sábado, 4 de diciembre de 2010

La dama que ama a su marido.

Los últimos dos fines de semana he recibido en mi cuenta de correo yahoo, los ya no tan misteriosos mensajes de la dama que ama a su marido. Al menos el mensaje de hoy sábado fue enviado desde su cuenta de correo de gmail, con su nombre y apellidos. Para lo cual echa mano de su blackberry, porque así lo indican sus correos.

El texto de hoy dice, simplemente: "mismo lugar, misma hora".

Yo debo decodificar ese mensaje en clave secreta, código que ella inventó para encubrir sus escapadas del hogar conyugal, asunto que por supuesto no está nada revestido de algún misterio ni nada que se le parezca.

A esta bella dama, desatendida por su ocupado marido, le sucede lo que a muchas mujeres de su edad y condición social, que ya están experimentando el síndrome del "nido vacío", junto con los rigores de la menopausia. Los hijos ya están por irse al extranjero a estudiar, o bien ya se casaron muy jóvenes, el caso es que el hogar se encuentra abandonado por la familia feliz que fueron algunos años, cuando los niños requerían los cuidados maternos.

Como le sucede a muchas mujeres, y esta hermosa señora de la alta sociedad en particular, la de los apellidos rimbombantes y aristocráticos, que por cierto no he podido averiguar sus orígenes de nobleza porque he tenido que atender mis asuntos personales; es que se hayan en una encrucijada en sus vidas, generalmente vacías de eventos propios y proyectos personales. No saben sí quieren seguir en ese matrimonio que les ofrece una zona de confort agradable: estatus, viajes, club deportivo, autos lindos, hijos con algunos problemillas de conducta, pero nada serio en verdad, tarjetas de crédito ilimitadas, compras desaforadas cada vez que se le acerca la depresión. O, bien cortar de tajo con todo eso, que significa solamente pérdidas en lo material, para lanzarse a la aventura de vivir una vida plena y satisfecha, pero sin todo aquello que las hacía sentirse "alguien".

¿Por qué correr esos riesgos en una sociedad tan cerrada y censora de la conducta de las mujeres casadas? ¿Por qué se atreven a tanto peligro? ¿Por unos besos ardientes, solamente?

No les fluye la adrenalina en forma suficiente para saber que existen como mujeres, al parecer. Le dije a la dama que ama a su marido, que si no la excitaba suficiente el hecho de ir de compras todos los fines de semana al Oakland-Mall. Salir cargando esas tremendas bolsas de plástico o papel elegante con las marcas de moda. Claro que eran ironías de mi parte, que ella no alcanzó a advertir. Su respuesta fue tajante: NO.

No va a suceder ningún acto sexual entre la dama que ama a su marido y este señor desconocido con apellidos comunes y corrientes, porque no es eso lo que ella busca. Quiere ser seducida con palabras, que la hagan sentir emociones olvidadas, que le digan que es bella y atractiva y saber que los hombres seguramente mueren de deseos por ella. Sólo es eso.

Su atrevimiento consiste en buscar la boca del desconocido y plantarle unos buenos besos llenos de pasión erótica. Cerrar los ojos e imaginarse cualquier cosa agradable que le está sucediendo en su vida desgraciada. Es un oasis de alegría efímera, que se desvanece al momento de retornar al hogar conyugal y saludar al marido importante.

En el trayecto entre la Zona 10 y la zona 14, que no dura más que unos 20 minutos a toda velocidad en su camioneta de lujo, es el lapso para degustar la "aventura" de lo imposible y de lo "prohibido".

La dama que ama a su marido, no ha permitido al perfecto desconocido que la seduce con palabras, que le acaricie por ejemplo los senos o las nalgas. Tampoco que le acaricie el rostro o el cabello, porque se le estropea el maquillaje y el peinado, es una seducción pulcra.

Lo ascéptico es la clave entre ella y yo, todo es "limpio y moral". Son pequeños deslices que nos permitimos en una sociedad que se escandaliza de todo lo que considera inmoral, de acuerdo a viejos patrones morales del siglo XIX.

Son deslices pequeños e inocentes que no buscan dañar a nadie en particular. Eso me dice la dama que ama a su marido.

Tampoco hay regalos o dinero de por medio, "es una relación verdaderamente amorosa", considera la bella dama. Eso la reconforta demasiado, le permite vivir con su consciencia tranquila.

Unos besitos escondidos, no ofenden ni a dios, me confesó la última vez.

Yo estoy considerando seriamente no aparecerme en Fontabella este domingo, o sea mañana, porque corro peligro con esa aventura infantil de la dama que ama a su marido. Qué tal que el marido-funcionario público, sospecha algo al ver tan contenta a su mujer sin motivos aparentes. La llegada de la navidad no es razón suficiente en Guatemala para que una mujer insatisfecha sonría así como ella, en forma radiante y notoria.

No pienso averiguar si la dama hermosa que quiere seguir siendo seducida con lindas palabras lisonjeras, quiera continuar con su "aventura amorosa". Ya vivo demasiadas situaciones estresantes en este país para añadirle nuevas emociones con mujeres casadas.

Me retiro como un verdadero caballero de la Alta Edad Media, con dignidad. Le enviaré una atenta nota, formal agradeciéndole todas sus gentilezas con este perfecto desconocido. claro que lo haré por medio de su correo de gmail.

Tendré que cambiar de escenario para poder tomar café muy gusto, sin que las damas ahí presentes reciban de mi una sonrisa de cortesía, que no indica necesariamente que quiero que se divorcien de sus amados maridos.

Tomaré café con la vista sobre un libro, eso hace a los hombres indefensos y nada peligrosos para mujeres en plena menopausia.

2 comentarios:

  1. Muy bueno, Bolivar. Creo que has tocado puntos débiles de las mujeres a cierta edad y con matrimonios aburridos.

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  2. Material para la película impecable. Ya tiene nombre la cinta: ¨Las mujeres de Bolivar¨ Te mandaré los bocetos para el guión conforme vayan saliendo. Un abrazo!

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