miércoles, 1 de diciembre de 2010

Mujeres contra mujeres.

Este es un tema que se vive en la cotidianidad, sin embargo, no se toca de manera que se busque su entendimiento y abordaje. Con frecuencia oímos expresiones de que una mujer prefiere tener amigos y compañeros de trabajo que compartir con otras mujeres. "De otras ni me hablen, yo prefiero vivir sin amigas, que con problemas". Esto es lo que nos dice la psiquiatra Ana Cristina Morales.

La rivalidad femenina es una realidad al igual que la masculina, sin embargo, los hombres poseen a la sociedad a su favor. Debido a que convivimos en un sistema cultural en el cual lo masculino es más valorizado. Aunque, esto puede aún no ser apoyado por muchas personas. Lo cual es entendible, ya que, nacimos, crecimos y nos desarrollamos en esta cultura y por ende nos resulta tan natural.

Sin embargo, veamos algunos ejemplos: las mujeres competimos en el ámbito profesional con la desventaja de no ser reconocidas tan fácilmente. En medicina por ejemplo a las mujeres médicas en los hospitales les dicen: seños, mientras a los hombres, médicos o enfermeros les dicen, doctores. A la mujer en el ámbito de trabajo, en más de una ocasión, se espera que cumpla a cabalidad con el mismo y tal vez con un poquito más.

Por el bien de la organización, por el bien de la gente, por el bien del país. De la mujer la sociedad no tiene como expectativa que sea exitosa profesionalmente y/o económicamente. Si lo es, qué bueno. Pero estos son adornos adicionales, lo que se espera es que la mujer sea madre y esposa.

Hablando de mujeres sin profesión, en el trabajo del campo, su remuneración ha sido menor que la de un hombre por una misma tarea realizada. Y de esta manera podríamos expresar invariables ejemplos.

Las mujeres desean ocupar un lugar en la vida social. Algunas veces, se mal ubican en estereotipos "de buena o mala mujer". Todo con el fin de congraciarse y ser aceptadas, pero también, por su educación cultural enraizada a lo que se refiere ser mujer. Cada uno de estos estereotipos, tiene sus consecuencias negativas dentro de su calidad de vida y en su autoestima.

No existen buenas o malas mujeres per se. Se ha dicho, de las malas mujeres, quienes se atreven a apropiarse de su cuerpo y de su sexualidad. Pero, ojo, si seguimos el jueguito de la cultura patriarcal. Las mujeres corremos el riesgo de solo vernos como cuerpo y lo más deprimente, un cuerpo para otros.

Nuestra autoestima ha sido descrita como pandémicamente baja. Esto es un factor relevante en la rivalidad entre nosotras las mujeres. Porque si yo no me siento bien conmigo misma, cualquier situación que difiera o sea vista como llamativa en otra mujer.

Cada cualidad diferente: el carisma, la inteligencia, la posición social, la belleza, la posición laboral, su estado civil, la presencia de hijos o no, la juventud, la madurez y así podríamos continuar.... Se convierten en motivos para ser antagonistas las unas versus las otras.

Todo lo anterior podría ser objeto de celos, envidias y malestar en la relación entre mujeres. De tal forma que una mujer en competencia rival trata de descalificar, criticar y expresarse mal de otra. Esto también nos duele, ya que ser mujer es difícil, pero podría ser más fácil sí unas a otras buscáramos mantener una conducta diferente hacia nuestro género.

Todo lo contrario a la rivalidad entre mujeres es la amistad, la solidaridad. La relación constructiva, que nos desea el bien, y honesta entre nosotras las mujeres que contribuye al fortalecimiento de nuestra autoestima y a nuestro desarrollo personal.

A sentirnos acompañadas en la adversidad, a que podamos contar con confidentes y con manos amigas; y que de manera genuina comprendan lo que nos pasa. Ya que compartimos de manera común, los mismos problemas.

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