticos estadounidenses "siquiera para no acabar apareciendo en un cable que se supone que es confidencial pero termina sabiéndolo el mundo entero", declararon a Público fuentes diplomáticas de países nombrados en esos telegramas.
Ban, preocupado por su reelección, se dio por satisfecho al hablar con Clinton
Nada más conocerse, a través de los despachos secretos, que la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, renovó las órdenes de su predecesora, Condoleezza Rice, para recabar datos personales e información de quienes trabajan en la ONU por medios más allá de los diplomáticos es decir, espiarlos, la ONU emitió un comunicado recordando que ese comportamiento está prohibido por la Carta de las Naciones Unidas, el Convenio de Sede (firmado en 1947) y la Convención de las Naciones Unidas (1946).
El mismo comunicado terminaba pidiendo a los miembros que se atengan a tales acuerdos. Eso fue todo.
Días más tarde, Ban se dio por satisfecho con las explicaciones que le ofreció Clinton en una reunión que mantuvieron en Astaná, Kazajastán. "Los dos acordaron que las relaciones entre EEUU y la ONU deben desarrollarse en un clima de confianza mutua y buen entendimiento", explicó a Público Farham Haq, número dos de la Oficina del Portavoz del secretario general de la ONU.
Los diplomáticos europeos dicen que las relaciones serán "más prudentes"
Incluso si se les pregunta a los responsables de la ONU si van a adoptar medidas para impedir que Washington logre espiar a la organización, la respuesta sale por la tangente. "Regularmente, la ONU mejora sus sistemas de seguridad y lo seguirá haciendo con independencia de las filtraciones de Wikileaks", responde Haq.
Al espionaje a sus responsables están acostumbrados en la ONU, como señalan otras fuentes de la organización al recordar que, en los meses previos a la guerra de Irak, los servicios secretos británicos introdujeron micrófonos en las reuniones del anterior secretario general, Kofi Annan.
Que el secretario general de la ONU no proteste contra EEUU es normal. El único que lo hizo fue el egipcio Butros Ghali y Washington le vetó para un segundo mandato. En declaraciones al periódico británico The Guardian, Stephen Schlesinger, autor de varios libros sobre la organización, dijo: "Dudo que Ban Ki-moon vaya a crear un problema sobre esto cuando necesita el apoyo para su reelección en 2012".
De la misma opinión es Thomas Weiss, profesor de Política en la Universidad de Nueva York y experto en la ONU: "¿Va a decir Ban algo que indique el más modesto descontento? Eso sería una revolución en el mundo de las relaciones internacionales. Sí, nos quedaremos con él seis años más".
Pero, como reza el mantra de los funcionarios de la ONU para defender a la organización cuando es criticada, las Naciones Unidas son los estados que la representan y ninguno de los que también están afectados por el espionaje ha hecho protesta pública alguna ni ha pedido la intervención del Consejo de Seguridad para examinar el asunto.
Aunque, como bien han mostrado los documentos de Wikileaks, la diplomacia se hace entre bastidores y, a veces, no tiene mucho que ver con la obra que se representa de cara al público.
Así, EEUU espera que varios países pidan la retirada de sus embajadores, según ha revelado el senador demócrata, John Kerry: "Es posible que en algunos lugares la gente diga que no podemos trabajar con ellos. Y lo dirán en voz baja, entre bambalinas". Kerry reconoció que algunos funcionarios alemanes ya habían llamado para pedir la retirada del enviado de Washington.
Relaciones más prudentes
Fuentes diplomáticas europeas explicaron que las relaciones con los diplomáticos estadounidenses serán "más prudentes y cautas", aunque no tanto por un problema de espionaje como por un problema de seguridad. "Nadie quiere aparecer nombrado en unos telegramas de la embajada estadounidense", admiten.
Las mismas fuentes también dijeron que de toda la cuestión de la filtración de Wikileaks hay un aspecto muy positivo: "Aparte de la cuestión del espionaje, los cables han mostrado que los diplomáticos no son unos funcionarios aburridos que cuando terminan su trabajo se toman una copa, sino que trabajan en beneficio de los intereses de su país".
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