El próximo martes se conmemora el 175 aniversario del nacimiento de Mark Twain, padre de Huckleberry Finn y Tom Sawyer, retratista sagaz y universal de una América pasada que tiene mucho de presente, tan famoso en vida como un siglo después de su muerte.
Aún así, resulta difícil creer que en una sociedad tan entregada al culto a la novedad y la juventud como la estadounidense, Mark Twain haya conseguido encaramarse hasta el número dos de las listas de ventas de libros de no ficción.
Pero ha ocurrido: la primera entrega de la nueva autobiografía del escritor, sin las sucesivas censuras que sufrió por parte de múltiples editores durante el siglo pasado, ha llegado este mes a las librerías estadounidenses como un huracán.
El volumen ya es el segundo más vendido entre las obras de no ficción
Titulada sencillamente Autobiography of Mark Twain Vol 1, sus 760 páginas están siendo devoradas con avidez por los lectores estadounidenses, que han agotado las reservas de las librerías y han obligado a los responsables del libro, la editorial University of California Press y el Mark Twain Project de la Universidad de Berkeley, a quemar motores en la imprenta.
"No esperábamos nada semejante. Desde que en primavera anunciamos que se publicaría no se ha dejado de hablar del libro, pero no esperábamos vender más de 10 mil ejemplares. Aún así, vimos que las expectativas creadas por la prensa crecían tanto que cuando en septiembre se empezó a imprimir ya se habló de 50 mil ejemplares".
Es la sorprendida opinión de Robert Hirst, editor del libro y director del Mark Twain Project, centro neurálgico en el que se estudia y cataloga desde hace cuatro décadas el legado del escritor al que Hirst ha dedicado toda su vida.
"Estoy seguro de que la atención creada por la prensa ha contribuido al éxito de la autobiografía aunque también creo que en los últimos meses se han publicado suficientes extractos como para que el público supiera qué esperar. Resulta que esa clientela sumergida que Mark Twain consideraba su audiencia real, gente que no lee la revista The New Yorker, sigue existiendo y quiere leer más", afirmó Hirst.
La referencia a la revista The New Yorker no es casual: es una de las escasas publicaciones que ha criticado el libro y que se ha atrevido a definirlo como "un gran aburrimiento" en palabras del crítico Adam Gopnik, quien además se queja de que en esta nueva edición solo haya un 5% de material nuevo respecto a las anteriores.
"Decir que 'la prosa dictada de Twain es floja y antirrítmica' [palabras de Gopnik] es una equivocación colosal. Quien se aburra con este libro no tiene sentido del humor o no le ha prestado atención. En el caso de Gopnik ocurren las dos cosas", comenta Hirst, quien confirma que ya se han impreso 300 mil copias.
Lo cierto es que las críticas del primer volumen de una autobiografía que incluye otros dos libros de unas 600 páginas cada uno y que se editarán en los próximos años no podría haber sido mejor.
Desde Publishers Weekly a Los Angeles Times, todos han destacado la mordacidad, el humor, la sagacidad y la brillantez de una autobiografía que Twain dictó a su secretaria en 1910 y que por primera vez puede leerse en el orden que él la concibió: no de forma cronológica como en ediciones anteriores sino saltando hacia adelante y hacia atrás en el tiempo.
"En ese sentido se le puede considerar como el primer bloguero de la historia", comenta Hirst. Además, en el libro hay múltiples referencias a personajes de su época, desde la familia Rockefeller a políticos como Theodore Roosevelt, para los que Twain no siempre tiene palabras amables. Por eso quiso que se publicara años después de su muerte.
"A veces dijo que quería que pasaran 30 años para publicar este texto, otras habló de 500 años. Era un tipo muy irónico... Pero en varias ocasiones dejó claro que no quería autocensurarse y la única manera de evitarlo era asegurarse de que la autobiografía se publicara al menos cien años después de su fallecimiento, de modo que ni él ni toda la gente de la que habla sin tapujos se viera afectada por lo que dice de ellos", explica Hirst.
La fiebre Twain no se para en el libro. Aprovechando la conmemoración de su nacimiento, la Biblioteca Pública de Nueva York y la Biblioteca Morgan han organizado dos exposiciones en las que se muestran desde los manuscritos originales de Huckleberry Finn a cartas, fotografías y cientos de documentos que harán soñar a los amantes de este autor tan inmaculado en el vestir -siempre iba de blanco- como afilado y sobresaliente en su pluma.
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