La Brenda me llamó hoy por teléfono para decirme que ya salió de la Clínica Psiquiátrica San Rafael, esa que está en Insurgente Sur, por la salida a Cuernavaca, después de un internamiento de casi dos semanas para poder estibilizarle sus signos de depresión aguda.
Y me avisa que se va unos días a Nueva York de compras, hay ofertas de lujo en Macys, esa es su verdadera medicina, lo único que la cura del todo es comprar a manos llenas sus trapos de temporada, aunque lo que ponen a la venta con grandes ofertas es la ropa de la temporada pasada. Le cuento a La Brenda, que el año pasado sucedió que era tanta la aglomeración de personas ansiosas como ella por ingresar, que al abrir las puertas ese famoso almacén neoyorkino, la multitud atropelló a los que estaban en la puerta y varios murieron aplastados.
Eso no la acongojó en lo más mínimo, ni la hizo desistir de viajar, además el boleto redondo le costó apenas 300 dólares.
La Brenda llena de energía me dice que está feliz de andar de nuevo por las calles de la gran ciudad de México, conduciendo su auto último modelo. Volvió a ser la misma mujer de siempre, deseosa de divertirse y de comprar todo lo que se le antoje.
Ese circunloquio de La Brenda se me hacía muy sospechoso, tantas vueltas que le daba a su llamada sin entrar de lleno al tema que le inquietaba.
Hasta que por fin se animó y me dijo: "negrito de mis amores, me acabo de enterar por La Déborah, que te vas a casar y eso me tiene verdaderamente en estado de shock". Agregó, de inmediato: "Dime que eso no es verdad".
La Brenda y yo terminamos una relación de varios años hace tiempo, inclusive ella en ese lapso se casó con el rico español industrial vasco, el tal José Ignacio Urquiola, y se fue a vivir a Vitoria un par de meses, y yo nunca me opuse a ese matrimonio loco de ella, es más la apoyé hasta donde pude, claro moralmente.
Y ahora ella viene y me reclama algo que no tiene sustento en nada. No somos pareja ya, eso quedó en el pasado, fue lindo pero ya se terminó.
De pronto me grita en el teléfono: "¿Y quién es ella, la conozco?". "Ni se te ocurra negrito lindo, enamorar a alguna de mis amigas, porque te mato".
Le aclaro que no la conoce, que no es del medio que frecuentabamos ella y yo en el pasado.
"De cualquier manera no quiero que te cases con nadie, siempre quiero saber que estás ahí para mi", remató La Brenda.
Sentenció: "eres mio y de nadie más".
Colgué el teléfono cuando las cosas empezaron a subir de tono, gritos, amenazas y llantos desaforados.
Es curioso el hecho que La Brenda me quiera impedir que yo rehaga mi vida después del descalabro con ella. Si ella y yo somos como agua y aceite, incompatibles por donde nos miren. Yo le dije a ella, que jamás volvería en plan romántico o amoroso, ya lo pasado pasado, diría José José. Amigos si, amantes ya no.
Ella me jura que me será fiel toda la vida, y yo le contesto que no es perro para serme fiel. Mi deseo es que ella intente de nuevo vivir con el hombre de sus sueños, que lo busque donde quiera que vaya, y que me deje en páz.
Mis amigos me informan que mis ex-esposas están furibundas porque me caso de nuevo, no lo pueden creer, y que además sea una mujer más joven, pero mucho más joven que yo, eso las ha puesto frenéticas a todas.
Me quieren quemar vivo en alguna plaza pública de México, y yo me divierto imaginándome en la pira ardiendo, muerto... pero de la risa. ¡Ah, qué mujeres éstas!
Pido paz, soy un hombre de buena voluntad, les prometo que más hijos ya no tendré si eso es el motivo de sus furias diabólicas.
Ja ja ja Bolivar, este ha sido el mejor!!!!! Excelente, me fascina!!!!
ResponderEliminarLa Brenda otra vez ella pero en armas por su Boli.
Bellísimo el relato, tan humanamente real. Tenés un increíble conocimiento de la mujer. Somos tan vanidosas y competitivas las mujeres.
Estas inspirado!!!!!